El cambio climático es una crisis humana urgente. Desde 2022, 400 millones de estudiantes (i) en todo el mundo se han enfrentado al cierre de las escuelas debido a los fenómenos meteorológicos extremos, y en los países de ingreso bajo se pierden en promedio 18 días escolares cada año. Para 2050, los costos sanitarios de la inacción climática (i) podrían superar los USD 21 billones en los países de ingreso bajo y mediano.
Aunque el cambio climático es un fenómeno global, sus impactos se manifiestan a nivel local. A medida que aumentan las temperaturas en el mundo, los Gobiernos, las comunidades y los hogares se enfrentan a peligros climáticos más frecuentes y graves, entre ellos huracanes, sequías y olas de calor, que devastan las comunidades, desplazan a las familias, dañan la infraestructura y ejercen presión sobre los recursos públicos y los presupuestos locales.
Abordar estas emergencias requiere un enfoque centrado en las personas que empodere a los individuos, priorice la resiliencia y la adaptación en las políticas, y movilice a las comunidades para que se adapten e impulsen un cambio positivo.
Invertir en las personas en favor de la resiliencia y las soluciones climáticas
Invertir en el capital humano —los conocimientos, las habilidades y la salud de las personas— es una de las herramientas más eficaces para fortalecer la resiliencia, la adaptabilidad y el desarrollo sostenible.
En un nuevo informe del Grupo Banco Mundial titulado People in a Changing Climate: From Vulnerability to Action (i) (Las personas en un clima cambiante: De la vulnerabilidad a la acción) se recogieron ideas de los informes sobre el clima y el desarrollo (i), que actualmente abarcan más de 70 países y economías, y se indica que invertir en las personas aumenta la capacidad de las comunidades y sienta las bases para un futuro con bajas emisiones de carbono. En Angola (i), por ejemplo, las inversiones en salud y nutrición pueden proteger a las personas contra las crisis climáticas, especialmente a las familias más vulnerables y que enfrentan inseguridad alimentaria. En Filipinas (PDF, en inglés) se utilizó la educación como herramienta para combatir el cambio climático al ordenar a las escuelas que enseñen habilidades ecológicas e integren la adaptación en los currículos de salud, ciencias y estudios sociales.
Estas inversiones generan grandes beneficios. El Banco Mundial estima que una inversión única de USD 18,51 por niño (i) puede mitigar los impactos climáticos, mejorar la infraestructura escolar, garantizar la continuidad del aprendizaje, y empoderar a los estudiantes y maestros como agentes de cambio para un planeta habitable.
Estudiantes construyendo modelos de energía eólica y solar en un laboratorio de energía renovable en un Centro Africano de Excelencia en Energía y Desarrollo Sostenible en Rwanda, financiado por el Banco Mundial. Fotografía: Kelley Lynch/Banco Mundial.
Cuando la política climática pone a las personas en el centro, todos ganan
Las políticas climáticas centradas en las personas benefician tanto a las comunidades como al planeta. Por ejemplo, las políticas bien diseñadas pueden crear nuevas oportunidades, especialmente para los trabajadores afectados por la transición a una economía verde. Se espera que la vía hacia cero emisiones netas de Viet Nam (i), por ejemplo, aumentará el empleo en cerca de 1 millón de puestos de trabajo para 2040, y que los programas de desarrollo de habilidades desempeñarán un papel importante en la preparación de los trabajadores para las industrias verdes. En Asia meridional (PDF, en inglés), implementar programas de gestión de la calidad del aire —relacionada con la crisis climática— podría reducir las muertes prematuras por contaminación atmosférica en aproximadamente 750 000 decesos cada año, lo que incluye una disminución del 67 % en Nepal (i).
Invertir en infraestructura resiliente al clima, como sistemas de salud, educación y transporte, también ayuda a garantizar el acceso a servicios esenciales durante las conmociones climáticas, reduciendo las emisiones y permitiendo a las personas permanecer sanas, educadas y productivas.
Movilizar a las comunidades en la acción climática
La acción local es vital para fortalecer la resiliencia climática. En los enfoques comunitarios, los conocimientos y las necesidades locales pueden servir de base de las políticas climáticas, y se pueden crear instituciones subnacionales y locales para apoyar la preparación y la recuperación e invertir en soluciones climáticas adaptadas a las circunstancias y necesidades únicas. En Maldivas (i), la capacitación de las comunidades en los temas del cambio climático y la gestión del riesgo de desastres está ayudando a integrar la adaptación climática en la planificación local, en tanto que las estrategias nacionales aprovechan estos conocimientos para crear soluciones prácticas y de gran impacto.
Numerosos países están invirtiendo en el fortalecimiento de las instituciones locales para apoyar la adaptación y la resiliencia. Los Gobiernos subnacionales y locales, a menudo, tienen responsabilidades importantes en materia de adaptación climática y mitigación. Las oportunidades para mejorar su capacidad y el financiamiento pueden acelerar los enfoques impulsados a nivel local relativos a la acción climática y la resiliencia. En Kenya, un proyecto de financiamiento de la acción climática liderada a nivel local, iniciado en 2021, fue el primer modelo a escala nacional del Banco Mundial de transferencia de financiamiento climático para ayudar al Gobierno de Kenya a traducir su ambiciosa agenda climática en una acción en mayor escala sobre el terreno.
Otros ejemplos de países de la Amazonia subrayan el papel que desempeñan las comunidades indígenas en la conservación forestal y la gestión de la tierra, ya que sus territorios representan más del 30 % de los bosques.
Las soluciones impulsadas por la comunidad también abordan los factores sociales subyacentes de la vulnerabilidad climática, como la pobreza y la exclusión. En los Balcanes Occidentales (i), donde muchas familias romaníes habitan en viviendas precarias muy vulnerables a las perturbaciones climáticas, incluir a los grupos vulnerables y en riesgo en los registros sociales mejora la respuesta a los desastres y aumenta la eficacia de los programas de protección social adaptativos.
Apoyar las respuestas climáticas de los países
El Banco Mundial apoya a los países en la implementación de respuestas climáticas centradas en las personas. Como parte de su esfuerzo por ampliar los servicios de salud asequibles y de calidad para 1500 millones de personas de aquí a 2030, el Programa de Clima y Salud (i) del Banco ayuda a los países a evaluar sus vulnerabilidades climáticas y sanitarias, invierte en sistemas de salud resilientes frente al clima y trabaja con asociados para movilizar financiamiento adicional, intercambiar evidencias y promover una acción colectiva. En Nigeria (i), el Banco apoya la implementación de planes de adaptación relacionados con la salud y el clima tanto a nivel nacional como estatal, reforzando los servicios de atención primaria, fortaleciendo la capacidad del personal y ampliando la protección financiera para las poblaciones vulnerables al clima.
El objetivo del Banco de ampliar los programas de protección social para apoyar a por lo menos 500 millones de personas de aquí a 2030 también ayudará a mejorar la resiliencia frente a las perturbaciones climáticas, al tiempo que se abordará la pobreza, el hambre y la pérdida de medios de subsistencia producto de dichas conmociones. En la actualidad, 1200 millones de habitantes se enfrentan a riesgos que pueden alterar su vida debido a la exposición a al menos un peligro climático crítico. Cada vez más, los informes sobre el clima y el desarrollo de los países (CCDR) también destacarán las diferencias de género en el cambio climático y mostrarán las oportunidades para promover la igualdad de género. Un enfoque centrado en las personas seguirá siendo fundamental en los futuros CCDR.
Podemos impulsar un futuro sostenible, con bajas emisiones de carbono y resiliente dando prioridad al capital humano, los empleos y los medios de subsistencia, y la capacidad institucional. Un enfoque de la acción climática centrado en las personas fortalece a las comunidades, impulsa el crecimiento económico y permite a los países adaptarse y prosperar en un clima cambiante.
En el marco de la COP29 (i), le invitamos a participar en una serie de eventos del Banco Mundial que se realizarán el 18 de noviembre —el Día del Capital Humano (i)—, en los que se mostrará cómo las inversiones en las personas ayudan a crear un planeta habitable.
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