Publicado en Voces

La misión para subsanar el déficit de financiamiento destinado a infraestructura y beneficiar a las personas y el planeta

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Después de participar durante dos semanas en la COP27, algo que me llamó la atención es la tríada de necesidades urgentes: apoyar la transición hacia economías de cero emisiones netas, proteger a las economías emergentes y en desarrollo de riesgos climáticos crecientes y cada vez más graves, y promover el acceso universal a los servicios básicos para millones de hogares de todo el mundo que han quedado rezagados.

Para lograr estos objetivos, es fundamental contar con una infraestructura climáticamente inteligente y con bajas emisiones de carbono, pero el déficit de financiamiento para hacerlo realidad se aproxima a un monto de billones de dólares. Anualmente.

Esta cifra astronómica puede resultar difícil de oír, pero no todo está perdido. El sector público, los organismos multilaterales, los Gobiernos y el sector privado han empezado a alinearse en torno al importante vínculo existente entre la infraestructura y el clima, lo que crea un entorno propicio para lograr avances . La clave para cerrar la brecha es optimizar las escasas finanzas públicas y el gasto de manera que aumente la participación del sector privado. Hay varias formas de hacer esto en que se combinan lo mejor de ambos mundos: experiencia e innovación por parte del sector privado y una comprensión especializada de los mercados locales por parte del sector público. Los organismos multilaterales, como el Banco Mundial, pueden ayudar a unir a estos dos actores.

Hacer esto implica aunar políticas, marcos y capacidades institucionales, en combinación con una buena orientación y conocimientos prácticos para permitir que las personas que se dedican a estas tareas y a lograr acuerdos cuidando hasta el último detalle tengan en cuenta todas las consideraciones climáticas, sociales, técnicas y de género. Esto incluye la participación de todos los grupos de partes interesadas, entre ellos los usuarios finales, a lo largo de todo el proceso.

Mientras desempeñaba sucesivas funciones ministeriales en Jordania, me involucré directamente en estos procesos, incluso a través de megaproyectos como la Zona Económica Especial de Aqaba (i), que permitió utilizar soluciones del sector privado, crear mercados (y empleos) y, crucialmente, reducir la deuda pública. Y lo más importante es que estos proyectos beneficiaron en última instancia al país y al pueblo de Jordania. Pudimos hacer más con nuestro escaso presupuesto público a través de asociaciones beneficiosas para todos con el sector privado.

Ahora, después de haber trabajado en diferentes áreas del Grupo Banco Mundial desde 2019, veo este trabajo desde otra perspectiva, algo que debatí en varios eventos de la COP27 en las últimas semanas (i). El Banco Mundial apoya las reformas de políticas que mejoran la transparencia y eficiencia del mercado, y trabaja con los clientes para establecer los marcos institucionales necesarios  a nivel de los países para hacer realidad estos proyectos. Apoyamos a los países en el desarrollo de carteras de proyectos financiables que proporcionan acceso a financiamiento en condiciones concesionarias y en forma de donaciones y usan financiamiento combinado e innovador respaldado por mecanismos de mitigación de riesgos. El objetivo de todo esto es crear un mundo donde el financiamiento privado se utilice para inversiones que den lugar a un mundo más verde, resiliente e inclusivo.

El Banco Mundial es sede de tres asociaciones financiadas por donantes cuya labor es la base de estos esfuerzos masivos: el Servicio de Asesoramiento para Infraestructura Pública y Privada (PPIAF) (i) fortalece las políticas, regulaciones e instituciones que facilitan la participación del sector privado en proyectos de infraestructura; la Plataforma Global de Infraestructura (GIF) (i) ayuda a los países clientes a elaborar carteras de proyectos de infraestructura sostenibles y de calidad, y la Alianza para la Inversión en Infraestructura de Calidad (QII) (i) brinda apoyo para incorporar principios de calidad (i) que sientan las bases para lograr una infraestructura sostenible, resiliente e inclusiva.

Nuestro objetivo es ayudar a los países a traducir sus objetivos de acción climática en planes de inversión concretos y carteras de proyectos financiables.  Para lograr esto, usamos todas las capacidades y todos los instrumentos de financiamiento del Banco Mundial, IFC y MIGA a fin de desbloquear grandes volúmenes de financiamiento privado para infraestructura climáticamente inteligente, sostenible y de calidad. Hacemos esto en el marco de nuestro Plan de Acción sobre el Cambio Climático 2021-25 para lograr el objetivo ambicioso de destinar el 35 % del financiamiento a iniciativas que promuevan la mitigación climática y los cobeneficios de adaptación y, en el ejercicio de 2022, proporcionamos una cifra récord de USD 31 700 millones para inversiones relacionadas con el clima. Los informes sobre el clima y el desarrollo de los países (i) del Banco Mundial trasladan el plan al ámbito nacional e identifican las reformas de políticas y las prioridades para hacer realidad estas ambiciones.

Un país donde se consolidan la inversión privada, la acción del Gobierno y el apoyo internacional es Uzbekistán. La primera planta de energía solar fotovoltaica de 100 megavatios (i) del país, en Nur Navoi, se benefició de la coordinación internacional y mecanismos de financiamiento innovadores, como las garantías, que ayudaron a mitigar los riesgos para los inversionistas privados. Este proyecto que tendrá un efecto catalizador, junto con la creación de un departamento nacional de alianzas público-privadas, ayudó al sector eléctrico de Uzbekistán a recibir inversiones centradas en la energía renovable. Ahora, el país está bien encaminado para alcanzar su objetivo de generar un 30 % de energía renovable para 2030, una transformación notable de un país que dependía en un 100 % de los combustibles fósiles en 2019.

Estos mecanismos son a largo plazo y complejos, muchos abarcan décadas e involucran a diferentes entidades y distintos tipos de contratos. La clave del éxito radica en la planificación, la gestión activa y la atención en extensos y múltiples niveles de detalles, e incluir áreas donde las capacidades necesitan un impulso. Financiar la transición hacia economías de cero emisiones netas pone de relieve todo este trabajo, que incluye proyectos de alianzas público-privadas climáticamente inteligentes (i) y la catalización de financiamiento para la transición energética (i), con el respaldo de una guía práctica como las herramientas para el clima (i) que desarrollamos con IFC para elaborar estos modelos de manera acertada.

El trabajo hacia adelante es arduo: se necesita un grupo de tenaces ejecutores en los sectores público y privado que se den prisa y se aseguren de que tengamos todos los componentes adecuados, tanto en términos de compromisos climáticos como de garantizar el acceso a los servicios básicos.

Todos nos debemos poner manos a la obra. Con determinación lo lograremos. Y haremos lo correcto por el planeta y las personas a las que, en definitiva, servimos.


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