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¿Quién ayudará a los estudiantes universitarios desplazados de Siria?

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Hany sostiene su posesión más preciada: los certificados de su graduación de la escuela secundaria.


“Ellos son mi vida, son mi futuro. Dejé todo atrás en Siria, excepto estos [documentos]”.

En una escalada sin precedentes y con 16 millones de personas ya desplazadas y otras más viviendo bajo la amenaza de sufrir el desplazamiento, parece poco probable que la actual crisis de Oriente Medio termine pronto. La situación es poco común ya que afecta en gran medida a países de ingreso mediano, que tienen sistemas de educación bastante bien desarrollados. El país más afectado es Siria, ya que más de 4 millones de sus habitantes se encuentran refugiados en Jordania, el Líbano, Turquía y otros países de la región, y cientos de miles de personas se dirigen a Europa de manera ilegal. Además, casi 8 millones de sirios han sido desplazados (i) internamente.

Antes de la guerra, el 93 % de los niños sirios iba a la escuela y un 25 % de los jóvenes que cumplían con los requisitos asistía a instituciones de enseñanza superior. Pero se estima que más de la mitad de los jóvenes sirios en la educación superior fueron desplazados, sin poder continuar sus estudios debido a la inseguridad o porque las instalaciones de sus universidades han sido destruidas y sus profesores no pueden continuar impartiendo clases. Es posible que haya 200 000 estudiantes sirios “calificados para la educación superior” (i) entre la población de 12 millones de desplazados.

Hasta que estalló la generalizada crisis en Siria, los organismos que se ocupan de los refugiados y los desplazados internos se centraban en la asistencia humanitaria de emergencia, proporcionando alimentos, saneamiento, vivienda, educación básica para el desarrollo de habilidades básicas, alfabetización y algunos estudios primarios. Históricamente, esto se deriva de las distinciones establecidas desde hace tiempo entre la ayuda humanitaria y los programas de desarrollo. Hoy en día, sin embargo, organismos como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y otros están aumentando su apoyo a la educación superior.

De hecho, para que Siria y la región se recuperen de la violencia y el extremismo registrado en los últimos cuatro años, la comunidad internacional debe encontrar mecanismos que den acceso a la educación a los sirios. Además de la radicalización, también existe el peligro de que los miembros de toda una generación, principalmente de la mayoría sunita, sean marginados, ya que están enfocados en la supervivencia diaria y no en el desarrollo de las habilidades y la disciplina que son necesarias para tener éxito en el campo académico y profesional.

Antes de la guerra, la educación superior de Siria ya no contaba con las debidas inversiones y se caracterizaba por un entorno agobiante, sobre todo cuando se trataba de temas políticos. Aun así, ha habido reformas que comenzaron en 2000 y abordaron la calidad y la creación de nuevas universidades privadas de élite junto a las grandes universidades públicas de Damasco y Alepo. Más de 100 000 estudiantes asistían a la universidad y había más alumnos en academias técnicas, que equivalen a colegios comunitarios preuniversitarios. La educación en ingeniería, medicina y arquitectura (i) se comparaba favorablemente con la de otros países árabes. Las universidades eran mixtas y las mujeres constituían más de la mitad de los estudiantes. Los alumnos universitarios, principalmente los de la clase media, fueron los primeros sirios que protestaron contra el Gobierno en 2011, pagando el precio una vez que se desató la dura respuesta estatal.

Jordania y el Líbano albergan en conjunto a unos 40 000 a 50 000 posibles estudiantes universitarios sirios. Pero ellos tienen problemas, como la falta de calificaciones o calificaciones incompletas, y enfrentan desafíos como las incompatibilidades de los sistemas educativos nacionales que afectan todos los aspectos, desde la graduación de la escuela secundaria hasta las transferencias a universidades. Ellos necesitan conseguir documentos y recursos de Siria y tienen que hacer frente a la actitud a menudo hostil de las embajadas y consulados de su país. Especialmente en el Líbano, el no poseer dominio del inglés o el francés es una cuestión muy importante. La compleja relación entre el Líbano y Siria también puede significar problemas para los estudiantes sirios.

Otro obstáculo son los aranceles, que ponen a muchas instituciones de educación superior fuera del alcance de los jóvenes. Menos del 10 % de los estudiantes sirios que cumplen con los requisitos están matriculados en Jordania o el Líbano y la inmensa mayoría de hombres y mujeres que alguna vez asistieron a las universidades sirias, son ahora una pequeña minoría. Egipto, que era antes un destino favorito para los estudiantes de Siria, es mucho menos acogedor desde que el régimen egipcio cambió en julio de 2013. Antes, se les permitía a los sirios inscribirse como lo hacían los residentes locales en los programas de pregrado, aunque debían pagar aranceles adicionales. Si bien hay solo 14 500 estudiantes universitarios entre una población total de 133 000 refugiados sirios, Egipto todavía tiene el mayor número de estudiantes sirios de la región. Pero la llegada de nuevos inmigrantes es escasa.
Aunque la barrera lingüística en Turquía (i) tiene mucho peso para los estudiantes sirios, ellos pueden matricularse en las universidades turcas siempre que puedan demostrar el dominio del turco. No tienen que pagar aranceles y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y las universidades locales ofrecen algunas oportunidades para aprender el idioma. También, surgen problemas relacionados con la documentación, pero algunas universidades cercanas a la frontera pueden dejar de exigir los documentos y aceptar a los sirios como “estudiantes especiales”, (i) aunque esta medida ha sido implementada esporádicamente. Sin embargo, existen situaciones delicadas desde el punto de vista político, como la percepción de que los espacios universitarios cedidos a los refugiados pueden conducir a tensiones.

Para el año académico 2014-15, se matricularon unos 4600 estudiantes sirios (i) en universidades turcas. El sector privado ha propuesto establecer una universidad para los sirios, y Turquía y Qatar crearán de manera conjunta una universidad para refugiados sirios, (i) que impartirá enseñanza en árabe e inglés y que aspira a contratar a 400 académicos sirios en Turquía.

Muchos de los sirios que buscan refugio en Europa son de clase media y se trata de estudiantes universitarios. Europa y el mundo desarrollado, en general, no aceptan becarios. Las becas ayudan a cientos de personas cada año, pero la enorme necesidad actual requiere intervenciones de una magnitud diferente. Europa también quiere saber si estos estudiantes regresarán alguna vez a su país, planteando que es necesario considerar la reconstrucción de las universidades sirias en partes seguras del territorio sirio.

Hay una necesidad urgente de vincular la ayuda a los estudiantes universitarios desplazados con otro tipo de asistencia humanitaria, pero este es un ámbito con pocos ejemplos en el pasado. Las organizaciones y los organismos, como la Unión Europea, recién empiezan a comprender los desafíos que esto implica. Con toda una generación de sirios desplazados que no pueden continuar sus estudios, el futuro de Siria pende de un hilo. Sin una formación apropiada de estos jóvenes, el provenir del país puede parecer aún más sombrío que en el presente.
 

Autores

Omer Karasapan

Regional Knowledge & Learning Coordinator

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