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Reducir la brecha de energía

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La energía es fundamental para el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental. El objetivo de desarrollo sostenible (ODS) 7 —“Garantizar  el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos”— reconoce que la energía sustenta el progreso en todas las áreas de desarrollo. Sin embargo, aún hay 1100 millones de personas que viven sin electricidad y otros 2900 millones que cocinan y usan como medios de  calefacción combustibles contaminantes. (i)

Reconocer esta brecha es un paso. Pero contar con asociaciones, herramientas de seguimiento y mecanismos de financiamiento para avanzar que funcionen es otra cosa. La gran noticia en el caso del ODS sobre energía es que estas piezas finalmente se están acomodando.

Un factor importante en este momento es la iniciativa Energía Sostenible para Todos (SE4ALL), que fue puesta en marcha después de Río+20, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible de que tuvo lugar en Río de Janeiro en 2012. La iniciativa SE4ALL tiene un liderazgo de alto nivel y un fuerte apoyo político. Dirigida de manera conjunta y presidida por el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, y el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, ha reunido rápidamente al sector público, el sector privado y la sociedad civil en torno a tres metas ambiciosas: garantizar el acceso universal a servicios energéticos modernos, doblar el ritmo de la mejora en la eficiencia energética y duplicar la cuota de la energía mundial suministrada por fuentes renovables.

Estas metas constituyen ahora la base del ODS sobre energía. También definen las Prácticas Mundiales de Energía del Banco Mundial, las cuales dirijo. Más de 80 países ya ajustan sus esfuerzos con los objetivos, contando con el apoyo político que impulsan desde los ministros de Energía hasta los jefes de Estado. Las organizaciones de la sociedad civil nacionales y locales se han convertido en actores esenciales que instan a los líderes de sus países a armonizar las políticas energéticas con los objetivos. Y para medir el progreso hacia estos últimos, el Banco Mundial y sus asociados preparan un informe titulado “Marco de seguimiento mundial” (GTF, por sus siglas en inglés) cada dos años.

El segundo GTF –dado a conocer en mayo pasado– dejó bastante claros los desafíos y las oportunidades. Lo positivo es que la tasa mundial de electrificación aumentó (i) del 83 % en 2010 al 85 % en 2012, y 220 millones de personas obtuvieron acceso a la electricidad por primera vez. Entre otras tendencias prometedoras, las energías renovables modernas (hidráulica, eólica, solar, geotérmica) crecieron (i) del 8,4 % del consumo total de energía mundial en 2010 al 8,8 % en 2012, en tanto que la intensidad energética mundial cayó (i) más del 1,7 % anual durante el periodo de seguimiento de dos años.

Es necesario acelerar estos progresos (i) considerablemente. A pesar de los enormes avances impulsados en gran medida por los menores costos de la tecnología, las energías renovables deberán crecer del 4 % de 2012 a un 7,5 % anual. Debemos mejorar la eficiencia y reducir la intensidad energética mundial en al menos un 2,6  % al año. Y las regiones con los mayores déficits de energía –África al sur del Sahara y Asia meridional– necesitan nuestra ayuda para mejorar el acceso a la electricidad.

Una acción acelerada como esta requerirá una considerable inversión. La iniciativa SE4ALL ya ha ayudado a diseñar un plan de financiamiento realista con los aportes de los principales financiadores que forman parte de la asociación. El comité financiero de la iniciativa, dirigido por el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, estima que el mundo deberá triplicar su inversión (i) anual en infraestructuras de energías sostenibles, de unos US$400 000 millones en la actualidad a US$1,25 billones para 2030.

Creemos que este nivel de capital privado está disponible, pero los inversores tienden a desconfiar de entrar en nuevos mercados que consideran riesgosos. Ahí es donde los asociados en la tarea del desarrollo, como el Banco Mundial, están marcando una diferencia. Trabajando en estrecha colaboración con los Gobiernos, estamos ayudando a reducir el riesgo y crear instituciones energéticas sólidas y confiables. También significa diseñar propuestas de inversiones en energía para atraer capital privado e identificar una serie de instrumentos financieros, como las garantías, que brindan a los inversores la confianza que necesitan. En Myanmar, por ejemplo, hemos formado parte de un amplio esfuerzo para llevar a la práctica el Plan Nacional de Electrificación por un valor de US$700 millones. (i) Otra iniciativa del Grupo Banco Mundial, Scaling Solar (Ampliar la energía solar), está ayudando a los países de África al sur del Sahara a desarrollar la energía solar en gran escala a bajo costo y de manera rápida –en tan solo dos años– a través de una “ventanilla única” de servicios financieros y de asesoramiento.

Ayudar a los asociados a unirse para poner en común ideas y experiencias es el tipo de efecto catalizador que el ODS sobre energía acelerará enormemente. Y a medida que el mundo se movilice para cumplir dicho objetivo, habrá beneficios directos para el progreso de otros objetivos, en particular aquellos relacionados con la salud, el género, el empleo y la educación. Estos son tiempos fascinantes para formar parte de una comunidad mundial que busca soluciones reales a los desafíos de desarrollo más urgentes. Estamos seguros de que podemos lograr que esto se haga realidad.


Blog acerca del ODS sobre energía publicado en inglés en el Huffington Post


Autores

Anita Marangoly George

Former Senior Director, Energy & Extractives

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