Considere que hasta US$1 billón desaparece de las economías del mundo en desarrollo cada año, según una estimación realizada por el grupo sin fines de lucro Global Financial Integrity. Ahora considere que, según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), (i) la ayuda internacional neta para el desarrollo fue de US$134 000 millones en 2012-13. Estas cifras ponen de relieve la importancia de combatir la corrupción y acabar con la impunidad para lograr las metas de poner fin a la pobreza y promover la prosperidad compartida.
En diciembre de 2014, el Banco Mundial organizó la tercera reunión de la Alianza Mundial de Enemigos de la Corrupción (ICHA, por sus siglas en inglés), que se centra en la lucha contra la corrupción y los grandes flujos financieros ilícitos generados por este delito, para compartir conocimientos y experiencias en el uso de enfoques tradicionales y alternativos en esta materia.
Aunque en el encuentro se presentaron muchos ejemplos del uso exitoso de la tecnología para combatir la corrupción, un informe (pdf) (i) publicado de una de las sesiones plantea interrogantes sobre si la tecnología siempre apoya los esfuerzos anticorrupción.
La Dra. Anne Thurston de International Records Management Trust habló acerca de los problemas que surgen a medida que los Gobiernos se vuelven más dependientes del uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC): los medios digitales se deterioran, los programas informáticos cambian y los equipos se tornan obsoletos. El riesgo es que si los documentos digitales no son gestionados de manera profesional, la integridad y el valor de estos como pruebas legales pueden verse comprometidos.
Anders Hjorth Agerskov del Banco Mundial analizó los desafíos de la gestión de los documentos en las investigaciones sobre corrupción. Las prácticas de cadenas de custodia pueden verse expuestas por la pérdida de pruebas y el deterioro físico de los documentos digitales. Los documentos digitales tienen diferentes formas y se difunden a través de diferentes sistemas, lo que hace que sean difíciles de localizar, analizar y controlar en ausencia de un sistema de manejo de pruebas adecuadamente establecido.
Las investigaciones se ven profundamente afectadas por la falta de información y activos, la destrucción indebida de documentos, y la falta de sanciones y supervisión de la gestión de documentos en los sectores público y privado.
Algunos participantes en la sesión provenientes de África señalaron que, incluso allí donde las leyes permiten el uso de evidencia digital en casos contra la corrupción, los jueces son a veces reacios a aceptar tales pruebas o se niegan a hacerlo. En estas circunstancias, ¿no es de extrañar que los funcionarios corruptos puedan actuar con impunidad?
Entonces, ¿cuál es la respuesta?
La Dra. Anne Thurston mencionó un conjunto coherente de patrones, como la norma internacional ISO 15489 sobre gestión de documentos, que puede ser usada para asegurar que los documentos digitales sean creados y mantenidos como prueba fidedigna de las transacciones del Gobierno.
Una estrategia adoptada en Rumania también señala el camino a seguir. En dicho país, la Agencia Nacional de Integridad adoptó un enfoque estratégico para la integración de tecnologías de la información (TI) que perseguía dos objetivos: mejorar la capacidad del organismo y promover la transparencia. La creación de capacidad incluyó la introducción de un sistema de gestión de información diseñado específicamente para la divulgación de los ingresos y activos, y un sistema de gestión de documentos que funciona como un archivo. Para garantizar la transparencia, se estableció la presentación electrónica de los formularios de ingresos y de divulgación de información.
Como resultado de estos sistemas de documentos digitales, todas las investigaciones pueden llevarse a cabo electrónicamente. No obstante, aún quedan desafíos, ya que existen, por ejemplo, limitaciones relacionadas con los costos, la seguridad y la sostenibilidad de los documentos, y con la colaboración al interior de la agencia en las diferentes plataformas técnicas.
Cuando se examinó si la tecnología es buena o mala en la lucha contra la corrupción, durante la sesión de la ICHA, quedó en evidencia un panorama dispar. En última instancia, lo mejor parece ser considerar a la tecnología como un instrumento que tiene la capacidad de producir resultados buenos o malos. Como cualquier herramienta, debe ser utilizada correctamente o puede causar daño, y su uso adecuado requiere tener conocimiento de los riesgos, buenas normas de prácticas y capacitación. No obstante, si se usa con habilidad, la tecnología puede ser un mecanismo poderoso en la lucha para acabar con la impunidad.
Un ejemplo es Supervizor, una aplicación en línea que permite supervisar los gastos de las entidades públicas, desarrollada por la Comisión para la Prevención de la Corrupción de la República de Eslovenia. Esta aplicación se ha usado para revelar una fuerte correlación entre los cambios en el Gobierno y los desembolsos de dinero de los usuarios del presupuesto estatal a un número limitado de empresas.
¿Cuál es a su juicio el papel de la tecnología en la lucha contra la corrupción? Esperamos sus comentarios.
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