“Lo que no se puede medir, no se puede mejorar”. Esta frase, que se atribuye a quien es considerado el padre de la gerencia moderna, Peter F Drucker, nos vino a la mente cuando comenzamos a trabajar en República Dominicana y conocer su experiencia con las evaluaciones de estudiantes.
El país se embarcó en una reforma educativa para realinear las evaluaciones a una nueva realidad del currículo, orientar cambios y retroalimentar al sistema con información pertinente sobre los aprendizajes.
El progreso en la implementación de la hoja de ruta que se trazó el país es admirable. El trabajo continúa a pesar de que algunos retos persisten, tales como el entendimiento y utilización de los resultados para la toma de decisiones a todos los niveles del sistema.
¿Cómo hacer que los sistemas de evaluación de aprendizajes apoyen su mejora?
Son muchos los países que quieren reformar sus sistemas de evaluación de aprendizajes, especialmente en un contexto pospandemia, para medir de mejor manera el progreso de sus programas e iniciativas. Tienen claro que el desarrollo económico y social de sus países depende de que todos sus niños, niñas, y jóvenes desarrollen las competencias relevantes para ser ciudadanos activos y contribuir al bienestar económico y social.
Para lograrlo es fundamental evaluar y monitorear los aprendizajes de todos los estudiantes, y utilizar esta información para la mejora, apoyando a los docentes para que optimicen sus prácticas pedagógicas.
La pregunta es ¿cómo hacerlo? Y para responder a esa pregunta, otras son necesarias: ¿Qué tipo de reformas son necesarias? ¿Cómo implementarlas? ¿Cuáles deberían ser los propósitos y usos esperados de las evaluaciones? ¿Qué grados y disciplinas evaluar? ¿Con qué frecuencia? ¿Cuánto cuesta? ¿Qué arreglos institucionales son necesarios?
Las respuestas a estas preguntas varían de acuerdo con la capacidad técnica del país, la madurez del sistema de evaluación y los recursos necesarios para la dimensionar los aprendizajes.
Para responder a estas interrogantes, la República Dominicana ofrece importantes lecciones en la introducción de reformas a sus sistemas de evaluación y monitoreo de los aprendizajes, con un enfoque de largo plazo y un claro foco en el apoyo para el aprendizaje.
Definir una hoja de ruta es crucial.
Al igual que en otros países, la República Dominicana no partió de cero. Antes de iniciar las reformas, ya contaba con experiencia en la implementación de pruebas de aprendizaje y el andamiaje institucional que se encargaba de los exámenes de certificación de fin de la educación básica y secundaria, las evaluaciones nacionales muestrales con fines de monitoreo y las evaluaciones internacionales.
En la República Dominicana ya existía un gran consenso social y político llamado “Pacto Nacional de la Reforma Educativa 2014-2030”, sobre la necesidad de reformar el sistema de educación en general, incluido el sistema de evaluación y monitoreo de los aprendizajes.
El siguiente paso fue desarrollar una hoja de ruta para avanzar en su implementación. Para ello se elaboró el Plan estratégico 2015-2030 para el desarrollo del sistema nacional de evaluación externa de los logros de aprendizaje de la República Dominicana con apoyo del Banco Mundial y otros socios nacionales e internacionales.
Este plan surge de una consulta nacional amplia que incluyó al Ministerio de Educación, universidades, organizaciones no gubernamentales, docentes y directores de centros educativos, consejos estudiantiles, asociaciones de padres, y directores y técnicos regionales y distritales.
El plan identifica metas, desafíos y propone una serie de recomendaciones para mejorar el sistema de evaluación dentro de unos parámetros financieros, de uso de la información y de capacidad de implementación.
Visión y hoja de ruta, claves para lograr avances significativos
Entre los frutos cosechados de la implementación de este plan se destacan varios. Uno de los grandes desafíos que tenía el país era modernizar el sistema, alinear las pruebas a las reformas curriculares, incluyendo una decisión estratégica de cambiar pruebas con consecuencias para los estudiantes (que solo penalizan al estudiante) y evaluar en grados más tempranos.
Así las cosas, el país abolió el examen de certificación de educación básica (en 8vo grado), tomando en cuenta la modificación realizada en los niveles educativos (educación primaria de 6 grados y educación secundaria de 6 grados, cada una dividida en ciclos de tres años).
En su lugar, el país introdujo Evaluaciones diagnósticas nacionales de manera censal y basadas en el currículo por competencias. Teniendo en cuenta los parámetros financieros y la capacidad del sistema para implementar, dar a conocer y utilizar la información, se decidió realizar las pruebas en los grados 3, 6 de primaria, y 3ero de secundaria administrando una sola de ellas cada año (esto para no sobre saturar el sistema y teniendo en cuenta la capacidad de implementación y uso de la información para la mejora).
Así, estas se realizaron por primera vez en 3º grado de primaria en 2017, en 6to grado de primaria en 2018 y en 3º grado de secundaria en 2019.
Sus resultados fueron difundidos en todas las escuelas, donde los “grupos pedagógicos” fueron utilizados como un espacio de discusión sobre las acciones a tomar para mejorar. También se realizaron encuentros con universidades para incidir en la formación de los docentes, y la información ha servido también para incentivar la investigación en Educación dado que estas pruebas incluyen cuestionarios de factores asociados a familias, docentes, y estudiantes.
Otro logro de esta reforma fue la consolidación de la participación de la República Dominicana en evaluaciones internacionales, incluyendo el estudio de educación cívica ICCS 2016; PISA 2015, 2018 y 2022; y las evaluaciones regionales de ERCE 2019.
Pero lo mejor es lo que viene
El Ministerio de Educación está trabajando en introducir evaluaciones formativas a nivel nacional que pueden ser usadas por docentes y padres de familia para monitorear el aprendizaje de los niños y niñas.
La pandemia hizo evidente que las evaluaciones nacionales e internacionales son imposibles de administrar en caso de cierre de escuelas; que no hay flexibilidad para que las escuelas decidan cuándo y cómo administrarlas y que no entregan resultados inmediatos para tomar acciones urgentes para apoyar los aprendizajes. La crisis sanitaria abrió una ventana de oportunidad para fortalecer el sistema incorporando las pruebas formativas.
A pesar de todos estos éxitos, algunos desafíos continúan. Estos incluyen continuar con mejor el uso, el entendimiento, y los ajustes de política que debieran generarse en los institutos de formación docente y la focalización de recursos técnicos, y apoyo a las escuelas que tienen más oportunidades de mejora.
Es necesario seguir profundizando el modelo de pedagogía y evaluación para crear vínculos virtuosos entre lo que se mide y lo que se hace para acelerar el aprendizaje y la adquisición de competencias de los estudiantes . El cierre de centros educativos a nivel mundial en medio de una crisis de aprendizaje global ha creado una crisis dentro de otra crisis, y sistemas fuertes de evaluación que respondan a las necesidades y capacidades de cada país son necesarios para hacerle frente a este gran desafío.
Introducir reformas en los sistemas de evaluación de aprendizajes no es fácil. Todos los países enfrentan dificultades, y la República Dominicana no es la excepción. Sin embargo, este país muestra cómo es posible realizar reformas sustanciales, e implementarlas gradualmente cuando hay metas claras, compromiso político, y una hoja de ruta consensuada para implementar los cambios.
Ver más en este link.
Apoyo del Banco Mundial a los sistemas de evaluación.
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