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La agricultura podría ofrecer soluciones contra la obesidad, un problema creciente de malnutrición

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El aumento de la tasa de obesidad es noticia y hay un mayor reconocimiento de la importante función que cumplen la agricultura y los sistemas alimentarios en esta epidemia. Como economistas agrarios que tenemos interés en la nutrición humana, quisimos averiguar cómo se entrelaza todo esto, entender de qué manera la agricultura y los sistemas alimentarios forman parte del problema y parte de la solución. Mientras realizábamos las investigaciones para un informe reciente, (i) algunos datos nos llamaron la atención.

Antes de pasar a lo que encontramos, es importante señalar que la mayoría de los países en desarrollo se enfrenta a la “doble carga de la malnutrición”. Soportan los costos y los desafíos del sobrepeso y la obesidad, y al mismo tiempo luchan contra las elevadas tasas de desnutrición, dos formas que habitualmente se vinculan con la deficiencia de micronutrientes. Vale aclarar que la malnutrición abarca la sobrealimentación, la desnutrición y la deficiencia de micronutrientes.
 

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El sobrepeso y la obesidad no son problemas que solo afectan a los países de ingreso alto y de ingreso mediano o a las zonas urbanas.

Cuando caen los niveles de pobreza, el acceso a alimentos se estabiliza y las dietas se diversifican, y menos gente sufre desnutrición crónica o hambre. Sin embargo, el sobrepeso —o su forma extrema, la obesidad— sigue la tendencia opuesta en la población mundial y en los niños de menos de 5 años. Al parecer, hay una correlación positiva entre la prevalencia general de la obesidad y el nivel de riqueza de un país hasta cierto punto. Por ejemplo, el producto interno bruto (PIB) y el índice de masa muscular presentan esta relación positiva y lineal hasta los USD 5000 per cápita al año. Sin embargo, para ilustrar la complejidad del tema, superado ese nivel la relación es menos clara: algunos países muestran una alta prevalencia y otros con niveles de riqueza similares muestran valores muy inferiores. Hay países, especialmente países de ingreso mediano como México y Turquía, que presentan tasas de prevalencia más altas que muchos países de Europa occidental.

Si bien a veces se considera que la obesidad es simplemente una situación en la que una persona consume más energía de la que gasta, las verdaderas causas son muy complejas y hay innumerables factores que inciden directa o indirectamente en este equilibrio de energía. Por ejemplo, en el mapa del sistema de obesidad creado por el programa Foresight (PDF, en inglés) del Gobierno del Reino Unido se identifican 108 factores distintos en 7 conjuntos, como fisiología, actividad física del individuo, entorno de actividad física y psicología social. Estos factores inciden directa e indirectamente en la ecuación básica de equilibrio de energía o incorporación de energía frente a gasto de energía.

La complejidad del desafío ayuda a explicar por qué, a nivel individual, a las personas les resulta tan difícil “comer menos y moverse más para perder peso” y por qué, a nivel macro, ningún país ha logrado revertir la tendencia de la obesidad por completo.

La complejidad de la malnutrición muestra que, para tener éxito, una estrategia de intervención debe poder aplicarse en varios frentes a la vez y adaptarse a una población heterogénea. También indica que la agricultura y el sistema alimentario son parte de la solución y deberán tener un papel preponderante en dicha estrategia, especialmente en relación con la producción y el consumo de alimentos.

Desde la perspectiva de la agricultura y el sistema alimentario, puede ser más fácil prevenir la obesidad y mejorar otras formas de malnutrición a través de un enfoque común, que garantice el acceso a una dieta diversificada de alta calidad. Las medidas y las políticas que favorezcan la provisión de una dieta diversificada y saludable y el acceso a ella deben recibir un respaldo permanente a lo largo de todo el sistema alimentario, mientras los países cambian su eje de atención de la desnutrición a los problemas convergentes de la malnutrición que incluyen, cada vez más, el sobrepeso y la obesidad. Durante esta transición, se debe prestar atención a tendencias tales como el mayor consumo de alimentos altamente procesados, que se vuelven más accesibles para más personas de todo el mundo.

¿Cuáles son las políticas y las medidas que podrían tener un efecto positivo a la hora de hacer frente al sobrepeso y la obesidad?

A partir de datos provenientes de distintas fuentes, presentamos esta lista de puntos de partida para implementar medidas orientadas a mejorar la calidad de la dieta haciendo hincapié en el sobrepeso y la obesidad. Estas recomendaciones siguen el marco conceptual presentado por el Panel Mundial sobre Agricultura y Sistemas Alimentarios para la Nutrición (GLOPAN): (i)
 

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En nuestro informe queda demostrado que el sector agrícola puede cumplir varios objetivos de nutrición ofreciendo insumos que garanticen a las personas el acceso a una dieta diversificada, segura, nutritiva, asequible y de alta calidad. Si bien la epidemia de la obesidad es algo nuevo para los países en desarrollo, muchos de los esfuerzos que ya se han implementado pueden ser eficaces para hacer frente a este fenómeno. Las intervenciones adoptadas en el subsistema de almacenamiento, transporte y comercio de alimentos para mejorar la calidad de la dieta también son intervenciones que se aplican para cumplir el objetivo más conocido de aumentar la rentabilidad del establecimiento agrícola introduciendo cultivos de alto valor. En otras esferas se necesitan medidas nuevas o adaptadas al contexto. Por ejemplo, en el subsistema de producción, donde el sistema público de investigación agrícola se caracteriza por una atención casi exclusiva al rendimiento de los cultivos básicos, recomendamos también hacer hincapié en las consideraciones de biodiversidad o de nutrición.

Dado el carácter multifacético de los desafíos, es esencial reconocer que la agricultura y el sector alimentario solo pueden desempeñar un papel limitado en lo que respecta a abordar el problema. Lo más importante es que, para maximizar el impacto, el sector debe trabajar en estrecha coordinación con el sector de salud, la industria de los alimentos y los grupos de concientización de consumidores. Decir todo esto es fácil; llevarlo a la práctica en la vida real, no tanto. Ya lo hemos visto en los casos de otros desafíos multisectoriales.

Lynn Brown, (i) economista especializada en género, política de alimentos y nutrición, protección social y agricultura, contribuyó a este blog.
 


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