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¿Podría un medio de subsistencia como la agricultura ayudar a los refugiados a prosperar y no solo a sobrevivir?

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Refugiados sirios y jardines vegetales, foto Dorte Verner/ @BancoMundial
Refugiados sirios y un huerto de hortalizas en el campamento
Zaatari en Jordania. Foto cortesía de Dorte Verner

Numerosas familias sirias han sido desplazadas por la fuerza y se han dispersado por todo Oriente Medio y otros lugares, y muchas de las personas que huyeron de la guerra me cuentan que han perdido amigos, familiares, y la mayor parte de sus pertenencias.

Jasser, un joven sirio de 24 años de edad, y su familia se vieron obligados a huir en 2012 debido a los bombardeos. Él perdió a su madre y su hermana, su casa, su automóvil y su empleo. Antes de escapar de Siria trabajaba en la agricultura, procesando y produciendo frutas y verduras. Jasser y otros desplazados como él tienen dificultades para encontrar empleo (y obtener visas), generar ingresos y educarse. Todos dicen que quieren regresar a casa en un futuro próximo; todos dicen que quieren trabajar y mantener su dignidad.

Las personas desplazadas de Siria aportan habilidades, creatividad y espíritu empresarial a las comunidades de acogida. Algunas con las que hablé en El Cairo abrieron restaurantes y puestos de comida donde venden sabrosos platos sirios como mahshi, kebab, nabulsiyah, y otros. Algunos de estos refugiados tenían un trabajo similar en Siria, pero otros no. Un vendedor de jugo al estilo de Damasco me dijo que vendía zapatos en su país.

Empleos, medios de subsistencia e integración económica

Lamentablemente, esta crisis de refugiados no es temporal. La mayoría de los refugiados no espera estar en esta situación durante mucho tiempo, pero en realidad el desplazamiento dura en promedio unos 17 años. Por ello, es necesario abordar necesidades de desarrollo a largo plazo para complementar la ayuda humanitaria que se proporciona a corto plazo. Invertir en la agricultura es una estrategia eficaz a largo plazo para generar empleos, medios de subsistencia y beneficios tanto para los desplazados como para las comunidades que los reciben. Esto a su vez ayuda a los refugiados a contribuir de modo productivo a la sociedad y reducir la carga financiera y en materia de recursos que ellos representan para las comunidades de acogida.

Las poblaciones desplazadas tienen un espíritu emprendedor y quieren trabajar. Antes de migrar, la mayoría vivía en pequeños pueblos rurales y, a menudo, ellos trabajaban en actividades agrícolas. Las personas que solían cultivar quieren aplicar sus habilidades, pero a menudo carecen de acceso a la tierra, los conocimientos y los recursos locales. La comunidad del desarrollo puede marcar una diferencia en este sentido si les proporciona dicho acceso. Más allá de los beneficios económicos y nutricionales obvios, esto también puede significar importantes ventajas sociales y psicológicas para los desplazados.

La agricultura puede originar beneficios tanto en entornos rurales como urbanos. La tierra cultivable y el agua son recursos escasos en Oriente Medio. Se pueden aplicar nuevas tecnologías y estrategias de producción para reducir las necesidades de tierra y agua que tiene la agricultura. La “agricultura de frontera” proporciona alimentos frescos al acercar las explotaciones agrícolas al mercado y permitir que los agricultores produzcan los 365 días del año. Dos ejemplos prometedores de tecnologías de frontera para la agricultura son:Image

  • La hidroponía: este método, también llamado “el clima en una caja”, permite a los agricultores cultivar hasta cuatro o cinco veces más rápido que la agricultura tradicional que se vale del suelo. Por otra parte, la hidroponía puede aprovechar la energía solar y sus cultivos están libres de pesticidas.
  • Las granjas verticales: en estos sistemas los cultivos crecen en varios niveles y ellos pueden servir para transformar pequeñas áreas en espacios agrícolas altamente productivos. La producción en las granjas verticales también es más rápida y puede ser menos perjudicial para el medio ambiente que la producción en las explotaciones agrícolas tradicionales. El desarrollo de prácticas agrícolas de frontera proporciona a las personas desplazadas habilidades prácticas que pueden posibilitarles medios de subsistencia y ser un activo una vez que retornen a sus lugares de origen. Por ejemplo, los refugiados que conocí que comenzaron negocios de alimentos podrían desarrollar habilidades adicionales y aplicarlas cuando regresen a Siria, tras el término de la guerra y durante el periodo de reconstrucción. Estas habilidades serán muy útiles para ayudar a garantizar fuentes de alimentos nutritivos para las poblaciones desplazadas (y que regresan).
Las investigaciones han concluido también que producir cultivos de alto valor —como frutas y verduras— es más rentable que producir cultivos tradicionales como el trigo. Las nuevas prácticas agrícolas de frontera como la hidroponía —cultivar plantas en ambientes controlados con agua rica en nutrientes y sin suelo— son muy adecuadas para estos cultivos de alto valor. Los hacen crecer más rápido y más saludables que la agricultura tradicional en parcelas de suelo. Capacitar a los refugiados en el cultivo hidropónico y otras prácticas agrícolas de frontera mejoraría la seguridad alimentaria, potenciaría el conocimiento agrícola y les proporcionaría a ellos habilidades productivas que los pueden ayudar a mantener a sus familias y contribuir a la sociedad.

Los medios de subsistencia agrícolas en Oriente Medio se han adaptado a las crisis durante miles de años. Los primeros asentamientos en el mundo fueron comunidades agrícolas en esta región. Las comunidades locales siempre han tenido que hacer frente a conflictos, la variabilidad y el cambio del clima, y otros desafíos como el paso de la agricultura al pastoreo. Asimismo, los descendientes de estas comunidades —como Jasser y muchos otros desplazados sirios e iraquíes— ya se arremangaron y están listos para volver a trabajar. Solo tenemos que brindarles las habilidades y oportunidades para hacerlo.

Autores

Dorte Verner

Lead Agriculture Economist in Food and Agriculture Global Practice (GFADR)

Kathryn Hollifield

Practice Manager, Agriculture Global Practice

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