Publicado en Voces

Rapera adolescente de Afganistán canta y aboga por el fin del matrimonio infantil


A primera vista, ella parece como cualquier novia: tiene puesto un vestido de boda blanco, su cara está cubierta con un velo y lleva consigo un ramo nupcial. Solo que ella no es una novia común y corriente. Ella fue vendida.

Al quitarse el velo de su rostro, en su frente se puede ver la marca de un código. Su ojo izquierdo está muy amoratado y un gran rasguño en su mejilla es tan rojo como una herida de guerra.

El papel de la niña en el video musical “Brides for Sale” (Novias a la venta) lo hace Sonita Alizadeh, una rapera adolescente afgana que canta en el video acerca de la dura experiencia por la que pasan muchas niñas en Afganistán cuando son vendidas por sus familias para casarse a corta edad a cambio de dinero.

¿Pero por qué ella canta sobre este tema?

Porque ella misma estuvo a punto de ser vendida para casarse con un hombre, primero a los 10 años de edad (i) y luego a los 16 años. ¿Quién la trató de vender? Su madre. El dinero iba a cubrir los gastos del matrimonio de su hermano. La adolescente Sonita Alizadeh decidió que nunca iba a casarse a tan temprana edad.

A diferencia de muchas mujeres en su país devastado por la guerra, con 19 años de edad tomó su propia decisión, desafiando una tradición que ha estado vigente por generaciones.

“Hay tantas niñas que no tienen [una visión] para su futuro o ninguna esperanza”, dijo Sonita durante un reciente evento del Banco Mundial sobre los temas de la fragilidad, el conflicto y la violencia. (i)

La familia de Sonita huyó a Irán debido a la guerra. Allá, se abrieron nuevos horizontes para la joven refugiada afgana. Se produjo un cambio importante en la creencia de su familia de venderla como novia.

“Desde que mi familia se dio cuenta que tengo poder en el mundo, ellos cambiaron su manera de pensar de que me tenía que casar”, contó Sonita. “Ahora, ellos me apoyan y apoyan mis decisiones”.

Poner fin al matrimonio infantil tiene que empezar en las familias, agregó Sonita. “Los padres creen que deben [casar a sus hijas] porque es una tradición. Las familias necesitan conocer nuevas maneras, nuevas ideas y ver otras posibilidades para sus hijas”.

Entre las nuevas formas que ella mencionó es conversar con los líderes religiosos y comunitarios para ayudar a cambiar estas costumbres. También puso énfasis en dar apoyo a las niñas para que “vean que existen otras posibilidades para ellas, y así puedan creer en sí mismas”. Mientras tanto, se necesita que los Gobiernos y las organizaciones respalden los programas que abogan por el fin del matrimonio infantil, dijo Sonita.

“¿Sabes por qué creo que esto puede hacerse?”, preguntó con una sonrisa tímida.

“Porque yo era una de ellas y ¡ahora estoy aquí frente a ti!”.

La refugiada afgana vive ahora en Estados Unidos, hasta donde llegó como becaria de una escuela de música en Utah y donde espera continuar sus estudios y construir un futuro mejor.

“Para mí la música es una herramienta poderosa para el cambio social”, dijo. “Quiero seguir haciendo música, pero no es mi único trabajo. Quiero ser una abogada para defender los derechos de las mujeres. Nací en un lugar donde a nadie le importan los derechos de las mujeres, y sé lo que eso hace a las niñas, especialmente a la sociedad”.
 


Autores

Bassam Sebti

Arabic-Language Digital Specialist, IFC

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