Publicado en Voces

Romper el ciclo de violencia contra los adolescentes

Romper el ciclo de violencia contra los adolescentes Mediante el proyecto Empoderamiento de las Mujeres y Dividendo Demográfico en el Sahel, que se lleva a cabo en siete países de África occidental, se brinda capacitación en aptitudes para la vida y prevención de la violencia de género. Derechos de autor: Vincent Tremeau/Banco Mundial.

La adolescencia, el período comprendido entre la infancia y la edad adulta, representa una gran oportunidad en la vida de las personas. Es una época de profundos cambios físicos, emocionales y sociales en los que se moldean las trayectorias. Se establecen caminos que conducen al éxito y al empoderamiento o a la vulnerabilidad y el riesgo. Las experiencias, las opciones y los sistemas de apoyo pueden definir el futuro.

Desafortunadamente, para demasiados adolescentes, en especial las niñas, es también el período en el que están expuestos a la violencia de género y a prácticas dañinas que pueden tener consecuencias para toda la vida. En el caso de los varones, la adolescencia es igualmente fundamental, ya que ellos también enfrentan presiones que pueden sentar las bases para comportamientos perjudiciales o, con las intervenciones adecuadas, romper ciclos de violencia y construir un futuro más equitativo.

A nivel mundial, la magnitud de la violencia contra los niños y adolescentes es alarmante. Se estima que 1000 millones de niños —casi la mitad de todos los niños del mundo— sufren alguna forma de violencia cada año.  Entre las adolescentes, los riesgos son pronunciados, especialmente en los países en desarrollo, donde a menudo se enfrentan a vulnerabilidades agravadas.

En África, el 38 % de las niñas de entre 15 y 19 años no asisten a la escuela ni trabajan, frente al 17 % de los niños del mismo rango etario. Muchas de estas niñas se enfrentan al matrimonio precoz, a embarazos adolescentes y a normas sociales sesgadas que limitan sus oportunidades económicas. En Asia meridional, el matrimonio infantil reduce drásticamente los resultados educativos y de salud de las niñas, que se ven atrapadas en ciclos de pobreza y vulnerabilidad.

La violencia contra las adolescentes no se detiene ahí, dado que tiene consecuencias intergeneracionales. Las niñas que sufrieron violencia cuando eran niñas son mucho más propensas a sufrir violencia de género en la edad adulta, lo que contribuye a perpetuar los ciclos de trauma, desigualdad y pobreza. Esta forma de violencia no solo daña a las personas, sino que fragmenta a las familias, desestabiliza a las comunidades e impone elevados costos en los sistemas de atención de la salud, educación y justicia penal. El costo mundial del maltrato infantil por sí solo se estima en casi USD 7 billones anuales.

¿Qué se puede hacer para garantizar un futuro mejor para los adolescentes? Existen enfoques comprobados que ya están marcando la diferencia a la hora de abordar la violencia contra los adolescentes, en particular las niñas.  El Banco Mundial ha estado a la vanguardia en el apoyo a iniciativas que se centran en empoderar a las niñas y abordar la violencia.

Uno de estos programas es la Iniciativa para el Aprendizaje y el Empoderamiento de las Niñas Adolescentes de Nigeria (i). Este proyecto está generando resultados tangibles al abordar las principales causas de la violencia, como la deserción escolar, el matrimonio precoz y la violencia de género. A través de becas, espacios seguros y programas comunitarios, en el marco de este programa la matriculación de niñas en la escuela secundaria aumentó de 900 000 a más de 1,6 millones en siete estados de Nigeria. Al asegurar que las niñas sigan yendo a la escuela, la iniciativa no solo retrasa el matrimonio, sino que también las dota de los conocimientos y las habilidades que necesitan para resistir la violencia y defender sus derechos.

Otro ejemplo es el Proyecto de Empoderamiento de las Mujeres y Dividendo Demográfico en el Sahel (i), que se está llevando a cabo en siete países de África occidental. En el marco de dicho proyecto, se han creado 3400 espacios seguros para adolescentes que no asisten a la escuela, y se les brinda capacitación en habilidades para la vida y prevención de la violencia de género. Asimismo, se ha brindado capacitación a 24 000 esposos y futuros esposos para aumentar la participación de los hombres en las tareas domésticas y desafiar las normas de género perjudiciales. Al enfocarse tanto en las niñas en riesgo como en los hombres que contribuyen a perpetuar las prácticas nocivas, el proyecto está ayudando a romper el ciclo de violencia en estas comunidades.

Estos programas demuestran que para abordar la violencia contra las niñas se requieren enfoques integrales y multisectoriales. Esto significa aumentar las inversiones en educación, servicios de salud y protección social para los jóvenes. Implica fortalecer una fuerza laboral dedicada a los servicios sociales para brindar apoyo y orientar a las personas para que puedan acceder a los recursos necesarios. A través de los programas no solo se deben abordar los síntomas de la violencia, sino que se deben atacar las causas fundamentales empoderando a las niñas, modificando las normas perjudiciales e involucrando a las comunidades, tanto a niñas como a niños. Este enfoque constituye el eje de la nueva Estrategia de Género del Grupo Banco Mundial 2024-30 (i).

En momentos en que líderes mundiales, representantes de 118 países y numerosas organizaciones de la sociedad civil se reúnen en la Conferencia Ministerial Mundial para Poner Fin a la Violencia contra la Niñez (i) (7 y 8 de noviembre), existe una urgente necesidad de comprometerse con la adopción de medidas concretas. Esto incluye financiar programas que prevengan la violencia contra los adolescentes, garantizar que las consideraciones de género se integren en las políticas económicas y priorizar los datos desglosados por sexo y las evidencias de las evaluaciones sobre causas, consecuencias y soluciones. 

Hemos visto lo que funciona: esfuerzos como la Iniciativa para el Aprendizaje y el Empoderamiento de las Niñas Adolescentes de Nigeria y el Proyecto de Empoderamiento de las Mujeres y Dividendo Demográfico en el Sahel ya están marcando una diferencia. Sin embargo, queda mucho más por hacer. Si ampliamos los enfoques probados y asumimos compromisos audaces y transformadores para invertir en los adolescentes, tanto varones como mujeres, podemos romper el ciclo de la violencia y construir sociedades más fuertes y prósperas. Invertir en los adolescentes no solo es lo que corresponde, sino que resulta esencial para la estabilidad y la prosperidad futuras de las naciones de todo el mundo.

El momento de actuar es ahora.

 


Laura Rawlings

Lead Economist, World Bank

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