Gran parte de mi investigación durante la última década ha tratado de ayudar a responder la pregunta de por qué hay tantas pequeñas empresas en los países en desarrollo que no crecen nunca hasta el punto de agregar muchos trabajadores. Hemos intentado darles a las empresas subsidios, préstamos, capacitación empresarial, asistencia para la formalización y subsidios salariales, y hemos descubierto que, aunque éstos pueden aumentar las ventas y las ganancias, ningunos de ellos consigue que muchas empresas crezcan.
Estas intervenciones típicamente dan por sentado que las empresas enfrentan demanda suficiente, de modo que, si producen más, o de manera más eficiente, ellos pueden vender sus productos. Este podría ser un supuesto razonable en muchas zonas urbanas, pero en áreas más alejadas, la mayor limitación podría ser simplemente el tamaño efectivo limitado del mercado. Un nuevo trabajo muy destacado de Rob Jensen y Nolan Miller propone esta explicación en el contexto de la industria de construcción de botes de Kerala, y muestra que la introducción de teléfonos móviles permitió que los consumidores aprendieran más sobre las empresas que no pertenecen a la localidad, lo que a su vez permitió que las firmas de alta calidad se empezaran a expandir y a ganar participación de mercado, mientras que compañías de baja calidad se vieran obligadas a salir del mercado.
Contexto
El escenario son aldeas costeras pesqueras en dos distritos de Kerala, donde los autores realizaron un completo censo de todas las empresas que se dedicaban a la fabricación de embarcaciones cada seis meses durante seis años entre enero de 1998 y enero de 2004. En la línea de base, había 143 empresas dedicadas a fabricar botes. Estas firmas eran pequeñas, con un promedio de 2,2 trabajadores y un tamaño máximo de cuatro trabajadores. Ninguna empresa suministraba más del 1,3 % de todo el mercado a través de los dos distritos, pero cada una de ellas tenía una participación muy grande de su mercado local: básicamente, había un solo constructor de botes en cada aldea, a quien casi todos compraban sus botes.
La calidad se mide principalmente por la duración de los barcos. De manera convincente, los autores argumentan que es muy difícil para los compradores potenciales evaluar de manera fácil cuando se trata de nuevos proveedores; se pueden enterar de la calidad del constructor de botes de su aldea a partir de la experiencia personal y de la de otros pescadores en el pueblo, pero para ellos sería muy difícil determinar si un bote va a durar cuatro años o cinco años solo con mirarlo cuando se trata de fabricantes que no son de la localidad.
Los autores son muy minuciosos en la medición de la calidad: utilizan cuatro sistemas de medición distintos, incluyendo entrevistas a los pescadores sobre los barcos anteriores que tuvieron; el uso de auditores independientes que trabajaron para un programa gubernamental de seguros de botes; interrogar a los pescadores acerca de cuánto tiempo duran los barcos de su constructor local, y una medición de la habilidad residual basada en la regresión. Muestran que hay mucho mayor variación en la calidad que en el precio: un bote promedio dura de cuatro a cinco años, y los mejores botes duran tres a cuatro años más que los peores, lo que significa que hay solo una diferencia de precio de 15 % entre el bote menos caro y el más caro.
El experimento natural
Los autores utilizan el mismo experimento natural utilizado por Jensen (2007) en su trabajo sobre cómo la difusión de los teléfonos móviles condujo a que los pescadores comenzaran a buscar mejores precios para sus capturas y a vender por primera vez fuera de sus mercados locales. Utiliza el gradual despliegue de la cobertura de los teléfonos móviles en esta parte de la India a principios de siglo para proporcionar una reducción exógena en los costos de información.
La cadena causal entre la introducción del teléfono móvil y los cambios en tamaño de la empresa y en la productividad
Los autores establecieron una clara cadena causal y muestran de manera muy clara la correlación entre el despliegue de los teléfonos móviles y cada uno de estos vínculos. Lo que es particularmente agradable es que éstos se pueden ver muy claramente de manera gráfica, así como en las regresiones.
Paso 1: cuando llegan los teléfonos móviles, los pescadores comienzan a vender su captura fuera de la localidad. Esto fue establecido en el trabajo anterior de Jensen, y se demuestra aquí. Antes, el 95 % de los pescadores vendían su captura en el mercado local, y esto disminuye a alrededor de 60 % cuando llegan los teléfonos móviles.
Paso 2: Los pescadores que visitan diversos mercados aprenden más sobre el mercado de botes que no son construidos en su localidad. Los autores entrevistan a los pescadores sobre los fabricantes de botes que conocen, y cuánto tiempo piensan que duran los botes. Son mucho más precisos cuando se refieren a su constructor local que cuando lo hacen respecto a fabricantes que no son de la localidad. Pero cuando llegan los teléfonos móviles, su error promedio acerca de los fabricantes de otras localidades disminuye, y sus estimaciones convergen con las de los lugareños de estos mercados.
Paso 3: El pescador comienza a comprar botes en otras localidades. Esto no se demuestra directamente; supongo que porque los botes son compras no muy frecuentes para los pescadores, y los autores toman solamente una muestra de 15 pescadores cada vez, de manera que no tienen suficiente información del lado del consumidor para documentar esto. Rob Jensen me confirmó que la frecuencia de los datos es un problema acá, pero piensa que tal vez puedan decir algo más sobre esto.
Paso 4: Los constructores de alta calidad ganan participación de mercado y crecen, y los constructores de baja calidad pierden participación de mercado, y posiblemente se ven obligados a salir del mercado. La construcción de botes se desarrolla en familias, y los autores afirman que el número de empresas se había mantenido estable en el tiempo en el periodo previo a la introducción de los teléfonos móviles. Entonces, cuando llegaron los teléfonos móviles, el número de fabricantes de botes cayó de 59 a 23 en la región I, y de 48 a 19 en la región II, mientras que permaneció igual en la región III, donde los teléfonos no fueron introducidos (vea el gráfico).
Resumen del gráfico 3: el número de empresas fabricantes de botes disminuye después que se introducen los teléfonos móviles en la región II, pero se mantiene estable a lo largo del tiempo en la región III, donde no se introdujeron teléfonos móviles.
Se demuestra que esta salida del mercado está concentrada en empresas de baja calidad: cada año adicional de calidad de línea de base reduce la probabilidad de salida en 6 puntos porcentuales.
Entonces, la participación de mercado crece para las empresas buenas, y disminuye para las malas. En la última ronda de las investigaciones, varias firmas habían capturado entre el 4 % y el 7 % del mercado total, y una empresa en el percentil 75 de la calidad había ganado 2 puntos porcentuales en participación de mercado. Estas empresas con mayor calidad de referencia aumentan de tamaño entonces, con un empleo promedio por empresa al final de 5 trabajadores, lo que es mayor que el máximo de 4 trabajadores observados en cualquier firma en la línea de base.
Paso 5: el mayor tamaño de las empresas permite la especialización y el crecimiento de la productividad. El número de botes que se producen en la región fue bastante constante a lo largo del tiempo: en este caso, una calidad mejor no condujo a un aumento en la demanda total. Sin embargo, este mismo número de botes es producido ahora por pocas empresas, utilizando entre 28 % y 40 % de menos trabajadores, y entre 34 % y 35 % menos de capital, lo que significa un aumento dramático en la productividad. En otro ejemplo de una buena medición, los autores preguntaron acerca de la asignación del tiempo del trabajador a las 11 tareas que requieren más tiempo de estas empresas. En la línea de base, el trabajador promedio realizó cerca de 7u 8 de estas tareas. Tras dos años del ingreso de los teléfonos, el trabajador promedio está realizando solamente alrededor de tres tareas: los propietarios se centran más en las tareas que requieren de más destrezas de acabado y de sujeción, así como en relaciones con los clientes y gestión y supervisión, mientras los empleados más nuevos se especializan en tareas menos calificadas, tales como el corte, la obtención de insumos y la limpieza.
Los consumidores también ganan: el precio de los botes aumenta el 12 %, pero la esperanza de vida del barco aumenta 1,3 años (el 31 %), de modo que disminuye el costo por bote anual.
En resumen
Esta es una investigación muy convincente y con muy buenos argumentos. Además de contribuir a los beneficios de la apertura a la literatura comercial, es un buen ejemplo de cómo el crecimiento “impulsado por la demanda” puede ser una manera eficaz de ayudar a las empresas a crecer (véase también Atkin y otros, 2017). Sin embargo, aunque muestra que la información del consumidor puede ser una barrera para el crecimiento, plantea preguntas sobre por qué mejores esfuerzos de mercadeo no son capaces de solucionar estos problemas. Los autores incluyen varias notas al pie de página sobre cómo la falta de declaraciones del asegurado, las garantías, y los sitios web de opinión de los consumidores, como Yelp, o empresas como Consumer Reports, hacen que sea difícil para las empresas apuntar a la calidad. Rob Jensen me cuenta que puede ser mucho más duro superar esta barrera de información para productos durables caros que se compran con poca frecuencia, que para bienes menos caros donde la calidad se puede observar con relativa rapidez al momento de la compra. Pensar acerca de intervenciones en el mercado que puedan ayudar a solucionar estos problemas parece un área importante para el trabajo futuro.
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