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Zeid Bin Haritha es una escuela en la aldea jordana de Yarqa, en la cual usted puede ver pequeñas aulas repletas de alumnos, viejos muebles en malas condiciones y profesores con demasiado trabajo. Estas son características comunes en una serie de escuelas en la Gobernación de Al-Salt. ¡Pero, espere!: esta no es una historia trágica llena de relatos que rompen el corazón acerca de establecimientos educativos que no tienen recursos suficientes y cuyos estudiantes obtienen bajos resultados…
Más bien, este es el testimonio de una comunidad de 10 escuelas, ubicadas en dos aldeas, que se unieron para enfrentar serios desafíos relacionados con la educación. Este proceso de cambio comenzó con intervenciones de donantes que introdujeron directrices y un marco para la autonomía escolar y la participación de la comunidad. Sin embargo, de lo que realmente se trata esta historia es de cómo las intervenciones externas pueden ser adaptadas y transformadas por las comunidades locales de manera que se ajusten a sus estructuras sociales, políticas y administrativas. Proporciona una lección valiosa para aquellas comunidades que buscan adoptar las mejores prácticas internacionales: en vez de usarlas como “moldes”, es posible adecuarlas para que se acomoden a las circunstancias locales.
Adaptar las intervenciones externas a las instituciones locales
Al-Salt es el núcleo de la sociedad tribal jordana. Las familias han vivido juntas aquí lo suficiente para contar historias de generaciones que sobrevivieron contiendas, matrimonios y logros políticos. Los miembros de la comunidad, los profesores y los estudiantes están muy conscientes de las deficiencias en la prestación de servicios, pero han luchado para obtener la ayuda apropiada que necesitan y, hasta cierto grado, no confían en la capacidad del Ministerio de Educación de proporcionar estos servicios rápidamente. “El Ministerio de Educación es demasiado lento”, explicó Maytham (los nombres se han cambiado para proteger las identidades), un profesor de una de las 10 escuelas. “Sabemos que no podemos depender de él para solucionar nuestros problemas”.
Como respuesta a estas preocupaciones, se lanzó un programa destinado a aumentar la autonomía escolar y el compromiso de la comunidad. En el marco del Programa de Desarrollo de las Escuelas y los Distritos, las 10 escuelas en Ira y Yarqa formaron un grupo educativo que es responsable ante el Consejo de Educación (CE) local, el cual a su vez informa a un Directorio en terreno.
En el proceso de la formación del grupo educativo y el establecimiento del CE, los miembros de la comunidad, los profesores y los directores recibieron capacitación y apoyo acerca del valor y la importancia de trabajar con sus escuelas locales, y la trascendencia de la labor conjunta de las escuelas. Gracias a la diversidad de sus miembros —entre ellos, directores de escuelas, profesores, padres, estudiantes y representantes de la comunidad—, el consejo sirvió como el lugar adecuado para reunir las demandas y debatir los desafíos comunitarios. Esto se tradujo en apoyo de la comunidad, transparencia y, por lo tanto, una mayor capacidad de rendición de cuentas de las escuelas (los proveedores).
El éxito de este proceso, sin embargo, no habría sido posible sin el compromiso y la participación de todos los actores. De manera que en la medida que las escuelas y las comunidades se embarcaron en una reorganización de la comunidad escolar, los ciudadanos, profesores y estudiantes establecieron, sin quererlo, una visión común.
En primer lugar —y ante todo—, esta visión complementa los sistemas formales e informales locales que a veces funcionaron de manera antagónica. Aquí la comunidad encontró su propio modo de usar las estructuras formales e informales existentes con el propósito común de mejorar la educación de los niños. Esto ayudó a enfrentar el temor subyacente entre los reformistas de que un aumento de la autonomía escolar y de la participación de la comunidad sería desaprobado por los líderes tribales locales.
“Vivimos en una pequeña aldea rural. Es como una gran familia. Realizamos eventos nocturnos todo el tiempo, reuniones familiares y los majlis, donde se discuten temas y nos enteramos de lo que está sucediendo en la escuela gracias a los niños y a los otros integrantes de la comunidad”, contó el padre de un estudiante. Esta interconexión y la facilidad del flujo de la información en estas aldeas significan que los medios de comunicación formales fueron pasados por alto en la medida que los profesores y los directores interactuaron regularmente con los padres de los alumnos fuera de la escuela. Sin embargo, a pesar de la frecuencia de las interrelaciones, las conversaciones entre padres y maestros se trataron solo de la conducta y el rendimiento de los estudiantes.
Para fomentar la interacción y la participación de la comunidad en asuntos que van más allá de dichos temas, las comunidades trabajaron juntas para elegir a un presidente del CE. El presidente fue capaz de delinear una visión única con la que se comprometieron la comunidad y las escuelas.
Abu Muhanad, quien fue elegido presidente y recibió capacitación en el programa, incorpora las tradiciones y las culturas locales de la comunidad, pero además tiene una visión de futuro respecto a lo que pueden lograr las escuelas y los ciudadanos de manera conjunta ya que él mismo ha sido un educador por más de 20 años. Su conocimiento del sector de la educación y la confianza que los miembros locales tienen en él le ha permitido generar cohesión y establecer metas comunes, con el fin de movilizar e influir en los representantes y líderes locales y convencerlos de las ventajas de funcionar en un grupo que cuenta con una mayor participación de los padres y de la comunidad. “La comunidad local y la escuela trabajan como un solo equipo”, dijo Abu Muhanad mientras describía las nuevas actitudes hacia la creciente autonomía escolar. También ha conseguido que los padres estén más cómodos con su nuevo papel.
“Ahora, el compromiso con la comunidad es diferente. Los padres participan de manera regular en la toma de decisiones, supervisan y apoyan la escuela. Además, proporcionan apoyo a los maestros y a la escuela a través de su participación activa”, explicó Hasan, profesor y exalumno de la escuela Zeid Bin Haritha.
La mayor interacción a la larga se tradujo en mayores expectativas de parte de los padres, lo que los llevó a buscar mejores iniciativas, actividades y estándares de enseñanza en las escuelas. Esto a su vez fue correspondido por las escuelas, que habiendo visto y en algunos casos habiendo aprovechado los resultados positivos de la participación comunitaria, estaban felices de cooperar con la comunidad local para enfrentar los desafíos relacionados con la prestación de servicios. Esto dio lugar a iniciativas dirigidas por la comunidad para recaudar fondos comunitarios que permitieran comprar los materiales de enseñanza y aprendizaje requeridos, imprimir textos en letra grande para los estudiantes con problemas de visión u ofrecer servicios en especie, tales como arreglar las conexiones de gas y electricidad necesarias en las escuelas.
“Dejé de resolver los problemas de la escuela por mi cuenta”, explica el director de una escuela de niñas. “Ahora espero la reunión del CE, comparto mis problemas y allí encuentro múltiples soluciones. Los directores ahora se apoyan unos a otros, y se nos ocurren ideas que nunca habría imaginado antes”.
Aprender de las experiencias locales
Los problemas de hacinamiento de las salas de clase y del exceso de trabajo de los profesores no han desaparecido. Pero esta historia muestra lo que se puede conseguir si se combinan las mejores prácticas internacionales con las prácticas locales. En las iniciativas de desarrollo, a menudo, la atención se tiende a centrar en la ayuda a las comunidades que luchan por implementar intervenciones externas a expensas de las soluciones locales.
El desafío sigue siendo encontrar maneras de incorporar los conocimientos y las experiencias locales en un proceso institucionalizado que ofrezca orientación e inspiración y que, al mismo tiempo, aumente la rendición de cuentas.
Este proceso se puede entonces sumar a las reformas del Gobierno para fomentar un ambiente que integre aún más las prácticas locales y que aproveche plenamente las ventajas potenciales de estas.
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