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Por qué la inclusión económica es fundamental para reducir la pobreza y empoderar a las personas

Por qué la inclusión económica es fundamental para reducir la pobreza y empoderar a las personas Mujeres participan en programas de protección social y nutrición financiados por la AIF en la aldea de Soavina en Madagascar. Crédito: Banco Mundial/Sarah Farhat

Cuando el mundo afronta desafíos globales complejos como la pobreza, la desigualdad y el cambio climático, las comunidades más pobres son a menudo las que se ven más afectadas y a las cuales es más difícil proporcionarles ayuda.

Para abordar estos problemas acuciantes, el Grupo Banco Mundial se ha fijado objetivos ambiciosos: adoptar medidas de protección social para beneficiar a por lo menos 500 millones de personas de aquí a 2030, entre ellas 250 millones son mujeres.

A medida que trabajamos para alcanzar estas metas, los programas de inclusión económica, que ayudan a aumentar los ingresos y los activos de los grupos más pobres del mundo, serán fundamentales, ya que son vías comprobadas hacia mejores oportunidades de trabajo y una vida digna. Estos esfuerzos impulsan el cambio al combinar soluciones como las transferencias monetarias digitales con actividades de capacitación, capital comercial, orientación y acceso a los mercados. Al hacerlo, contribuyen a romper el ciclo de la pobreza y a fortalecer la resiliencia.

A nivel mundial, las iniciativas de inclusión económica van en aumento. Estos programas llegan ahora a 15 millones de hogares y benefician a más de 70 millones de personas en 88 países, según el nuevo Informe sobre el estado de la inclusión económica 2024 (i) de la Alianza para la Inclusión Económica (i) con sede en el Banco Mundial. Los programas gubernamentales a menudo dirigen estos esfuerzos, y han llegado a casi el 75 % de estos hogares. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) ofrecen apoyo adicional y amplían aún más el alcance.

Pero la lucha para reducir la pobreza extrema está lejos de terminar, ya que casi 700 millones de personas aún viven con menos de USD 2,15 al día, y muchas de ellas enfrentan una grave inseguridad alimentaria. Este reciente informe se basa en las conclusiones de 2021 y muestra el enorme potencial de ampliación de los programas de inclusión económica, al tiempo que trabajamos para poner fin a la pobreza.

Las evidencias respaldan el poder de la inclusión económica

Las investigaciones indican que los programas de inclusión económica tienen impacto y son eficaces en función de los costos, y empoderan a las personas y las comunidades. En Níger (i), por ejemplo, el gasto de los hogares en alimentación, salud, educación y otros bienes y servicios aumentó un 15 % gracias a esta iniciativa, en tanto que los ingresos de las empresas de mujeres se duplicaron. De manera similar, en Zambia (i), el programa de apoyo a los medios de subsistencia de las mujeres dio lugar a un aumento de casi el 20 % en el gasto en alimentos y artículos no alimentarios, y un incremento del 45 % en las ganancias de las empresas. El programa alcanzó el punto de equilibrio al cabo de un año. En Afganistán (PDF, en inglés), los hogares participantes tuvieron ingresos un 32 % más altos y fuentes de ingresos más diversas cinco años después de una intervención, lo que los ayudó a sobrellevar una serie de sequías y conflictos.

Estos resultados no solo ponen de relieve la eficacia en función de los costos de estos programas, sino también su potencial de generar considerables rendimientos de las inversiones cuando se integran en los sistemas gubernamentales. En nuestro informe se recopilan estas historias de éxito y se brinda orientación sobre cómo ampliar dichos programas de manera que se superen las limitaciones específicas de los participantes y se aproveche su potencial económico.

Involucrar a las mujeres y los jóvenes para lograr un cambio duradero

Uno de los principales impactos de los programas de inclusión económica puede ser su capacidad para dar empleo remunerado a mujeres y jóvenes. No obstante, se puede hacer más. El 90 % de estos programas están dirigidos a las mujeres, pero solo un tercio se centra explícitamente en empoderarlas en los sectores económicos. Hacer unos pocos cambios en el diseño para abordar problemas como las normas sociales, la carga de las tareas de cuidado no remuneradas y los obstáculos legales y regulatorios pueden impulsar aún más el impacto de estos esfuerzos.

El desempleo juvenil es otra prioridad, especialmente en las regiones con una creciente población joven. Aproximadamente dos tercios de los programas de inclusión económica están dirigidos a los jóvenes, y fomentan sobre todo el trabajo por cuenta propia en entornos rurales. En las zonas urbanas, los programas que contribuyen a ampliar el empleo asalariado a través de la capacitación profesional, la formación de aprendices y las asociaciones con empleadores podrían ofrecer a los jóvenes oportunidades económicas más diversas y sostenibles. En Bangladesh (i), por ejemplo, el Banco Mundial trabaja con el Gobierno para ofrecer a los jóvenes vulnerables de zonas urbanas, en particular a las mujeres, tutoría y capacitación en aptitudes para la vida con el fin de aumentar su confianza, y pasantías en trabajos habitualmente desempeñados por hombres para ayudarlas a desarrollar su potencial económico.

 

Fortalecer la resiliencia climática

Los programas de inclusión económica también pueden ayudar a enfrentar el cambio climático. Hoy en día, el 66 % de estos programas incorporan medidas de resiliencia climática, las que capacitan a los participantes para gestionar los riesgos ambientales. En el Sahel (i), por ejemplo, casi 600 000 personas vulnerables de seis países recibieron apoyo para diversificar sus medios de subsistencia y adoptar otros más resilientes frente al clima. Los enfoques innovadores, como los seguros contra riesgos climáticos y las tecnologías verdes de bajo costo, pueden empoderar aún más a las comunidades para adaptarse y fortalecer la resiliencia, vinculando la inclusión económica con medios de subsistencia sostenibles y resilientes frente al clima.

 

Mayor alcance e impacto gracias a asociaciones coordinadas

La ampliación de estos programas para que lleguen a más personas requiere tanto eficiencia como una mayor calidad en la ejecución. Los sistemas gubernamentales de prestación de servicios respaldados por tecnologías digitales y que se asocian con ONG, organizaciones comunitarias y el sector privado pueden ampliar significativamente el alcance de los programas de inclusión económica.

Este enfoque flexible, que adapta los programas a las necesidades y los resultados locales para que se puedan expandir con éxito, debe incorporarse en los sistemas nacionales de protección social. Un modelo integrado de creación de empleo para los pobres y vulnerables, apoyado por los sistemas de protección durante los tiempos de crisis, es una inversión inteligente para cualquier Gobierno que se compromete a luchar contra la pobreza y dar a todos sus ciudadanos igualdad de condiciones para ascender en la escala de oportunidades.

 

Hacia un futuro de resiliencia con equidad

El Informe sobre el estado de la inclusión económica 2024 nos recuerda que la inclusión económica no es solo una opción de inversión para los Gobiernos, sino también un camino para cambiar significativamente la vida de millones de personas que luchan a diario contra la pobreza, la falta de oportunidades, el desencanto y la desesperanza. Podemos mejorar. Independientemente de que seamos responsables de formular políticas, profesionales del desarrollo o asociados, podemos tratar de ampliar los programas de inclusión económica siempre que sea posible. Si queremos crear un futuro más resiliente, inclusivo y equitativo, esto debe ser una prioridad urgente.

Obtenga más información sobre la inclusión económica en Zambia: https://youtu.be/wtR3tv66u6o?feature=shared (i).


Iffath Sharif

Director Global de Protección Social y Empleo

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