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¿La pobreza monetaria capta todos los aspectos de la pobreza?

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La pobreza es un concepto complejo. Una visión generalizada argumenta que aspectos importantes de la pobreza no se pueden medir en términos monetarios; de hecho, para abordar la pobreza con éxito, debemos medir todas sus dimensiones. La edición 2018 del informe La pobreza y la prosperidad compartida (i) publicada recientemente, contiene el primer intento del Banco Mundial de medir la pobreza multidimensional a nivel mundial.  Existe una valiosa historia de las mediciones mundiales de la pobreza multidimensional, y un ejemplo destacado es el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) global (i) elaborado anualmente de manera conjunta por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Iniciativa sobre Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford. (i)

La medición del Banco Mundial de la pobreza multidimensional se inspira y usa como guía otras mediciones semejantes, pero se diferencia de muchas de ellas en un aspecto fundamental: la pobreza monetaria (un consumo diario de menos de USD 1,90 expresados en PPA de 2011) se incluye como una de las dimensiones de la pobreza. Si bien la pobreza monetaria, sin duda, no incluye todas las formas de carencia, capta la capacidad de un hogar de satisfacer necesidades básicas esenciales  como alimentos, vivienda, ropa y otras que se obtienen comúnmente comprándolas en el mercado (o mediante autoabastecimiento).

Las otras dimensiones incluidas en este ejercicio global, en que se usan datos estandarizados de encuestas realizadas recientemente en 119 países, constan de carencias en materia de educación y servicios básicos de infraestructura (agua, saneamiento y electricidad). Estos son servicios esenciales cuya prestación adecuada normalmente depende en gran medida del gasto público. Por ello, las mediciones de la pobreza en términos monetarios muchas veces no captan todos los beneficios para los hogares asociados con el acceso a estos servicios. A nivel mundial, el informe concluye que la proporción de personas que sufren carencias en múltiples dimensiones es 50 % más alta que la proporción de quienes experimentan deficiencias en términos de consumo o ingreso.

Curiosamente, incluir el consumo como una de las dimensiones permite analizar la interacción entre pobreza monetaria y pobreza no monetaria. Como era de esperarse, la pobreza monetaria se correlaciona con carencias en otras esferas, pero esta correlación dista mucho de ser perfecta. Los gráficos 1 y 2 muestran que, aunque muchos que no son pobres en términos monetarios tienen carencias ya sea en materia de educación e infraestructura (o en ambas), una parte de los pobres en términos monetarios no sufren carencias en educación o infraestructura.

Gráfico 1 
 


Gráfico 2



Más importante aún es que la correlación de la pobreza monetaria y la pobreza no monetaria varía considerablemente por región y dimensión. Si la pobreza monetaria predijese por igual todas las carencias no monetarias en todos los lugares, no sería necesario medir nada más allá de la pobreza monetaria: uno podría pronosticar de manera precisa el alcance de las carencias no monetarias midiendo las carencias en función del ingreso o el consumo diario.

Al contrario, los gráficos 1 y 2 indican que los pobres en términos monetarios en regiones más prósperas tienen tasas de carencias más bajas en materia de educación y servicios básicos de infraestructura.  Por ejemplo, una persona en América Latina y el Caribe que vive con solo USD 1,90 al día tiene alrededor de un 50 % de probabilidades de vivir en un hogar sin servicios básicos de infraestructura, mientras que esta probabilidad es cercana al 90 % en África al sur del Sahara. Por otro lado, los individuos que no son pobres en términos monetarios —aquellos que viven con más de USD 1,90 al día— tienen muchas más probabilidades de sufrir carencias en otras dimensiones si viven en África al sur del Sahara.

Los países en Asia meridional constituyen un caso interesante que ejemplifica lo que podemos aprender de este enfoque más amplio para la medición de la pobreza. A pesar de registrar un tercio de la tasa de pobreza monetaria de África al sur del Sahara, Asia meridional experimenta niveles similares de carencias no monetarias al igual que África al sur del Sahara para un nivel dado de ingreso. Aunque la pobreza monetaria ha disminuido a un ritmo impresionante en la última década en Asia meridional, esta región está rezagada en las dimensiones no monetarias de la pobreza.  Sin embargo, en Asia meridional las carencias no monetarias disminuyen rápido a medida que el consumo aumenta. Esto podría ser un indicio de sociedades polarizadas, donde por ejemplo la población rural sufre carencias múltiples mientras que la población urbana no experimenta lo mismo.

Si bien es un importante paso para registrar las carencias en materia de educación y servicios básicos de infraestructura, estas dos dimensiones sin duda no cubren todos los aspectos de la pobreza. En el capítulo 4 (PDF, en inglés) de la edición 2018 del informe La pobreza y la prosperidad compartida se analiza una medición más amplia de la pobreza multidimensional en seis países y se añaden carencias en materia de salud, nutrición y seguridad a las dos dimensiones ya mencionadas. Tal como en el caso de la educación y los servicios de infraestructura, el gasto público suele desempeñar una función clave en la prestación de estos servicios y, por lo tanto, los beneficios para los hogares no son completamente captados por las mediciones de la pobreza monetaria.

Resulta que estas dimensiones tienen incluso una relación más compleja con la pobreza monetaria. La dimensión de la seguridad —que mide si las familias viven en un barrio peligroso o han sido víctimas de crímenes o catástrofes ambientales en el último año— se correlaciona algunas veces negativamente con la pobreza monetaria (gráfico 3). En Ecuador, por ejemplo, las familias que viven en barrios peligrosos o han sido víctimas de crímenes tienden a vivir por encima de la línea internacional de pobreza.

Gráfico 3

Esto tiene implicaciones importantes para abordar la pobreza en los próximos años. Si los pobres en términos monetarios no son los que sufren de carencias en otras dimensiones de la pobreza, ¿cuál es el grupo destinatario adecuado para las políticas de lucha contra la pobreza? Una manera de responder esta pregunta es combinar las diferentes carencias en una sola medición, que es lo que precisamente hace la medición de la pobreza multidimensional. Al hacer esto se muestra que el perfil de los pobres cambia considerablemente cuando se consideran más carencias. En Ecuador, donde la falta de seguridad es un problema principalmente de las ciudades, la pobreza se torna más urbana.

La pobreza monetaria y la pobreza no monetaria pueden captar fenómenos y personas diferentes. Para poder dar un #NocautalaPobreza, debemos medir los distintos componentes de la pobreza y comprender cómo estos interactúan entre sí.


Autores

Daniel Gerszon Mahler

Economista senior, Grupo de Gestión de Datos sobre el Desarrollo, Banco Mundial

Jed Friedman

Lead Economist, Development Research Group, World Bank

Maria Ana Lugo

Senior Economist, World Bank

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