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La educación en la primera infancia no es un lujo

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Los observadores del panorama educativo en los países del Magreb suelen quedarse con la sensación de que la educación en la primera infancia es más un lujo que una necesidad. Si bien las guarderías, los jardines de infancia, y otros centros de educación preescolar se afianzan en las grandes ciudades con el respaldo de un sector privado que llena el vacío dejado por el sistema de educación pública, a nivel preescolar dicho sistema sigue descuidado.

A fin de entender la importancia de la educación en la primera infancia, (i) el estado de la educación universal en la región debe analizarse con un poco más de detenimiento.

Al haber cerrado hace poco Marruecos la brecha y haberse puesto a la par de Argelia y Túnez, países estos que alcanzaron la educación primaria casi universal en la década de 1980, ¿puede decirse que por fin los países del Magreb han ganado la batalla contra el analfabetismo y la falta de educación? De ninguna manera.

Si bien la tasa de analfabetismo entre los que tienen más de 15 años de edad sin dudas ha bajado en las últimas décadas a un nivel de alrededor del 20 % en Argelia y Túnez y del 30 % en Marruecos, ella continúa siendo demasiado alta respecto de la tasa de países como Libia (6 %), y Jordania y Turquía donde prácticamente se ha eliminado el analfabetismo. Cabe atribuir este retraso en los países del Magreb a la deserción escolar en los primeros años, que continúa socavando importantes esfuerzos realizados por estos países por ampliar el acceso a la educación. En un informe publicado hace poco por el Consejo Superior de Educación de Marruecos ( Conseil Supérieur de l’éducation du Maroc) se estimó que entre 2000 y 2012, un total de 1,5 millones de niños abandonó los estudios antes de terminar el ciclo de enseñanza primaria. Todos los años, cerca de 80 000 jóvenes tunecinos abandonan los estudios antes de concluir la enseñanza básica (enseñanza media), mientras que 50 000 jóvenes argelinos no terminan el ciclo de enseñanza primaria.

¿Qué lleva a millones de jóvenes —con frecuencia de zonas rurales u hogares pobres— a abandonar la escuela cuando están mal preparados para hacer frente a la vida, encontrar un trabajo digno, y crear un proyecto de vida para sí mismos? La verdad es que muchos de ellos no cuentan con la preparación necesaria para asistir a la escuela. Varios estudios recientes han revelado la importancia de hacer participar a los niños desde una muy corta edad en actividades de desarrollo cognitivo, social y emocional. Este proceso comienza con la participación de los padres, con la interacción de estos con sus hijos a través de la comunicación, los juegos y la lectura, y luego continúa con la socialización de los hijos en guarderías o jardines de infancia, donde personal cualificado los ayuda a prepararse para un aprendizaje más estructurado en el nivel primario de enseñanza.

Entonces, ¿qué sucede en nuestros países? Las conclusiones de un informe del Banco Mundial titulado Ampliación de oportunidades para la próxima generación: Desarrollo en la primera infancia en Oriente Medio y Norte de África, (i) que se publicó en junio, son esclarecedoras. Menos de la mitad de los niños marroquíes de menos de 5 años de edad y el 75 % de los niños tunecinos se benefician de una participación de los padres lo suficientemente estimulante para su desarrollo cognitivo y emocional. El acceso a la educación en la primera infancia continúa siendo reducido e inequitativo, y este nivel de enseñanza por lo general es de mala calidad. Las tasas de matriculación de los niños de 4 o 5 años de edad continúan siendo relativamente bajas: 58 % en Argelia, 63 % en Marruecos, y 45 % en Túnez, en comparación con las tasas medias que se registran en Asia (62 %), Europa (77 %), y América Latina (73 %).

Hay muy pocos centros de educación preescolar en el sistema público de Marruecos y Túnez; en la educación en la primera infancia predomina el sector privado en Túnez, y en Marruecos predominan las escuelas islámicas tradicionales (Kuttab, M’sid). La enseñanza privada suele ser inaccesible para los hogares pobres y de bajos ingresos, particularmente para los de las zonas rurales, ya que está disponible fundamentalmente en las grandes ciudades y no está subvencionada. Asimismo, debido a una supervisión deficiente, la calidad de los servicios ofrecidos en las guarderías y los jardines de infancia privados varía y con frecuencia no está a la altura de las normas internacionales.

La enseñanza tradicional también tiene problemas de calidad y no está equipada para el proceso de desarrollo en la primera infancia. Cabe destacarse la experiencia de Argelia. Sobre la base de la reducción del número de niños que asisten a la escuela primaria, en 2010 Argelia introdujo una clase preparatoria para los niños de 5 años de edad en las escuelas primarias públicas.

Los países del Magreb están tomando cada vez más conciencia de la importancia de la educación en la primera infancia. El reconocimiento de dicha importancia debe traducirse en medidas específicas para proporcionar acceso a la educación universal de calidad en la primera infancia. La experiencia internacional revela que esto exige la aplicación de normas estrictas en cuanto a instalaciones, personal y programas, así como la asignación de recursos públicos y subvenciones destinados específicamente a los pobres y las familias de bajos ingresos.

La educación en la primera infancia no es un lujo; es una necesidad. Los niños que están mejor preparados para aprender tienen más probabilidades de adquirir conocimientos, experiencias y aptitudes que les allanarán el camino para que puedan avanzar en sus estudios y triunfar en la vida.

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