"Hace cinco años, yo no era nadie", me dijo Kunta Devi, sentada erguida contra la pared de su choza de barro de una sola habitación en Bara, una pequeña aldea del estado de Bihar, en la región oriental de India. "Ahora, las personas me conocen por mi nombre, y no solo por el nombre de mis hijos".
Yo estaba sentada en el suelo, enfrente de Devi, una madre de ocho hijos, que pertenece a una de las castas más vulnerables y socialmente excluidas de India. Recordó que cuando su esposo se lesionó y perdió su trabajo hace unos años, la familia fue empujada al límite –pasar de la subsistencia al hambre y la pobreza. En ese momento, Devi dio un paso audaz para una mujer pobre acostumbrada a vivir en las sombras de la sociedad. Se unió a un grupo de autoayuda de mujeres de su pueblo y obtuvo un pequeño préstamo para criar cabras. Con los ingresos que generó, reembolsó el primer préstamo y pidió otro, esta vez para arrendar tierras destinadas al cultivo de cereales. Volvió a solicitar un crédito cuando su familia tuvo una crisis de salud. Hoy en día, Devi posee varias fuentes de ingresos. También tiene planes para el futuro. Quiere abrir un restaurante en una calle concurrida. Y ahora que dos de sus hijos se han casado, desea encontrar una vivienda más grande para su familia que tiene más integrantes.
Sin duda, Devi y las mujeres de su grupo todavía tienen un largo camino por recorrer. Sin embargo, esta es una historia extraordinaria de empoderamiento a través de la acción colectiva. Para mí, la confianza que han ganado estas mujeres con el tiempo tiene tanto valor como sus ingresos. Las inspiró a organizarse y trabajar para construir un futuro mejor. Y este es precisamente el objetivo del proyecto apoyado por el Banco Mundial en Bihar: (i) empoderar a las comunidades rurales, donde la tasa de pobreza alcanza un asombroso 55%. Desde 2008, unas 700.000 familias se han unido a grupos de autoayuda en el marco del programa.
La historia de Bihar también es notable. Con una población de 100 millones de personas, es el estado más pobre de India. El ingreso promedio es de US$294 al año, inferior al de todos los países de África al sur del Sahara excepto dos. Durante muchos años, se conoció a Bihar por la pobreza, la corrupción y una sociedad profundamente dividida por el sistema de castas. En 2005, bajo la dirección del primer ministro Nitish Kumar, el Gobierno puso en marcha un ambicioso programa de desarrollo. Se invirtió en carreteras, servicios de salud pública y sistemas escolares. Incluso se entregaron bicicletas a las niñas como recompensa por permanecer en la escuela, lo que dio por resultado una reducción de las tasas de deserción escolar. Y el crecimiento económico superó la media nacional, alcanzando el 13%.
Sin embargo, a pesar de estos impresionantes logros, Bihar continúa enfrentando enormes desafíos. Durante mi visita, Kumar, ahora en su segundo mandato, me dijo que se necesitaban más caminos rurales para conectar a las comunidades más pequeñas con los mercados. También quería invertir en educación secundaria para las niñas. Las tasas de mortalidad materna siguen siendo muy elevadas, y demasiadas mujeres mueren durante el parto. Más de la mitad de los niños menores de 3 años sufren de malnutrición. Por otra parte, la capacidad del Gobierno para implementar los programas sigue siendo débil.
Pese a que en India habita un tercio de los pobres del mundo, creo que el país —y en especial Bihar— es una prueba de que el desarrollo funciona. La historia de crecimiento económico y desarrollo humano de India de los últimos años muestra que millones de personas pueden salir de la pobreza. En abril, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, presentó el ambicioso objetivo de acabar con la pobreza extrema—personas que viven con US$1,25 o menos al día— para 2030. Esto requerirá enormes esfuerzos mundiales, no solo en los países pobres, sino también en las economías emergentes, donde se concentra una gran cantidad de los pobres. Y esto no se puede lograr sin India. (i)
Es por eso que el Banco Mundial centrará sus esfuerzos y recursos en estados como Bihar. Para dar respuesta a los retos que describió Kumar, es necesario adaptar nuestro enfoque con el fin de satisfacer las necesidades específicas de los estados de ingreso bajo mediante el desarrollo de programas innovadores, el despliegue de personal con experiencia en esos lugares y la estrecha colaboración con las instituciones locales para ayudarlas a prestar los servicios que los ciudadanos necesitan.
Es importante para el resto del mundo que India tenga éxito en la tarea de sacar a su pueblo de la pobreza. Otros países en desarrollo pueden extraer de su experiencia lo que funciona y lo que no en materia de políticas públicas, marcos de buen gobierno y rendición de cuentas, y prácticas de desarrollo. Pueden aprender de la transformación de vidas, como la de Kunta Devi y otros en su grupo de autoayuda. Solo cuando podamos ayudar a reproducir sus historias seremos podremos ver un mundo sin pobreza extrema, a lo largo de nuestra vida.
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