En la actualidad, las economías en desarrollo enfrentan un déficit de inversión de proporciones históricas (i). Para alcanzar incluso los objetivos de desarrollo más modestos se necesitará un gran impulso a la inversión, equivalente a alrededor del 5 % del producto interno bruto (PIB) mundial al año. En el caso de los países de ingreso bajo, la falta de financiamiento equivale aproximadamente al 8 % del PIB anual. Es un costo inasequible que ascenderá a billones de dólares durante la próxima década.
Sin embargo, a pesar de que las necesidades de desarrollo han aumentado, la inversión ha disminuido. Desde la crisis financiera mundial de 2008-09, el crecimiento de la inversión en los mercados emergentes y las economías en desarrollo (MEED) se ha desacelerado hasta alcanzar casi la mitad del ritmo de la década de 2000 (gráfico 1). El crecimiento de la inversión privada, en particular, ha bajado un 50 %: de tasas de dos dígitos en la década de 2000 a menos del 7 % en la década de 2010. La afluencia de inversión extranjera directa (IED), una fuente fundamental de capital, tecnología y conocimientos especializados sobre gestión, también se ha debilitado y se ha concentrado en unas pocas economías.
Esta tensión entre necesidades crecientes y recursos cada vez más escasos define el desafío central que enfrentan las economías en desarrollo en la actualidad. Sin una nueva oleada de formación de capital, los MEED no podrán generar un crecimiento duradero, crear suficientes empleos y alcanzar objetivos de desarrollo incluso modestos.
Sin embargo, en una última investigación del Banco Mundial se señala que es posible un milagro en materia de inversión. El estudio constituye la evaluación más exhaustiva de la inversión en las economías en desarrollo, y reúne las evidencias y la información necesaria para ayudar a hacer realidad este milagro.
Según nuestro análisis, en las últimas siete décadas se produjeron 115 períodos de aceleración de las inversiones —esto es, episodios de crecimiento rápido y sostenido de la inversión— en 59 MEED. Estos acontecimientos provocaron un aumento de un promedio del 3 % a más del 10 % anual. Además, duplicaron el crecimiento del PIB per cápita, cuadruplicaron el crecimiento de la productividad e impulsaron un cambio estructural para pasar de la agricultura a las manufacturas y los servicios de mayor productividad. El crecimiento de las exportaciones se incrementó, las entradas de IED se multiplicaron y la pobreza disminuyó rápidamente. En otras palabras, estas aceleraciones transformaron las economías.
Pero, desde principios de siglo, tales aumentos de la inversión han sido menos frecuentes. En la década de 2000, casi la mitad de todos los MEED registraron una aceleración; en la década de 2010, menos de uno de cada cuatro lo experimentó. Esta caída refleja condiciones globales menos propicias, que incluyen la desaceleración del comercio, la volatilidad de los precios de los productos básicos y una mayor fragmentación financiera, así como el debilitamiento del impulso de las reformas normativas internas.
La necesidad de una mayor inversión
¿Por qué es tan importante la inversión? En primer lugar, es la base del crecimiento a largo plazo. En los MEED, la inversión ha representado más de la mitad del crecimiento potencial desde el año 2000. En segundo lugar, es el motor de la creación de empleo. La inversión impulsa la reasignación de mano de obra de la agricultura a sectores más productivos, lo que aumenta tanto las tasas de empleo como la calidad de los puestos de trabajo. Durante los períodos de aceleración, el crecimiento del empleo sube de manera constante, especialmente en los sectores de las manufacturas y los servicios.
En tercer lugar, la inversión es necesaria para satisfacer las necesidades de desarrollo básicas. Más de 600 millones de personas aún no tienen acceso a la electricidad, una cuarta parte del mundo carece de agua potable, y la infraestructura digital en muchos MEED sigue siendo poco sofisticada. Para reducir estas brechas se requieren inversiones sostenidas en infraestructura, clima, energía, educación, salud y tecnología.
Muchos obstáculos que superar
Los argumentos a favor de una mayor inversión son abrumadores, pero los obstáculos son igualmente enormes. A nivel nacional, muchos MEED lidian con un espacio fiscal limitado, instituciones gubernamentales débiles, sistemas financieros poco profundos y una incertidumbre normativa elevada. En las últimas dos décadas, la inversión pública se ha visto mermada por los altos niveles de deuda y los recortes del gasto luego de las crisis financieras y otras conmociones. La incertidumbre en materia de políticas, el cumplimiento deficiente de los contratos, el acceso limitado al financiamiento y los cuellos de botella en la infraestructura han desalentado la inversión privada.
En todo el mundo, el repliegue del comercio y la integración financiera, la proliferación de restricciones a los flujos de inversión y el aumento de las tensiones geopolíticas han aumentado los riesgos y han reducido las oportunidades. La fragmentación está bloqueando canales como el comercio, la transferencia de tecnología y el capital transfronterizo que respaldaban la aceleración de las inversiones en el pasado.
Reformas integrales para catalizar las inversiones
La historia muestra que, incluso en épocas económicas difíciles, la combinación adecuada de políticas nacionales puede provocar un milagro en materia de inversión. Los períodos de aceleración de las inversiones exitosos rara vez son el resultado de reformas aisladas; son la consecuencia de paquetes de medidas integrales que estabilizan la macroeconomía, amplían la apertura y fortalecen las instituciones. Nuestra investigación pone de relieve el poder de esos paquetes normativos.
Las reformas estructurales importantes emprendidas en los MEED —como la integración comercial y financiera y las reformas de los mercados de productos— impulsan individualmente la inversión privada entre un 1 % y un 2 % acumulado a lo largo de tres años. Cuando se implementan en conjunto, los efectos de las reformas se multiplican. Una combinación de reformas que refuercen los vínculos comerciales y financieros y mejoren el funcionamiento de los mercados de productos aumenta la probabilidad de una aceleración de la inversión privada en más de 10 puntos porcentuales (gráfico 2).
De manera similar, los beneficios en términos de crecimiento de la inversión pública son alrededor de un 50 % más altos en los países con amplio espacio fiscal y gran eficiencia de las inversiones. La IED produce un impulso casi tres veces mayor que el crecimiento en los países con instituciones sólidas, mejor capital humano y mayores vínculos comerciales. Estas complementariedades ponen de relieve una conclusión fundamental: las reformas coordinadas pueden desencadenar una gran cantidad de beneficios económicos a nivel nacional.
Las prioridades normativas para los MEED, que se desprenden de los hallazgos del estudio, son claras:
Mejorar el clima para la inversión reestableciendo la estabilidad macroeconómica y el espacio fiscal.
Aumentar la eficiencia de la inversión pública a través de una mejor selección, ejecución y evaluación de los proyectos.
Implementar reformas estructurales que reduzcan la incertidumbre relacionada con las políticas, integren los mercados en la economía mundial y amplíen el acceso al financiamiento.
Pero las políticas nacionales por sí solas no serán suficientes para una pequeña economía en desarrollo, como lo son la mayoría de los MEED. A nivel mundial, es esencial renovar el compromiso con un sistema de comercio e inversión previsible y basado en normas. Así también lo es la ampliación del apoyo financiero internacional, en particular para los países de ingreso bajo, a través de financiamiento en condiciones concesionarias, garantías y asistencia técnica.
Es mucho lo que hay en juego. Si no se reactivan las inversiones, las economías emergentes y en desarrollo corren el riesgo de experimentar una época de estancamiento prolongado, una convergencia con los países avanzados más lenta y el incumplimiento de los objetivos de desarrollo. Pero con ellas, pueden acelerar el crecimiento, crear empleo, reducir la pobreza y aumentar la resiliencia ante las crisis financieras, económicas y climáticas.
Los encargados de formular políticas de todo el mundo cuentan con las herramientas para generar nuevos milagros en materia de inversión. Los MEED ya lo han hecho antes, y pueden hacerlo de nuevo. Sobre la base de las enseñanzas extraídas de períodos de aceleración de las inversiones en el pasado, la implementación de paquetes de reformas integrales y la movilización de recursos nacionales y mundiales, pueden hacer frente a los enormes desafíos de nuestro tiempo.
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