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Las remesas ayudan a las familias de los migrantes y además se usan para financiar a las pequeñas empresas

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Las remesas que envían los migrantes superaron la inversión extranjera directa el año pasado, convirtiéndose en el mayor aporte de capital extranjero en los países en desarrollo. El monto enviado en 2014 fue superior a los US$435 000 millones, y se espera que esta cifra sobrepase los US$460 000 millones antes de finales de 2015.

Sabemos que las remesas ayudan a costear una serie de necesidades domésticas que existen en los países de origen, tales como alimentos, vestimenta, matrículas escolares y consultas médicas. Además, los receptores las usan para realizar reparaciones y obras de construcción en las viviendas, comprar un vehículo u otro tipo de bien duradero, y pagar el costo de la partida del migrante al extranjero.

Bajo ciertas circunstancias, sin embargo, las remesas se utilizan para efectuar inversiones comerciales más que para el consumo hogareño.

En un análisis realizado en 2011 de la investigación acerca del tema publicado en Journal of Economic Perspectives, David Yang observa que es más probable que las remesas fluyan hacia pequeñas empresas en las zonas rurales más apartadas, y luego de catástrofes naturales. En ambos casos, el acceso al capital está normalmente limitado. Uno de nosotros publicó un nuevo informe en julio pasado en Journal of Business Venturing, documentando un mayor impacto positivo de las remesas en las tasas de creación de nuevos negocios en los países en desarrollo que tienen grandes economías informales. Los datos de otro estudio, recopilados por Ria Financial —una importante organización transnacional de transferencias monetarias (MTO, por sus siglas en inglés) con sede en Madrid, España—, indican que entre el 2 % y el 15 % de las remesas enviadas a los países en desarrollo tiene como objetivo ayudar a financiar o crear una nueva empresa, o ayudar a la expansión de una ya existente.

Ahora bien, incluso un porcentaje aparentemente insignificante de 2 % de los US$435 000 millones, que equivale a US$8700 millones, merece una mayor atención y estudio por parte del Banco Mundial, quizás con algunos programas para ayudar a los migrantes cuando su rol de financistas transnacionales de sus hogares cambia y pasan a ser empresarios transnacionales.

Queríamos entender cuándo tuvo lugar ese cambio. En una nota sobre prácticas de macroeconomía y gestión fiscal, publicada el mes pasado, dimos a conocer resultados de un estudio de las remesas, el acceso al capital del país de origen y las tendencias de la apertura de nuevas empresas en 47 países en desarrollo analizados entre 2002 y 2007. Volvimos atrás para examinar el total de las nuevas empresas registradas cada año en el año anterior al envío de las remesas, el acceso al capital y la interacción de estos dos elementos. Utilizamos los totales anuales de las nuevas empresas incluidas en los registros oficiales, lo cual sin duda subestima el número real de nuevas empresas en la mayoría de los países en desarrollo analizados. También utilizamos maneras alternativas de medir el acceso al capital: empleamos dos medidas del acceso general al capital para todas las empresas del país y el acceso al capital de riesgo para las nuevas empresas y aquellas en expansión, y una medida del acceso a los préstamos bancarios para financiar nuevas empresas.

Esto es lo que encontramos. En primer lugar, en 2 de cada 4 estimaciones, el mayor acceso al capital aumentó los totales de nuevas empresas. En segundo lugar, en 3 de cada 4 estimaciones, las mayores remesas incrementaron los totales de nuevas empresas. Y en tercer lugar, en las cuatro estimaciones, el efecto positivo de las remesas en la creación de nuevas empresas disminuyó con el mayor acceso al capital. Las remesas aumentan la apertura de nuevas empresas anualmente —incluso si sus números están subestimados—, pero solo en el caso de los países en desarrollo con un acceso al capital más limitado; es decir, en el cuartil o quintil más bajo de los 47 países incluidos en la muestra.

De modo que los migrantes cambian cómo usan las remesas cuando las restricciones de capital son graves, como es el caso en muchos países de África al sur del Sahara. Creemos que este hallazgo ofrece una oportunidad para más estudios y quizás más experimentación por parte del Banco Mundial. Si podemos averiguar en qué países es más probable que las remesas se usen con fines de inversión empresarial, entonces el Banco Mundial puede trabajar con los bancos que envían remesas, MTO e instituciones relacionadas para ayudarles a desarrollar productos y servicios con valor agregado para estos empresarios transnacionales. Por ejemplo, las MTO como Ria podrían ofrecerles a los receptores de remesas en el país de origen recomendaciones sobre profesionales en el área legal y de la contabilidad que pueden ayudar a las microempresas a avanzar más rápidamente desde el sector informal al formal y a aprovechar las protecciones legales y regulatorias esenciales para su supervivencia y crecimiento a largo plazo. The Economist abogó recientemente (i) por la simplificación de las regulaciones empresariales con el fin de ayudar a reducir el costo del envío de remesas. Cuanto más sepamos hacia dónde se dirigen estos flujos de capitales, más podremos hacer para asegurar que se usen como ha sido planeado y de esa manera fomentar el desarrollo empresarial, el crecimiento económico impulsado por el sector privado y la reducción de la pobreza en algunos de los países menos desarrollados del mundo.


Autores

Marek Hanusch

Economista principal y líder de programa del Grupo de Prácticas de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial

Paul Vaaler

Chair in Law & Business, University of Minessota

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