En la República Democrática del Congo, Kany Mafuta tiene una pequeña empresa que produce harina de yuca. La demanda de su producto está en auge, pero no tiene los recursos para comprar nuevos equipos y ampliar la producción. Kany obtuvo un pequeño préstamo de un programa financiado por el Grupo Banco Mundial, y cuando buscó otras fuentes de capital, los bancos locales solo podían ofrecerle créditos con altas tasas de interés. Con capital adicional, Kany podría llegar a nuevos clientes, ayudar a cubrir una demanda insatisfecha de raíz de yuca y crear empleos que tanto se necesitan en un país con una tasa de desempleo extraordinariamente alta.
La historia de Kany repercute desde San Francisco a Shanghai y Senegal. Independientemente de que estén en la República Democrática del Congo produciendo harina de yuca o en Dakota del Norte produciendo harina de trigo, las emprendedoras enfrentan muchos obstáculos similares.
En el mundo, los emprendimientos propiedad de mujeres representan un poco más del 30 % de las empresas formales registradas . Necesitamos aumentar de manera considerable ese número, dado que las empresas de las mujeres crean empleos, y en última instancia nos ayudan a alcanzar mucho más rápido nuestro objetivo de poner fin a la pobreza extrema.
Las mujeres enfrentan leyes y normas sociales que les impiden tener propiedades o trabajar sin el permiso de un pariente varón en muchos países en desarrollo. Pero algunos desafíos son mundiales: demasiadas mujeres no tienen acceso a capital o redes profesionales que necesitan para tener éxito . Estamos encontrando nuevas maneras de derribar estos obstáculos, y las lecciones que estamos aprendiendo en un país pueden beneficiar a las mujeres en muchos otros lugares.
Descubrimos que los programas que combinan el crédito con la capacitación, la orientación y el acceso a redes —creando “ecosistemas”— prestan una mejor ayuda a las mujeres que inician y dirigen negocios. Hemos encontrado que los programas de capacitación en gestión tradicionales tienen un impacto limitado en el desempeño de las empresas dirigidas por mujeres, mientras que los programas que se centran en competencias interpersonales —como la perseverancia, la innovación y el establecimiento de objetivos— logran resultados más positivos.
En Togo, concluimos que la capacitación en iniciativa personal aumentó las ganancias de las empresas propiedad de mujeres en un 40 %, en comparación con un 5 % en el caso de la capacitación empresarial clásica. Ahora, estamos aplicando esas lecciones en proyectos de México, Mauritania, Mozambique y Etiopía. Estas competencias interpersonales se enseñan usando un enfoque basado en la psicología, que promueve una mentalidad proactiva centrada en comportamientos emprendedores.
Al igual que en Silicon Valley, los proyectos en Congo y Guinea usan la información, la orientación y la exposición temprana [a los conceptos de gestión y organización empresariales] para incentivar a las mujeres a ingresar en áreas empresariales de alto rendimiento y tradicionalmente masculinas. En Pakistán, Nigeria y Oriente Medio, incubadoras y aceleradoras de empresas impulsan la participación femenina, aprovechando las universidades, los grupos de mujeres y otras redes, tal como lo hacen las incubadoras y aceleradoras en las principales ciudades de Estados Unidos.
Cada programa varía según las circunstancias locales, pero no es una exageración asumir que las lecciones de otros lugares del mundo pueden aplicarse en Estados Unidos, y viceversa. ¿Pueden los proyectos que se realizan en la India adaptarse a la zona de los Apalaches? ¿El enfoque de las competencias interpersonales aplicado en Togo funcionaría en la región de Estados Unidos conocida como el “cinturón industrial”? Un interesante intercambio de ideas mundiales se arraiga mientras las empresas, las instituciones financieras, las organizaciones sin fines de lucro y otras entidades buscan maneras para derribar los obstáculos que limitan a las empresarias.
A medida que aprendemos más cada día, agilicemos nuestros esfuerzos para adoptar lo que funciona, ampliarlo, y liberar plenamente el potencial de las mujeres en todo el mundo.
Publicado originalmente en Inc. Magazine (i)
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