Las inversiones inclusivas en la salud, el desarrollo en la primera infancia, el aprendizaje y el empoderamiento económico de la mujer pueden contribuir a una recuperación inclusiva, resiliente y sostenible. Este fue el mensaje claro, y centrado en el capital humano, que los ministros de Finanzas y Planificación de 81 países participantes en el Proyecto de Capital Humano plantearon en el último Cónclave Ministerial sobre Capital Humano (PDF, en inglés).
Los cierres de escuelas debido a la pandemia de COVID-19 y el aumento de la probabilidad de deserción escolar han erosionado los conocimientos y las aptitudes de la actual generación de niños en edad escolar, especialmente de los que pertenecen a hogares pobres y vulnerables. Se prevé que la pobreza de aprendizajes puede aumentar del 53 % al 63 % en los países de ingreso bajo y mediano. Al menos 24 millones de niños de todo el mundo, desde el nivel preescolar hasta el terciario, tal vez nunca regresen a la escuela.
Esto, combinado con la descualificación a raíz del desempleo prolongado y el subempleo, probablemente reducirá la productividad y los ingresos futuros. Asimismo, la pandemia ha exacerbado las desigualdades: las mujeres sufren de manera desproporcionada la falta de empleo, la carga que supone el cuidado doméstico y la violencia de género, y se ven también afectadas por los embarazos no deseados y las muertes maternas.
Es prioritario restablecer el capital humano
Es ahora más urgente garantizar un gasto público adecuado, eficiente y sostenible para lograr resultados en el área del capital humano. A menos que se aborden con decisión, las secuelas de la COVID-19 en el capital humano y la productividad futura podrían volverse permanentes.
El desafío consiste en establecer prioridades: traducir el dinero en mejores resultados de capital humano y asegurar los recursos adecuados. El documento expositivo del Banco Mundial Invertir en capital humano para lograr una recuperación resiliente: La función del financiamiento público (i), que sirvió de marco para el Cónclave Ministerial, busca generar ideas y soluciones. El capital humano es un tema especial de la vigésima reposición de los recursos de la AIF (AIF-20) para ayudar a los países más pobres a mitigar los impactos de la pandemia y transitar hacia una recuperación verde, resiliente e inclusiva.
Se necesitan inversiones inmediatas a fin de reducir las pérdidas permanentes y poner al capital humano en condiciones para la recuperación económica. Entre las prioridades esenciales se incluyen restablecer la salud, proteger a los niños pequeños de la malnutrición y otros males, lograr que los niños vuelvan a la escuela y recuperen los aprendizajes perdidos, y apoyar las oportunidades para generar ingresos laborales.
A mediano plazo, para que la recuperación económica sea sostenida, se deberá seguir mejorando la cobertura universal de salud, el desarrollo de los niños en la primera infancia, el desarrollo de aptitudes y aprendizajes, la pertinencia de la educación terciaria en relación con el mercado laboral, los sistemas de protección social adaptativos y el empoderamiento económico de la mujer.
¿Cómo garantizar los recursos que financien las prioridades referidas al capital humano?
Los resultados de capital humano se deben ubicar en el centro del proceso presupuestario para priorizar los gastos que contribuyan a la acumulación y el aprovechamiento de dicho capital. Garantizar los recursos que financien las prioridades referidas al capital humano puede implicar encontrar espacio dentro de los presupuestos existentes y llevar a cabo reformas eficaces en función de los costos.
Cuando se necesita efectuar ajustes, los países pueden identificar y proteger las partidas presupuestarias específicas que resultan claves para continuar brindando los servicios que influyen a largo plazo en el crecimiento, el desarrollo y los resultados del capital humano.
La movilización de ingresos internos también puede contribuir al objetivo. Seis políticas generales pueden ayudar a los países a aumentar los ingresos internos y crear espacio fiscal para el gasto público, incluido el gasto en capital humano: 1) ampliar la base impositiva; 2) aumentar la carga tributaria sobre los contribuyentes con altos ingresos y patrimonios; 3) destinar y delimitar algunos flujos de fondos para inversiones en capital humano; 4) establecer "impuestos saludables" para los consumos nocivos; 5) ofrecer incentivos a los contribuyentes para que inviertan en capital humano, y 6) utilizar impuestos ambientales para generar cobeneficios para la salud y el clima.
Además, la mayor descentralización del gasto en educación y salud para los Gobiernos subnacionales pone de relieve la importancia de las finanzas locales, en particular de los impuestos sobre la propiedad. En el futuro, pueden utilizarse la reestructuración de la deuda, los bonos de sostenibilidad, los fondos soberanos de inversión y el financiamiento privado para respaldar las inversiones verdes y las inversiones necesarias en reconversión de la fuerza laboral.
En el Cónclave se presentaron casos inspiradores de países que están asegurando los recursos para las prioridades referidas al capital humano. Guyana, por ejemplo, ha dado prioridad a las inversiones en capital humano como parte de su estrategia de desarrollo con bajo nivel de emisiones de carbono.
Para incentivar a los Gobiernos subnacionales, India está subordinando la liberación de fondos destinados a los Gobiernos locales a resultados de capital humano específicos. Tanto India como Indonesia destacaron la consolidación fiscal y la reforma de los ingresos, así como la reconsideración de las prioridades en materia de gastos relativos al capital humano y el cambio climático para lograr una recuperación más verde y sostenible.
Un gasto no solo mayor, sino más eficaz e innovador
Mejorar la gobernanza y aprovechar la innovación y la tecnología puede ayudar a traducir las políticas fiscales en resultados en el área del capital humano. Diversos estudios han demostrado que el mero aumento del gasto en los sectores de la educación o la salud no se traduce necesariamente en mejores resultados. Se requiere priorizar de manera clara las políticas basadas en la evidencia; un énfasis en los resultados y la rendición de cuentas de los mismos, con el apoyo de las tecnologías digitales, y una fuerte coordinación entre ministerios, organismos y jurisdicciones.
Se puede aprender mucho de los ejemplos recientes. Desde fines de 2020, al menos 10 sistemas educativos de todo el mundo participan en el Programa Aceleradores para agilizar la reducción de la pobreza de aprendizajes. Esta iniciativa se puso en marcha para demostrar que un compromiso político y financiero firme, un diseño de políticas sólido y un énfasis constante en los resultados de aprendizaje pueden estimular los avances de los países en la mejora del aprendizaje fundacional. El Programa Aceleradores coordina los esfuerzos de todos los asociados para asegurar que los países del programa muestren mejoras a gran escala en las competencias básicas en los próximos tres a cinco años. Inicialmente, 10 países o entidades subnacionales participan en el Programa Aceleradores: Brasil (estado de Ceará), Ecuador, Kenya, Marruecos, Mozambique, Níger, Nigeria (estado de Edo), Pakistán, Rwanda y Sierra Leona.
En la República de Corea, Singapur y la provincia china de Taiwán, las unidades de respuesta a la crisis ubicadas en el núcleo central de Gobierno dirigieron una respuesta coordinada y basada en información exhaustiva en tiempo real. Este enfoque también será de vital importancia para que los países gestionen el restablecimiento del capital humano y para lograr una recuperación ecológica y resiliente, ya que la lucha contra el cambio climático es un reto multisectorial y multijurisdiccional de características similares.
Las inversiones deben implicar la creación de sistemas de prestación de servicios resilientes. Las áreas fundamentales incluyen fortalecer los sistemas de salud a fin de prepararlos para futuras pandemias mediante esquemas de atención primaria de salud integrados y centrados en las personas; mejorar la prestación de servicios educativos a fin de que los niños desfavorecidos no queden relegados, y asegurar que los sistemas de protección social y laboral se puedan adaptar ágilmente a las necesidades cambiantes.
Muchos Gobiernos ya están acelerando la digitalización de sus sistemas de educación, salud y protección social y, en asociación con el sector privado, reconfigurar los sistemas de prestación de servicios en un mundo digital. Kenya invirtió en tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) e infraestructura digital en las escuelas para ayudar a los estudiantes a recuperar las pérdidas de aprendizaje y promover oportunidades de empleo para los jóvenes. Con la distribución de vacunas, Arabia Saudita aprovechó los registros digitales para incluir a los segmentos de alto riesgo de la población. Brasil, por su parte, creó la plataforma digital integrada Sine Saúde (Sistema Nacional de Empleo-Salud) para promover y facilitar la contratación de profesionales y mejorar así la prestación de servicios de salud durante la pandemia y con posterioridad.
Al desarrollar infraestructura digital y fortalecer las instituciones para mejorar la prestación de servicios, los países pueden mitigar el impacto de las crisis en el capital humano, facilitar una respuesta fiscal eficiente e impulsar una recuperación sólida.
El momento de actuar es ahora
Es reconfortante escuchar a los ministros de Finanzas y Planificación analizar de qué manera las inversiones para la acumulación y utilización del capital humano son productivas y cruciales para una recuperación verde, resiliente e inclusiva. El alto nivel de compromiso político representa una oportunidad única de consenso en torno a la movilización y utilización de más y mejores recursos para invertir en las personas y ayudarlas a alcanzar su potencial.
Vamos a ir más allá de las posibles soluciones técnicas, que incluyen los estudios analíticos, las operaciones, el aprovechamiento de la tecnología y el compromiso político propuesto de la AIF-20 (PDF, en inglés) sobre el financiamiento del capital humano. Ha llegado el momento de elevar el nivel de exigencia en la elaboración de políticas, la prestación de servicios, la planificación fiscal y la preparación, para proteger a las personas e invertir en ellas, y construir un futuro mejor.
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