Historias de escuelas cerradas
"¿En serio? ¿Vuelvo a la escuela?", preguntó incrédula Sol cuando sus padres le contaron que su escuela primaria en Argentina abriría de nuevo sus puertas por primera vez en 15 largos meses. Sol había terminado el pre-escolar el año anterior de manera totalmente virtual y, a esta altura, se había acostumbrado a “asistir a clases” desde la notebook de sus padres. Sin embargo, comenzar el primer grado no había sido fácil, ya que Sol tenía una maestra diferente a quien no conocía en persona. El miércoles 11 de junio de 2021, cuando Sol, cubierta con su mascarilla, llegó a conocer en persona a su maestra Julieta por primera vez, apenas la reconoció. Julieta también llevaba una mascarilla cubriendo su boca y nariz y se veía más alta de lo que Sol pensaba cuando la veía en la pantalla. "¿Es usted Julieta, mi maestra?", preguntó Sol, con la ingenuidad propia de los niños, ante la (no visible) tierna sonrisa que generó en su interlocutora. Y así comenzó una nueva historia (ahora en persona) en la formación educativa de Sol.
Historias como la de Sol son sólo un ejemplo de las tantas que tuvieron que enfrentar los 170 millones de niños que no pudieron asistir a la escuela de manera presencial debido a los cierres de instituciones educativas que se dieron en todos los países de la región de América Latina y el Caribe (ALC) en los primeros 12 meses de la pandemia. El informe “Actuemos Ya” del Grupo Banco Mundial (GBM) confirmó que los sistemas educativos de ALC estuvieron cerrados, en promedio, durante más tiempo que en cualquier otra región del mundo. El caso de Panamá, por ejemplo, se hizo "famoso" por batir el récord mundial de duración del cierre de escuelas en un momento dado.
Al interior de los diferentes países de la región, los grupos de estudiantes provenientes de lugares con mayores condiciones de vulnerabilidad y aquellos que provienen de zonas rurales se vieron afectados todavía más durante la pandemia. La ecuatoriana Margarita, de 13 años, vive en la comunidad rural de Pimanpiro, y no ve la hora de volver a la escuela después de haber estado completamente desconectada por la falta de Internet en el pueblo. Un poco más afortunados fueron Medaly, de 15 años, de Perú, o Luis, de 14, de Bolivia, quienes pudieron aprovechar la modalidad de educación a distancia gracias a cierto acceso a dispositivos digitales, aun cuando se enfrentaron a otro tipo de obstáculos. Mientras que Luis tenía acceso a Internet y a un viejo monitor donde podía "ver mejor las clases", su computadora se apagaba cada vez que conectaba su video. Medaly, en cambio, sólo podía "conectarse a las clases" utilizando el celular de su madre, quien tenía un acceso a datos limitado y muy costoso de ampliar.
Los efectos catastróficos del cierre de escuelas en ALC
Historias como las descritas anteriormente ayudan a comprender el grado de disrupción generado por la pandemia en los sistemas educativos de ALC. La irrupción del COVID-19 no sólo profundizó las desigualdades en la región más desigual del mundo, sino que generó otras nuevas. Por ejemplo, analizando la experiencia en uno de los sistemas escolares con la mayor duración en términos de cierre de escuelas en ALC, Argentina, Romero et al. (2021) describieron uno de estos nuevos patrones de segregación como la nueva realidad de las escuelas "Zoom" versus las escuelas "Whatsapp".
Según simulaciones actualizadas recientemente para la región por parte del GBM, se espera que el número de años de escolaridad ajustados por la calidad del aprendizaje que se perderían debido a la pandemia sea de entre 1,1 y 1,4 años, lo cual es significativo cuando se tiene en cuenta el bajo promedio de ALC, que es de unos 7 años de educación por niño. Igual de oscuro es el panorama cuando se analiza que el porcentaje de adolescentes que no son capaces de comprender e interpretar adecuadamente un texto de extensión moderada (utilizando los resultados de las pruebas PISA para evaluar a los jóvenes de 15 años que están por debajo de los niveles mínimos de competencia) podría haber aumentado de alrededor del 50% actual hasta un dramático 70% o más. Incluso sólo suponiendo un cierre de escuelas promedio de 10 meses, ya claramente superado en la mayoría de los países de la región, los ingresos anuales proyectados del estudiante medio de ALC que se encuentra en la escuela hoy en día disminuirían alrededor de un 10% durante su vida: un duro impacto en el nivel de vida.
Más allá de las simulaciones, ya hay al menos 20 revisiones sistemáticas del impacto del cierre de escuelas en la educación que han sido publicadas a partir de evaluaciones llevadas a cabo en todo el mundo. Estas publicaciones revelan pérdidas significativas en el rendimiento académico de los estudiantes. Por otro lado, la evidencia que se va recolectando de a poco en la región de ALC apunta a una catástrofe generacional, en la cual los grupos de estudiantes con mayores condiciones de vulnerabilidad serían aquellos mayormente afectados. Los nuevos datos del 4° Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019), que serán publicados hoy por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la UNESCO permitirán proporcionar una línea de base actualizada de los resultados de aprendizaje de la región de forma de poder comprender mejor las pérdidas de aprendizaje.
Pero centrémonos en lo positivo: después de más de un año académico con los sistemas educativos en su mayor parte cerrados, las escuelas de toda la región empezaron, lenta pero gradualmente, a reabrir. Estos procesos no han estado exentos de contratiempos, siguen siendo muy fluidos y se han llevado a cabo con distintos niveles de preparación. A pesar de estos desafíos, si hay un punto en el cual todos los actores involucrados en la educación están de acuerdo a partir de la experiencia del COVID-19 es que no hay nada que pueda reemplazar a la educación presencia.
Reapertura de escuelas en ALC: La urgencia del retorno a la escuela y de la recuperación de aprendizajes
La reapertura de las escuelas ha sido un momento muy esperado en toda la región. Sin embargo, este paso fundamental para recuperar la “normalidad educativa” enfrenta nuevos retos. El primero es el desafío del retorno a la escuela. Una encuesta reciente para Argentina reveló que al menos 357.000 estudiantes abandonaron la escuela en 2020. De ellos, el 19% (67.000 niños o adolescentes) no regresó en 2021. La recuperación de la escolaridad requerirá, primeramente, de datos muy precisos que permitan estimar toda la magnitud del problema y, en segundo lugar, de políticas e incentivos adecuados para volver a matricular y luego mantener en la escuela a esos estudiantes, especialmente aquellos en edad adolescente. Disponer de un marco integral de prevención del abandono escolar inducido por el COVID-19, con campañas eficaces de reinscripción y sistemas de alerta temprana, como los desarrollados recientemente en algunos estados de Estados Unidos, o por países como Chile, pueden contribuir en gran medida a empezar a abordar el reto del retorno a la escuela.
En segundo lugar, y posiblemente aún más difícil como reto, es el de la recuperación del aprendizaje. Según una evaluación diagnóstica de las pérdidas de aprendizaje debidas a la pandemia para el estado brasileño de São Paulo, los estudiantes sólo aprendieron, bajo educación a distancia, el 27,5 por ciento del equivalente de lo aprendido bajo educación presencial. La recuperación del aprendizaje, en consecuencia, requerirá una estrategia integral y acelerada de recuperación de aprendizajes, basada en programas para ayudar a los estudiantes a recuperar las habilidades críticas de lecto-escritura y matemáticas (por ejemplo, programas de enseñanza de contenidos al nivel adecuado; programas de autoaprendizaje individualizado; programas de tutoría en grupos pequeños; programas de ampliación del tiempo de instrucción). Será fundamental empezar a recopilar sistemáticamente pruebas sobre lo que ha funcionado en la región y fuera de ella, dando prioridad a aquellos programas costo-efectivos que puedan tener un fuerte impacto a escala. Las evaluaciones del aprendizaje en el aula, especialmente las de tipo formativo, podrían ayudar a diagnosticar la profundidad, la amplitud y las características de tales pérdidas de aprendizaje. Habrá que apoyar a los profesores y a los directores durante todo este periodo, y las organizaciones de la sociedad civil desempeñarán un papel fundamental. Este doble reto – de la re-escolarización y del re-aprendizaje – serán explorados a través de un trabajo en conjunto entre el GBM y el Diálogo Inter-Americano (IAD, por sus siglas en inglés) en los próximos meses. La serie “Recuperando la Escolarización y los Aprendizajes después del COVID-19” será lanzada el próximo 14 de diciembre.
Los sistemas educativos de ALC tienen una pendiente muy pronunciada por escalar. Recuperarse del "terremoto educativo" engendrado por la pandemia será, sin duda, una ardua batalla. Sin embargo, en medio de la ansiedad y la angustia que esta situación genera en torno al futuro de las generaciones de ALC, se encuentra una oportunidad única: la de reconstruir mejor. Ahora es el momento de proteger e incrementar los presupuestos educativos con objetivos claros de equidad y eficiencia, ahora es el momento de re-enfatizar el rol fundamental que juegan la educación inicial y el desarrollo de competencias y habilidades críticas en los jóvenes con miras al largo plazo, y ahora es el momento de implementar políticas educativas eficaces y sostenibles. Los muchos Sol, Margarita, Medaly y Luis de ALC todavía se están recuperando de sus experiencias traumáticas de los últimos 18 meses y aún siguen buscando respuestas. Protejamos su capital humano. Actuemos ya.
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