En conjunto, los costos climáticos y la tarea de desarrollo exigen una enorme cantidad de nuevos recursos. En el caso de los países en desarrollo, las necesidades son especialmente importantes en lo que respecta a satisfacer el crecimiento de la población y afrontar décadas de inversión insuficiente. Estos países deben lograr grandes avances en educación, producción de energía, acceso a la electricidad, salud, infraestructura y nutrición solo para compensar las pérdidas sufridas en los últimos años. Los costos climáticos requieren considerables recursos adicionales, al igual que el aumento del servicio y el reembolso de la deuda.
La principal fuente de inversión debería ser el crecimiento y el ahorro a nivel local, pero estos no son pilares sólidos. Los flujos provenientes de remesas y de inversionistas extranjeros pueden aumentar rápidamente cuando el entorno normativo de un país es favorable y abre las puertas a la comunidad mundial; no obstante, uno de los principales desafíos es convertir las promesas de contribuciones de esa comunidad en financiamiento para proyectos reales.
Como parte de la búsqueda de enfoques a más largo plazo para el financiamiento climático, observamos que, para lograr el flujo necesario de recursos, se requiere una clase de activos mundiales basada en: 1) normas de medición y verificación acordadas para la reducción real y duradera de las emisiones de gases de efecto invernadero, y 2) estandarización para aumentar exponencialmente el volumen del flujo de recursos. Estas son actividades clave que el Grupo Banco Mundial puede ayudar a lograr.
El primer elemento de un conjunto de medidas de alto impacto son los resultados verificables, que generarán confianza y harán que los proyectos sean atractivos para donantes e inversionistas. En las etapas iniciales, es probable que los contratos y compromisos sean exclusivos o personalizados, y que se establezca una conexión directa entre un inversionista o donante que busca lograr impacto y un proyecto de un país o una región en desarrollo. Con el tiempo, se fijarán normas para medir el impacto positivo, lo que atraerá el interés de los inversionistas y permitirá negociar y replicar los contratos.
Un ejemplo es el bono por resultados emitido por el Banco Mundial para un proyecto de purificación de agua en Vietnam que contribuirá a reducir la necesidad de quemar biomasa para hervir agua. Tal como describí en mi reciente artículo de opinión en Barron’s sobre los bonos por resultados (i), los inversionistas reciben pagos relacionados con la emisión de créditos de carbono verificados que representan la reducción real de las emisiones de gases de efecto invernadero del proyecto. Cuantos más créditos se generen, mayor será el pago a los inversionistas.
Para ayudar a financiar la parte de la reducción verificable de emisiones relacionada con los bienes públicos mundiales, el Banco Mundial puso en marcha el Fondo para Ampliar la Acción Climática Reduciendo las Emisiones (SCALE) (i), a fin de proporcionar recursos en condiciones concesionarias para proyectos que permitan reducir efectivamente las emisiones de gases de efecto invernadero en países de ingreso bajo y mediano. El fondo tiene como objetivo ayudar a los países a establecer un historial de proyectos de alta calidad que puedan conducir a la movilización de capital privado a través de los mercados de carbono. Los enfoques basados en los resultados, como SCALE y los bonos por resultados, son transparentes y evitan el ecoblanqueo.
El segundo elemento de las medidas de alto impacto consiste en ampliar el tamaño, la cantidad y la comerciabilidad de las intervenciones que logran resultados verificados a gran escala con un elevado número de proyectos eficaces. La capacidad de ampliación de la escala requiere una estandarización para lograr replicabilidad y eficiencia. Tomando el ejemplo de purificación del agua de Vietnam, el objetivo será tener 100 o 1000 proyectos como este. La calidad y los principios de infraestructura transparentes que conducen a contratos estandarizados pueden permitir la diversificación de riesgos y crear una clase de activos de infraestructura climática sólida. Nuestras carteras de proyectos de Más Energía Solar (i) y de minirredes son dos ejemplos exitosos de cómo lograr la eficiencia y el impacto que generan la ampliación de la escala y la uniformidad. Nuestra alianza para la inversión en infraestructura de calidad (QII) (i) con Japón también ha ayudado a incorporar los principios QII (i) en proyectos del Banco Mundial por valor de más de USD 22 000 millones.
El Grupo Banco Mundial ha respondido al rápido aumento de los costos climáticos con medidas urgentes e impacto. Al centrar la atención en la integración entre clima y desarrollo y en la necesidad de medir el impacto —no solo los compromisos de gasto—, en nuestro Plan de Acción sobre el Cambio Climático (i) de 2021 se sentaron las bases para los debates de hoy sobre una reducción de emisiones verificable y basada en los resultados. La incorporación de normas y estandarización ofrece un camino hacia una nueva clase de activos. Ninguna otra entidad ha proporcionado más financiamiento climático a los países en desarrollo: casi USD 90 000 millones en los últimos tres ejercicios económicos. Elaboramos informes sobre el clima y el desarrollo de los países (CCDR) (i) en forma de diagnósticos sólidos que integran estas dos cuestiones. Ya hemos publicado los CCDR de 25 países, y otros 20 están en camino. También estamos alineando nuestras operaciones y flujos de financiamiento con el Acuerdo de París (i), lo que integra aún más las consideraciones climáticas en el financiamiento del Grupo Banco Mundial.
Queda mucho más por hacer. Para atraer una cantidad significativamente mayor de recursos en condiciones concesionarias de la comunidad mundial destinados a los bienes públicos mundiales, se necesitarán actividades individuales y conjuntas dentro de los países y entre ellos, de modo de generar resultados verificables, generar confianza y aprovechar la estandarización para lograr un impacto que se pueda replicar.
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