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Nos enfrentamos a un desafío mundial sin precedentes para proteger a todos los países de la COVID-19 (coronavirus)

Prueba de COVID-19 en Madagascar. Foto: Henitsoa Rafalia/Banco Mundial Prueba de COVID-19 en Madagascar. Foto: Henitsoa Rafalia/Banco Mundial

La pandemia de COVID-19 (coronavirus) está generando un impacto devastador en la salud pública, las sociedades y las economías de todo el mundo:  para fines de 2021 podría empujar a unos 150 millones de personas a la pobreza extrema. Los países no podrán recuperarse hasta que todos sus habitantes puedan vivir sus vidas con confianza.

Para salvar vidas y preservar los medios de subsistencia, debemos brindar a las personas acceso a las vacunas apenas estas se encuentren disponibles. Hacer esto a una escala mundial sin precedentes plantea un enorme desafío, sobre todo para los países en desarrollo.

Tanto Pfizer-BioNTech como Moderna han anunciado que las vacunas podrían estar disponibles dentro de muy poco tiempo (i), y próximamente se conocerán los resultados de pruebas de otras vacunas. Por lo tanto, la pregunta ya no es si tendremos vacunas, sino cuándo y cómo podremos hacer que lleguen a toda la población.

Queremos asegurarnos de que los países de ingreso bajo y mediano tengan acceso justo y equitativo a las vacunas (i) y que den prioridad a las personas que las necesitan con mayor urgencia. En muchos lugares, también será necesario fortalecer los sistemas de salud y la capacidad logística para que la vacunación sea exitosa.

Aquí es donde el Grupo Banco Mundial desempeña un papel fundamental. En octubre, el Banco Mundial aprobó un paquete de hasta USD 12 000 millones para ayudar a los países en desarrollo a comprar y distribuir vacunas, pruebas de detección y tratamientos (i). La Corporación Financiera Internacional (IFC), nuestra entidad dedicada al sector privado, proporcionará USD 4000 millones a fabricantes de vacunas e insumos relacionados en países de ingreso bajo y mediano. Nuestro personal cuenta con conocimientos especializados que abarcan desde salud pública hasta transporte y logística, y tenemos una fuerte presencia sobre el terreno en los países en desarrollo

"Nuestro objetivo es respaldar la vacunación de hasta 1000 millones de personas. Y una vez que puedan comprarse las vacunas, su distribución será una tarea compleja. La vacunación a gran escala requiere una planificación cuidadosa, personal calificado e infraestructura sanitaria confiable. Habrá tres áreas clave".

En primer lugar, la logística. Los Gobiernos deberán mejorar el transporte y el almacenamiento a fin de mantener la cadena de frío para las vacunas. Algunos países necesitarán ayuda para llegar a las zonas remotas y aumentar la capacidad de almacenamiento, generar cadenas de frío y mejorar las instalaciones sanitarias. Podemos aprender de la experiencia en África occidental y central, donde los países lograron distribuir exitosamente una vacuna contra el ébola que debía almacenarse a unos 60 grados centígrados bajo cero (i) —requisito comparable al de la vacuna contra la COVID-19 de BioNTech/Pfizer— y se utilizaban motocicletas para llevar las dosis en paquetes de hielo seco a las aldeas más remotas.

En segundo lugar, la administración. Hoy en día, la mayoría de los países vacunan a los niños, pero no a grandes segmentos de la población adulta. Cada uno de ellos deberá determinar quiénes recibirán primero la vacuna (i); por ejemplo, los trabajadores sanitarios de primera línea, los adultos mayores, las personas con enfermedades preexistentes y los prestadores de servicios públicos como los docentes, los efectivos policiales y los trabajadores de las tiendas de comestibles. La mayoría de los países enfrentarán nuevas dificultades al tratar de restablecer otros servicios de salud que se han visto interrumpidos.

Los países también necesitan contar con sistemas para garantizar que los medicamentos lleguen a las personas y se distribuyan según lo previsto, lo que incluye la segunda dosis que requiere la mayoría de las vacunas.  La innovación digital y tecnológica puede ayudar. En Pakistán, por ejemplo, el Banco Mundial ha respaldado la vacunación contra la poliomielitis con herramientas de datos digitales para localizar a las personas infectadas, orientar a los vacunadores y monitorear los avances. Esto puede ayudar a prevenir el robo y el desvío de vacunas, y minimizar los riesgos de fraude a la hora de administrarlas.

En tercer lugar, la aceptación pública. Es posible que los Gobiernos se enfrenten a un nivel generalizado de dudas acerca de si los nuevos medicamentos, desarrollos a una velocidad sin precedentes, son en verdad seguros. Los recientes brotes de ébola (i) resaltaron la importancia de generar confianza en la vacunación. En la República Democrática del Congo, por ejemplo, fue necesario contratar a personal local, interactuar con líderes comunitarios y religiosos, y realizar campañas en los idiomas nativos para contrarrestar los rumores y la desinformación.

Durante los próximos 100 días, el Banco Mundial tiene previsto ayudar a por lo menos 100 países a prepararse para distribuir pruebas de detección de la COVID-19, tratamientos y vacunas.  Estamos trabajando en estrecha coordinación con la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización (GAVI), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés) y el Fondo Mundial, y ofreciendo apoyo técnico y financiero. Empezaremos ayudando a los países a evaluar su grado de preparación, cuantificar las brechas de costos y reforzar los sistemas de salud para llevar adelante la vacunación.

IFC invirtió en BioE, un fabricante indio de vacunas, y espera ayudar a otros fabricantes de países en desarrollo a ampliar la producción local cuando se disponga de las vacunas. Las soluciones innovadoras incluyen la reorientación de los canales de distribución de alimentos para suministrar las vacunas y el uso de la cadena de bloques para seguir de cerca el suministro.

La labor del Grupo Banco Mundial relacionada con las vacunas se basa en nuestra repuesta de emergencia a la pandemia. Mediante la implementación de proyectos en 112 países se está ayudando a salvar vidas  y fortalecer los sistemas de salud. Yemen y Etiopía necesitaban contar con instalaciones y equipos e insumos médicos más adecuados.

En Afganistán, nuestro apoyo ha permitido mejorar los sistemas de laboratorio y la prestación de servicios. Hemos ayudado a Egipto a poner en marcha la primera campaña nacional sobre prevención contra la COVID-19 y seguir prestando servicios médicos de rutina. Y hemos ayudado a adquirir equipamiento en Argentina, Ecuador, Indonesia, Haití, Senegal, Somalia y Ucrania.

"El desafío de distribuir las vacunas contra la COVID-19 demuestra la necesidad de que todos los países cuenten con sistemas de salud sólidos e inclusivos. Debemos adoptar una perspectiva amplia y generar mayor resiliencia, ya que sin dudas habrá nuevas emergencias sanitarias en el futuro".

La urgente necesidad de vacunación también puede contribuir a otras iniciativas generales en materia de salud: por ejemplo, el programa de Afganistán contra la polio y el programa de vacunación sistemática de Nigeria han fortalecido la atención primaria de la salud mejorando los sistemas de plataformas comunes, incluidas la logística y la capacidad para mantener las cadenas de frío.

Confío en que podemos concentrar nuestras energías y construir una coalición internacional más amplia que nunca para superar un desafío que nos afecta a cada uno de nosotros, ricos o pobres, en todos los países. Espero que este momento pueda ser un punto de inflexión en el que reconozcamos que nadie tiene la salud garantizada, a menos que estemos todos completamente protegidos.

Este artículo de opinión fue originalmente publicado en The Telegraph, y la versión en francés también fue publicada en Le Monde.


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Autores

David Malpass

Expresidente del Grupo del Banco Mundial

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