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Como muchas economías en la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA), Marruecos depende del sector público. Sin embargo, dado que se espera que la economía marroquí solo crezca alrededor de 3 % en 2014 después de haber crecido casi 5 % en 2011, está claro que el sector público necesita toda la ayuda que pueda conseguir.
La mejor manera es facilitar el desarrollo del sector privado. Esto se puede hacer, según la Corporación Financiera Internacional (IFC), a través de servicios de asesoría y soluciones de inversión amplias para atraer dinero de fuentes externas, respaldo a los negocios locales y creación de puestos de trabajos que son tan necesarios.
Para empezar a reducir los niveles de desempleo —que han sido superiores al 10 % desde 2005—, la economía debe crecer por lo menos 7 % cada año. Y en este sentido, una prioridad especial es la creación de empleos y la inclusión de los jóvenes y las mujeres.
Un modo de conseguirlo es ayudando al Gobierno y al sector financiero a ampliar el acceso al financiamiento para las micro, las pequeñas y las medianas empresas. En Marruecos, como en muchos países de la región, estas constituyen casi el 90 % de todas las empresas y generan hasta el 80 % del empleo, pero a menudo tienen dificultades para obtener los recursos que les permitirían expandir sus negocios, crear más puestos de trabajo y contribuir a la economía.
Ciertos sectores se encuentran particularmente en un nivel de solidez para poder recibir apoyo e inversiones. Por ejemplo, el área de la energía renovable tiene mucho potencial, especialmente debido a la floreciente tecnología de la energía solar y a las oportunidades que brinda un desierto soleado. Asimismo, el crecimiento de la agroindustria tiene grandes posibilidades en un país cuya buena ubicación le permite convertirse en un granero regional. Finalmente, la inversión en educación es esencial para garantizar que los jóvenes se gradúen de la escuela y la universidad con las habilidades que necesitarán en el mundo del trabajo o estén en condiciones de iniciar sus propios emprendimientos.
Otra estrategia es convertir a Marruecos en un centro financiero en África, ya que su ubicación puede ayudarle a ser un puente de conexión con los mercados europeos más ricos. Las así llamadas inversiones sur-sur desde Marruecos, especialmente hacia África al sur del Sahara, podrían permitir a las empresas marroquíes ampliar sus horizontes y al mismo tiempo hacer crecer la economía interna.
Para adoptar estas medidas se requieren conocimientos externos, a través de asesoría de especialistas que ayuden a mejorar el gobierno corporativo, a desarrollar el clima de inversión, a enfrentar los desafíos en materia de eficiencia energética y a orientar los modelos de las asociaciones público-privadas. En definitiva, es crucial contribuir a generar confianza de los inversionistas en Marruecos, proporcionando todo el apoyo que sea posible a su sector privado.
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