La crisis provocada por la COVID-19 dejará muchos legados no deseados. El mundo ha estado siguiendo de cerca el número de muertes por la COVID-19, y los recuentos oficiales ahora se elevan a más de 4 millones de personas fallecidas, concentrándose en gran medida en los adultos. Los niños que han quedado atrás son prácticamente invisibles.
La cifra es impresionante
Nuestras estimaciones del número de niños afectados, que se acaban de publicar en The Lancet (i), indican que por cada dos personas que mueren debido a la COVID-19, un niño queda huérfano tras enfrentar la muerte del padre o la madre, o del abuelo o la abuela que lo cuidaba y que vivía en su casa. Nuestros cálculos señalan que, a fines de junio de 2021, casi 2 millones de niños menores de 18 años habían perdido a su madre, su padre, o su abuelo o abuela que estaban a cargo de cuidarlos y que vivían con la familia. Los impactos económicos, de desarrollo y psicológicos en estos niños tendrán repercusiones en distintas generaciones, un trágico legado de la mortalidad relacionada con la COVID-19.
Para examinar este problema acuciante, formamos un Grupo de Referencia Mundial sobre los Niños Afectados por la COVID-19: Estimaciones y medidas conjuntas, y que lo integran académicos, profesionales de organizaciones mundiales y representantes de la sociedad civil[1].
Utilizamos datos sobre mortalidad y fecundidad para modelar estimaciones mínimas y tasas de muertes relacionadas con la COVID-19 de cuidadores primarios o secundarios de niños menores de 18 años en 21 países. Luego extrapolamos estos cálculos para obtener proyecciones mundiales. Durante los primeros 14 meses de la pandemia, nuestras estimaciones mínimas indican que más de 1 millón de niños sufrieron la muerte de un cuidador primario, incluidos padres o abuelos encargados de la custodia.
Los países con tasas de mortalidad de cuidadores primarios de al menos 1 por cada 1000 niños son Perú (10,2 por cada 1000 niños), Sudáfrica (5,1), México (3,5), Brasil (2,4), Colombia (2,3), Irán (1,7), Estados Unidos (1,5), Argentina (1,1) y Rusia (1,0). Además, durante este mismo período, otro medio millón de niños perdieron a un abuelo o una abuela que los cuidaba y que vivía en su propio hogar.
A este ritmo, un niño queda huérfano cada 12 segundos debido a una muerte relacionada con la COVID-19, y la cifra va en aumento. Nuestras estimaciones más recientes revelan que, por cada 2 adultos que mueren a causa de la COVID-19, un niño se queda sin un familiar que los cuide. Para quienes estén interesados en hacer el seguimiento de las estimaciones específicas de los países, los miembros del equipo del Imperial College del Reino Unido han desarrollado una herramienta que proporciona estimaciones de la orfandad en cada país (i), así como visualizaciones interactivas (i) acerca de los niños afectados, que se actualizan a partir de los datos sobre la COVID-19 proporcionados por la Universidad Johns Hopkins.
GRÁFICO: Estimación de muertes por COVID-19 y niños afectados por la orfandad y muerte de sus cuidadores (1 de marzo - 31 de diciembre, 2020)
Riesgo de impactos permanentes
Los niños que quedan huérfanos debido a la COVID-19 enfrentan diversos riesgos que a menudo conllevan consecuencias rápidas y amplias. Las amenazas de la pobreza, la malnutrición, el desplazamiento y la separación de los hermanos u otros miembros de la familia, la deserción escolar, la depresión, la violencia y el matrimonio infantil pueden surgir repentinamente de la caja de Pandora de la COVID-19.
¿Qué se puede hacer para frenar esta ola de orfandad y apoyar a los niños y sus familias que se ven afectados por la muerte de las personas que los cuidan? Los autores del artículo de The Lancet han redactado una nota sobre políticas para orientar la respuesta (PDF, en inglés). Este documento se basa en las enseñanzas extraídas de la crisis del VIH/sida —que también dejó a una generación de huérfanos— y pruebas de intervenciones de política exitosas.
Prevenir, preparar y proteger
La estrategia propuesta por nuestro equipo es PREVENIR la muerte de los cuidadores mediante la administración de vacunas y la atención continua a las medidas de mitigación, las pruebas, el rastreo de contactos y el aislamiento; PREPARAR a las familias extendidas o de acogida para atender a los niños que se quedan sin cuidado parental a fin de evitar la institucionalización de ellos, y PROTEGER a estos niños de un mayor riesgo de pobreza, vulnerabilidad y violencia, por ejemplo, apoyando a los padres y cuidadores restantes con programas de protección social que tengan en cuenta a los niños y que combinen las transferencias de efectivo con el apoyo a los cuidadores.
En su calidad de principal proveedor de asistencia para el desarrollo a nivel internacional, el Banco Mundial tiene un papel fundamental en la ayuda a los países para que desarrollen políticas y programas de apoyo a los niños que han quedado huérfanos debido a la COVID-19. Nuestra labor con los Gobiernos, los asociados en la tarea del desarrollo, el sector privado y la sociedad civil es esencial para:
- PREVENIR nuevas muertes: fortalecer los sistemas de salud y apoyar la vacunación para evitar futuras muertes de los cuidadores y detener la ola de orfandad. Nuestro apoyo directo a los países y la colaboración con los asociados a través del mecanismo COVAX y otros canales es clave para promover el acceso y la distribución de las vacunas, junto con una atención constante a las estrategias de contención, el fortalecimiento de los sistemas de salud y la preparación para casos de pandemia. Estos elementos son un punto central de la respuesta del Banco Mundial a laCOVID-19, y se incluyen como propuestas en el nuevo tema especial de la vigésima reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-20) relacionado con el capital humano (PDF, en inglés).
- PREPARAR a las familias: se debe evitar la institucionalización debido a su evidente daño al desarrollo psicosocial, físico y cerebral, como lo han demostrado repetidamente estudios realizados durante muchas décadas, entre ellos los del coautor Charles Nelson. A través de nuestra convocatoria a las partes interesadas y la interacción con los responsables de la formulación de políticas, el Banco Mundial puede ayudar a promover el acceso a un apoyo familiar seguro, estable y enriquecedor través del cuidado de parientes, el cuidado de las familias de acogida o la adopción.
- PROTEGER a los niños: los programas de transferencias de efectivo pueden proporcionar ingresos y apoyo a los niños y sus cuidadores, utilizando un modelo de "dinero y atención" basado en intervenciones psicosociales y conductuales. En Níger, Colombia, México y Perú, el hecho de agregar un programa de crianza a las transferencias monetarias mejoró algunas prácticas parentales y los resultados del desarrollo infantil, por ejemplo en los ámbitos de la cognición y el lenguaje (Arriagada y cols., 2018) (i). Las transferencias de efectivo se han utilizado ampliamente en respuesta a la COVID-19 para proporcionar apoyo a los ingresos frente a las crisis económicas que ha provocado la pandemia. Entre el 20 de marzo de 2020 y el 14 de mayo de 2021, las medidas de asistencia social (en particular, las transferencias monetarias) han aumentado un 120 % (Gentilini y cols., 2021) (i). Este impulso se puede aprovechar y focalizar para incluir a las familias que apoyan a los huérfanos. Los programas de apoyo a la crianza basados en evidencias que son eficaces incluso cuando se ofrecen a través de plataformas virtuales pueden encontrarse en “COVID-19 Parenting” (i), y fueron desarrollados por la Universidad de Oxford, los CDC, USAID, la OMS, Unicef y otros asociados clave.
Todos tenemos un papel que desempeñar
El fortalecimiento de la capacidad del sector público para abordar estas cuestiones es fundamental para este programa general. Los sistemas públicos y comunitarios cuentan con una fuerza de trabajo capacitada, empoderada y dotada de recursos, sobre todo en materia de desarrollo en la primera infancia, salud y protección social. Los Gobiernos y los asociados mundiales deben priorizar los recursos para los programas infantiles a fin de abordar la pandemia de COVID-19 y establecer bases sólidas para una recuperación inclusiva, duradera y equitativa. Estos mismos asociados nacionales y mundiales tienen que dar prioridad a los recursos técnicos para la modelización, la identificación, el seguimiento y la evaluación continuos de los programas dirigidos a los niños que han quedado huérfanos debido a la muerte de sus cuidadores producto de la COVID-19. Este es un desafío, particularmente en los países que enfrentan restricciones fiscales mientras el mundo debe abordar la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, las inversiones en el capital humano de los niños son esenciales para garantizar no solo su futuro, sino también el futuro de sus comunidades y países. Estas inversiones tienen altas tasas de rendimiento que se acumulan a lo largo de la vida, y de una generación a otra. La creciente cantidad de niños que han quedado huérfanos debido a la COVID-19 necesitan nuestro apoyo.
[1] El equipo incluye académicos de la Universidad de Harvard, el Imperial College de Londres, la Universidad de Oxford, el University College de Londres y la Universidad de Ciudad del Cabo; profesionales de organizaciones mundiales como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, USAID, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS), y entidades de la sociedad civil como Maestral International y World Without Orphans.
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