Desde que comenzó la pandemia de COVID-19 (coronavirus), muchos nos quedamos en casa y trabajamos desde allí y, consiguientemente, pasamos en la cocina mucho más tiempo que antes. Algunos, cocinamos en el ambiente confortable de una cocina moderna.
Desafortunadamente, los recuerdos de mi infancia sobre mi abuela batallando con una cocina de queroseno en una habitación pequeña, siguen siendo la realidad cotidiana de más de 4000 millones de personas hoy en día. Más de la mitad de la población mundial aún carece de acceso a formas de energía eficientes, limpias, convenientes, seguras, asequibles y confiables para cocinar, de acuerdo con un informe (i) reciente del Banco Mundial. Alrededor de 2800 millones de personas no tienen acceso a ningún tipo de energía limpia para cocinar. África al sur del Sahara es la región más afectada, pues tan solo el 10 % de sus habitantes tiene acceso a soluciones de cocina modernas. En América Latina y el Caribe, el acceso asciende al 56 % y en Asia oriental, a solo el 36 %. Este desafío mundial generalizado afecta en mayor medida a las comunidades más pobres, en particular a las mujeres y los niños, que están obligados, tradicionalmente, a realizar los trabajos domésticos.
"Se calcula que la falta de avances en lo que respecta a cocinar con energías limpias tiene un costo aproximado de USD 2,4 billones al año a nivel mundial. Más de la mitad de esa suma —más de USD 1,4 billones al año— se relaciona con resultados deficientes en el área de salud".
Las consecuencias podrían ser aún mayores, dado que se ha observado que la polución del aire del hogar derivada del uso de combustibles y cocinas contaminantes puede incrementar la susceptibilidad a la COVID-19 y otras enfermedades respiratorias. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación en espacios cerrados causa casi 4 millones de muertes prematuras al año, más que el paludismo, el VIH/sida y la tuberculosis en conjunto.
Las mujeres soportan una carga desproporcionada de este costo, que se traduce en problemas de salud causados por la contaminación, así como la pérdida de productividad y riesgos para su seguridad cuando recolectan combustible. La dimensión de género permite explicar por qué no se suele dedicar atención al uso de combustibles y tecnologías tradicionales para cocinar, aunque es un problema de larga data. La contaminación resultante pone de relieve las vinculaciones entre la labor de cocinar, la igualdad de género, la salud, el medio ambiente y el cambio climático. La COVID-19 está incrementando aún más los riesgos y magnifica las desigualdades y las múltiples formas de discriminación que enfrentan las mujeres y las niñas, incluso en el sector energético.
Las iniciativas en materia de energías limpias para cocinar han quedado rezagadas, y esto ha obstaculizado los avances en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) conexos, incluso en el área del cambio climático. Las consecuencias son graves: los combustibles de leña no renovables utilizados para cocinar representan una gigatonelada de dióxido de carbono al año, o alrededor del 2 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). Este volumen es equivalente a las emisiones anuales de Japón. Un cambio de esta situación sería ventajoso en muchos aspectos: en realidad, ninguna otra intervención climática genera cobeneficios mayores para el medio ambiente, la salud y la igualdad de género a nivel local.
El Banco Mundial está redoblando sus esfuerzos en el área de las energías limpias para cocinar, movilizando conocimientos, inversiones y alianzas para acelerar los avances hacia el acceso universal a soluciones basadas en energías modernas. Hemos aprendido que no existen soluciones únicas y que es importante entender cómo se cocina en el contexto local para determinar cuál es el enfoque más adecuado y de menor costo. La modernización del proceso de cocinar y la búsqueda de la solución correcta conllevan analizar el sistema completo de interacciones, comenzando por la experiencia de los usuarios en la cocina (qué y cómo se cocina), las condiciones de la vivienda (ubicación de la cocina, tamaño de la habitación, materiales de construcción y ventilación), y los mercados y el ecosistema energético del país.
Permítanme contarles algo que me sucedió cuando me desempeñaba como ministra de Comercio en Indonesia. Entre 2007 y 2012, Indonesia logró implementar con éxito un programa de conversión de queroseno a gas propano licuado para cocinar. Como parte del subsidio a los combustibles y el programa de reforma energética, el Gobierno invirtió en infraestructura para gas propano licuado, que incluyó la manufactura de contenedores más pequeños para dicho gas, llevó a cabo campañas de sensibilización y otorgó subsidios a consumidores pobres específicos. En consecuencia, en solo cinco años, 50 millones de hogares obtuvieron acceso a gas propano licuado para cocinar, y muchas personas ya no tienen que luchar con una cocina de queroseno, como lo hacía mi abuela ya fallecida.
El Fondo para Promover Formas Limpias de Cocinar (CCF), (i) que se estableció en 2019 con una meta de financiamiento de USD 500 millones en el curso de cinco años, proporcionará donaciones basadas en resultados para movilizar financiamiento público y privado, catalizar innovaciones tecnológicas y empresariales y aumentar la asequibilidad y el desarrollo del mercado. Con ese fin, ha recibido rápidamente apoyo de donantes, el sector privado y los Gobiernos, y se ha creado una cartera de proyectos en tramitación en diversos países, entre ellos Rwanda, Uganda, Ghana, Nepal y Myanmar. Estos proyectos iniciales ascienden a más de USD 100 millones en cofinanciamiento del CCF, y al menos un monto similar del Banco Mundial.
Asimismo, el Banco Mundial está ampliando las alianzas a efectos de generar un amplio consenso acerca de la importancia de las formas de energías limpias para cocinar, y de asignarles carácter prioritario a nivel mundial y nacional. Estas alianzas tienen por objeto promover tecnologías, modelos de negocios y mecanismos de financiamiento que permitan aplicar soluciones asequibles. Combinan diálogos de alto nivel sobre políticas (por ejemplo, a través de la Plataforma de Acción en los Sectores de Salud y Energía [i], creada recientemente, y la Iniciativa sobre el Acceso a la Energía y las Formas de Cocinar Limpias [PDF, en inglés], aprobada por el Grupo de los Veinte [G-20]) con investigaciones e innovaciones (mediante el Programa de Medios para Cocinar con Energías Modernas (MCEM) [i[ y la Alianza sobre Formas Limpias de Cocinar [i]). Las organizaciones de la sociedad civil también desempeñan un papel importante concitando el interés del público y de los hogares para crear conciencia sobre el tema y promover soluciones más adecuadas.
"Cuando analizamos la oportunidad de lograr una recuperación más sostenible, además de usar el estímulo de construir infraestructura verde, debemos considerar que las formas de energías limpias para cocinar son un servicio esencial y una parte crucial de la respuesta a la pandemia".
Los planes de recuperación de la COVID-19 brindan la oportunidad de integrar la planificación de la energía y de abordar los desafíos que plantea el uso de energías limpias para cocinar. Dichos planes también pueden incluir medidas de apoyo a empresas en peligro que promuevan soluciones de energías limpias para cocinar, así como ayuda a los hogares que hayan hecho la transición a tecnologías modernas para evitar que vuelvan a caer en la situación anterior.
A medida que el mundo se recupere de la crisis, las formas de energías limpias para cocinar serán un elemento importante de una trayectoria de desarrollo verde con bajas emisiones de carbono, y serán fundamentales para alcanzar los objetivos relativos al clima y al acceso a energía. Es hora de convertir este tema en una prioridad normativa y aprovechar las oportunidades que brindan los planes de recuperación para obtener el financiamiento necesario y para establecer alianzas multisectoriales. Todos juntos, podemos aprovechar el momento proporcionando acceso a formas de energías modernas para cocinar a los 4000 millones de personas que no lo tienen. De ese modo, lograremos beneficios de desarrollo en tres áreas: el medio ambiente, las cuestiones de género y la buena salud.
ENLACES RELACIONADOS
Estado del acceso a medios para cocinar con energías modernas (i)
El Grupo Banco Mundial y la COVID 19 (coronavirus)
Únase a la conversación