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Un futuro menos contaminante comienza con las mujeres

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Varias líderes femeninas me inspiraron cuando inicié mi carrera en el campo del desarrollo mundial hace 20 años. Entonces, Rachel Carson había dejado un legado histórico con su libro “Primavera silenciosa”. Wangari Maathai, fundadora del Movimiento Cinturón Verde, había ganado el Premio Nobel de la Paz. Jane Goodall nos recordaba a todos sobre las causas relacionadas con la protección de la naturaleza. Y eso solo por nombrar algunas de las más conocidas.
 
Una de mis primeras experiencias en el mundo en desarrollo la tuve en Mozambique. Mientras estaba allá, vi los devastadores efectos de las inundaciones no solo a nivel nacional y comunitario, pero sobre todo en las mujeres y las niñas.

No estoy pensando en Sofia Chubango, la mujer de 26 años que dio a luz a su bebé, Rosita Pedro, en un árbol mientras esperaba que la rescataran en marzo de 2000. Su historia fue una noticia de carácter mundial.
 
Pienso en las miles y miles de mujeres en Mozambique y en otros lugares, que son las más vulnerables a los impactos del cambio climático. Y lo son no solo porque tienden a estar más expuestas a las repercusiones físicas relacionadas con el clima, sino también porque son menos resilientes desde el punto de vista social y económico. Y la gran mayoría de ellas no aparece en las noticias.
 
Sus medios de sustento dependen en gran medida de una única fuente de ingresos, que generalmente provienen de la agricultura. Ellas tienden a tener menos propiedades, en el caso de tenerlas, y cuando terminan viviendo en las ciudades, son escasamente integradas en los programas de bienestar social y buen gobierno. Incluso cuando buscan refugio en los campamentos para personas desplazadas, no se les presta suficiente atención a sus necesidades de atención de salud materna, higiene, servicios de saneamiento adecuado y protección frente a la violencia de género.
 
Los desastres naturales en los países en desarrollo habitualmente provocan la muerte de más mujeres que hombres, debido a que las primeras tienen menos derechos económicos y sociales. Entre quienes han estudiado este tema en detalle se encuentran el profesor Eric Neumayer y el Dr. Thomas Plumper. (PDF, en inglés) Ellos explican que dada la existencia de patrones de discriminación por razón de género, los niños tienen mayores probabilidades de recibir un trato preferencial durante las tareas de rescate, y tanto las mujeres como las niñas sufren más de la escasez de alimentos y recursos económicos después de los desastres.
 
Por decirlo sin rodeos, la desigualdad de género en la época del cambio climático es una cuestión de vida y muerte.
Si ignoramos las necesidades de las mujeres, estamos ignorando a la mitad del mundo. Durante los 15 años que viví y trabajé en África y Asia, vi de primera mano cómo las mujeres pueden ser las más afectadas, pero ellas pueden ser también agentes poderosas de cambio al liderar a las comunidades en los esfuerzos de reconstrucción y adaptación. Cada día en todo el mundo, miles de millones de mujeres –ya sea, agricultoras, administradoras de tierras, viajeras, empresarias, consumidoras o inversionistas– toman decisiones que tienen impacto en el futuro de nuestros niños y nuestro planeta. Necesitamos que las mujeres sean empoderadas para que tomen decisiones. Sin embargo, para que ello suceda las mujeres tienen que ser parte de los procesos de toma de decisiones y recibir oportunidades de liderazgo.
 
Entonces, ¿qué significa abordar esto de manera sistemática para que se tomen decisiones beneficiosas desde el punto de vista del género en el contexto de la lucha contra el cambio climático? Un ejemplo proviene de nuestra labor en Tayikistán, donde las mujeres están participando en las asociaciones de usuarios de agua locales, garantizándose con ello que sus necesidades en la materia sean satisfechas, y están siendo capacitadas en mejores prácticas agrícolas. En términos generales, las mujeres de la cuenca del río Pyanj en Tayikistán ahora usan un 75 % menos de tiempo en tareas de recolección de agua. Si bien estos mejoramientos en la práctica marcan una gran diferencia en la calidad de vida, los cambios institucionales –que se traducen en la adquisición de experiencias de liderazgo formal por parte de las mujeres– son igual de importantes.
 
Hay una gran cantidad de mujeres que pueden servir de inspiración para los líderes del ámbito climático en el futuro. Entre ellas, están Mary Robinson, la expresidenta de Irlanda y una entusiasta defensora de la justicia en materia climática, y Rachel Kyte, exfuncionaria del Banco Mundial y actual directora de la iniciativa Energía Sostenible para Todos. Y por supuesto Christiana Figueres, la energética secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, quien realizó el trabajo pesado a nivel diplomático y laboró sin descanso para asegurar el histórico acuerdo climático logrado en París.
 
Como mujer, y madre de tres maravillosas hijas y jefa de uno de los principales fondos de financiamiento para el clima a nivel mundial, hago un llamado a todos los que participan en las políticas y las medidas climáticas a crear espacio para las mujeres de manera que estas puedan convertirse en líderes y agentes de cambio. Un futuro menos contaminante comienza con las mujeres.
 
 
Mafalda Duarte es la gerenta de los fondos de inversión en el clima (CIF), que cuentan con contribuciones por un monto total de USD 8300 millones.


Autores

Mafalda Duarte

Head of the Climate Investment Funds

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