Publicado en Voces

Para responder a la crisis alimentaria en África es necesario transformar el mercado de fertilizantes

Two women in a West African farming village. Photo credit: Shutterstock Two women in a West African farming village. Photo credit: Shutterstock

Las numerosas reuniones que mantuve la semana pasada con líderes africanos que asistieron a una cumbre con el Gobierno de los Estados Unidos en la ciudad de Washington han dejado un claro mensaje: los precios de los fertilizantes están fuera del alcance de la mayoría de los agricultores, lo que pone en peligro el ciclo de los cultivos y la estabilidad rural. En 45 países de todo el mundo, 205 millones de personas se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria, lo que significa que tienen tan poco acceso a alimentos que sus vidas y medios de subsistencia corren peligro.  Uno de los principales obstáculos a la producción de alimentos en muchos países en desarrollo es el acceso a los fertilizantes, que enriquecen el suelo con los nutrientes necesarios para que los cultivos sean saludables. Contar con suficientes materias primas fundamentales —nitrógeno, potasa, fosfato y gas natural— e instalaciones de producción de fertilizantes resulta esencial para los agricultores del mundo en desarrollo, pero los altos precios de los fertilizantes constituyen un obstáculo para los agricultores del mundo en desarrollo el ciclo de cultivos de 2023 y 2024.

El desafío resulta particularmente evidente en África subsahariana. Los precios de los fertilizantes se han triplicado desde principios de 2020 y siguen siendo volátiles, lo que hace que muchos pequeños agricultores no puedan acceder a un suministro estable.  Las exportaciones de fertilizantes de Belarús y Rusia —importantes proveedores de dichos productos para África— se han visto interrumpidas por la guerra, mientras que otros países exportadores han restringido el suministro aplicando impuestos a las exportaciones, prohibiciones y requisitos de otorgamiento de licencias, en parte para proteger a sus propios agricultores. Debido a los elevados precios agrícolas, los agricultores de los países más avanzados pueden plantar más y comprar más fertilizantes, beneficiándose de subsidios que a menudo cubren el costo del gas natural necesario para los fertilizantes y el combustible diésel que se necesita para los equipos agrícolas.

Los líderes africanos aprovecharon la cumbre para hacer hincapié en que las familias de agricultores de los países en desarrollo no podrán sobrevivir y mucho menos competir. Se trata de la misma crisis que han planteado durante el año en las reuniones del Grupo de los Siete, el Grupo de los Veinte y el Grupo de los Veinticuatro, las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y las reuniones de las Naciones Unidas sobre el clima y la biodiversidad en Egipto y Canadá. Si se mantienen las tendencias actuales —precios elevados del gas natural y el carbón, los cultivos de productos básicos y los fertilizantes, y consumo elevado de los suministros disponibles por parte de agricultores que tienen mayores ingresos y subsidios que los de África—, las economías más industrializadas aumentarán su participación en el mercado y dominarán aún más la producción total de cultivos y el uso de combustibles fósiles agrícolas del mundo. Esto dejará poco margen para la agricultura en los países de África subsahariana, especialmente en los hogares más pobres, lo que provocará una larga y profunda crisis alimentaria y de empleo, sobre todo en las zonas rurales de África.  

La capacidad mundial para realinear rápidamente las cadenas de suministro de energía y fertilizantes de manera tal que dejen espacio para los agricultores más pobres será uno de los factores determinantes de la duración y la gravedad de la crisis alimentaria en África y el desplazamiento de las poblaciones rurales que sufren la presión del cambio climático. Esto implica cambios considerables tanto en las economías avanzadas como en los países en desarrollo.

El primer paso clave es dejar margen para los países en desarrollo en los mercados mundiales de gas natural y fertilizantes. A largo plazo, el aumento de la producción será vital para reducir la dependencia de Europa con respecto a Rusia, pero a corto plazo es importante que las economías avanzadas eviten frenar la oferta actual para protegerse excesivamente del riesgo de escasez. Los mercados de gas natural se están utilizando al máximo para hacer frente a las futuras necesidades de calefacción y producción química del invierno, lo que deja demasiado poco para la producción actual de fertilizantes y afecta desproporcionadamente a los productores más pequeños.

Las medidas destinadas a evitar el acopio de productos y los aumentos de la producción deben complementarse con mayor eficiencia y menos subsidios al consumo. Esto se aplica a muchas partes de la cadena de suministro de energía y también a los fertilizantes cuyas tasas de aplicación son un aspecto importante de la eficiencia. Dichas tasas son demasiado bajas en África subsahariana, lo que reduce el rendimiento de los cultivos, y, al mismo tiempo, siguen siendo excesivamente elevadas en otras partes del mundo a pesar de los altos precios del producto. Esto se debe en parte a los subsidios a los cultivos. África subsahariana registra una tasa media de aplicación de fertilizantes de 22 kilogramos por hectárea, que es 7 veces inferior al promedio mundial (146 kilogramos por hectárea). Algunos países, como China y Chile, están más cerca de los 400 kilogramos por hectárea. En promedio a nivel mundial, menos de la mitad de los fertilizantes nitrogenados que se aplican en las explotaciones agrícolas contribuyen al crecimiento de las plantas, y el resto contamina nuestros cursos de agua. Hay varias explicaciones para el uso excesivo de fertilizantes por parte de los agricultores de ingresos más altos. Una de ellas es la creencia infundada de que más es mejor. Los fertilizantes no son un factor de costo importante en comparación con otros insumos, como la mano de obra y los equipos, por lo que se presta menos atención a la cantidad que se aplica. Las prácticas agrícolas son difíciles de cambiar. Otro factor son los subsidios a los cultivos que requieren fertilizantes. En 2020, la cantidad de nitrógeno que se utilizó en Estados Unidos solo para quemar el maíz con el que se produce etanol equivalió a la mitad de todo el nitrógeno utilizado en África para fines agrícolas.

"La capacidad mundial para realinear rápidamente las cadenas de suministro de energía y fertilizantes de manera tal que dejen espacio para los agricultores más pobres será uno de los factores determinantes de la duración y la gravedad de la crisis alimentaria en África y el desplazamiento de las poblaciones rurales que sufren la presión del cambio climático."

África debe contribuir a este realineamiento mejorando el comercio interno y reduciendo los obstáculos logísticos. El continente produce aproximadamente 30 millones de toneladas métricas de fertilizantes al año, el doble de lo que consume. Sin embargo, alrededor del 90 % de los fertilizantes que se consumen en África subsahariana se importan, en su mayoría, de otros continentes. Esto refleja ineficiencias en los costos marítimos y portuarios, las cadenas de distribución y la disponibilidad de información, y otras fricciones comerciales. Cada factor necesita un esfuerzo concertado de las naciones africanas para componer el sistema. La mejora de la infraestructura comercial y las medidas para facilitar el comercio, como las normas armonizadas, desempeñan un papel importante.  Cuando es técnica y económicamente posible, la producción local puede complementar el comercio reduciendo los costos de transporte y logística. Recientemente se abrió en Nigeria una gran planta de producción de urea para convertir gas natural en fertilizante, pero una parte se utiliza para subvencionar a compradores nigerianos ineficientes y una gran parte se exporta a América Latina, lo que hace que los agricultores africanos dependan de otros mercados.

Mientras tanto, varios programas externos están ayudando en forma marginal. Las donaciones y envíos privados de fertilizantes a través de la Iniciativa de Cereales del Mar Negro han ayudado a aliviar algunos problemas de suministro. Otras iniciativas son la Plataforma Mundial para la Seguridad Alimentaria de IFC, por valor de USD 6000 millones, que proporciona acceso al crédito para abordar las limitaciones de liquidez en la cadena privada de suministro de fertilizantes, y el paquete de medidas de seguridad alimentaria y nutricional del Banco Mundial por valor de USD 30 000 millones centrado en los países en desarrollo. La nueva Ventanilla para Shocks Alimentarios del FMI proporciona un canal para el financiamiento de emergencia destinados a los países con necesidades urgentes de balanza de pagos relacionadas con alimentos y fertilizantes. El Grupo de los Siete y el Banco Mundial también están participando en alianzas de importancia crítica, como la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria, con el fin de apoyar a los países en dificultades y abordar los principales problemas que contribuyen a esta crisis.

Debemos asegurarnos de que estos esfuerzos aumenten la disponibilidad sin destruir inadvertidamente décadas de esfuerzos orientados a fortalecer los mercados privados de fertilizantes en África.  Para ello, es necesario seguir respaldando el desarrollo de los mercados y facilitar la participación del sector privado. En Kenya, por ejemplo, un programa del Banco Mundial que otorga subsidios en forma de vales electrónicos para fertilizantes ayuda a los pequeños agricultores que reúnen las condiciones a comprar fertilizantes a minoristas privados a precios subsidiados, lo que aumenta la productividad en más del 50 %, mejora la diversificación de los cultivos y fomenta la capacidad del sector privado.

Al responder a esta situación, no debemos perder la oportunidad de crear mercados agrícolas y de fertilizantes más resilientes y sostenibles para el futuro. Contar con tasas de aplicación más eficientes ayudaría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Solo la producción y el uso de fertilizantes nitrogenados representa alrededor del 2 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, por lo que es importante minimizar los desechos.  También es necesario invertir en la producción y el uso eficiente de fertilizantes ecológicos. La tecnología para producir el amoníaco necesario para fabricar fertilizantes nitrogenados con energía renovable aún no se ha adoptado ampliamente. En Egipto, Kenya y Sudáfrica, entre otros, se están construyendo plantas de producción de amoníaco ecológico. Las tecnologías para reducir las emisiones de óxido nitroso durante el uso de fertilizantes también pueden aplicarse a mayor escala. Si se intensifican los esfuerzos de investigación y divulgación relacionados con las prácticas agrícolas digitales y de precisión, la asistencia técnica, y los incentivos para adoptar una agricultura climáticamente inteligente, y se invierte en la salud del suelo, se puede aumentar la eficiencia de la aplicación y absorción de los fertilizantes.

Es importante señalar que también debemos aprovechar las oportunidades existentes de utilizar el gasto público para fortalecer la resiliencia a largo plazo de los sistemas alimentarios. Los subsidios a los fertilizantes en los países desarrollados y en desarrollo pueden reorientarse para aplicar medidas que reduzcan el uso excesivo, de manera que disminuya la huella de carbono del sector y, al mismo tiempo, aumente la disponibilidad de fertilizantes. Si los países que aplican una cantidad excesiva de fertilizantes redujeran su consumo a niveles adecuados, el acceso a dichos productos podría aumentar en los países que consumen muy por debajo del promedio mundial.

En resumen, es urgente que los fertilizantes sean más accesibles y asequibles para evitar que la crisis alimentaria se prolongue . Las vidas y los medios de subsistencia dependen de las decisiones adoptadas por los responsables de formular las políticas.


Autores

David Malpass

Expresidente del Grupo del Banco Mundial

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