En la última década, el número de migrantes internacionales aumentó en 60 millones , y actualmente representa cerca del 3,6 % de la población mundial. Durante el mismo período, la cantidad de refugiados se incrementó en 20 millones (i), un aumento significativo, debido a la persecución, los conflictos, la violencia y las violaciones de los derechos humanos. América Latina no es ajena a ambos fenómenos. La región, que acoge a cerca de una cuarta parte de todos los migrantes y refugiados, también ha experimentado una aceleración de estos flujos.
De acuerdo con las tendencias regionales, los flujos migratorios procedentes del norte de Centroamérica —El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua— también han aumentado en los últimos 10 años . Alrededor de 3,8 millones de personas de esos países vivían en Estados Unidos en 2021: el 40 % de los inmigrantes eran de El Salvador; el 32 %, de Guatemala; el 21 %, de Honduras, y el 7 %, de Nicaragua.
En su mayor parte, los migrantes enfrentan condiciones extremas durante sus desplazamientos, que pueden durar semanas, causar la muerte de algunos y dejar a muchos agotados y enfermos. Estos viajes son particularmente difíciles para las mujeres y los niños, dada la amenaza de violencia y trata de personas. Recientemente, grandes “caravanas” de migrantes (es decir, grupos enormes de centroamericanos que cruzan sus países y pasan a través de México para llegar a la frontera estadounidense-mexicana) han concitado atención pública adicional.
El perfil de los migrantes del norte de Centroamérica ha cambiado: en la actualidad, son más vulnerables que hace una década , arriban a los países de destino a una edad más temprana (a principios de los 20 años en comparación con mediados de los 20 años), y la proporción de mujeres ha aumentado. Los jóvenes y las mujeres son más propensos a los peligros de la migración irregular.
¿Por qué cientos de miles de personas, incluidos niños y mujeres, dejan sus países y arriesgan sus vidas cada año, a pesar de los riesgos y amenazas que entrañan esos viajes? En nuestro último estudio tratamos de responder a esta pregunta al analizar los principales factores para la expulsión y atracción de migrantes que suelen relacionarse con los flujos migratorios en los países del norte de Centroamérica.
¿Por qué migran las personas?
Con respecto a las razones que llevan a las personas a migrar, se analizaron tres factores que tradicionalmente se han vinculado a los flujos migratorios en la región.
- Las limitadas oportunidades económicas y el bajo nivel de calidad de vida. Los resultados del estudio revelan que, en el norte de Centroamérica, es más probable que los hogares de los municipios más pobres tengan un miembro de la familia que ha migrado, lo que indica que la migración es una válvula de escape ante la falta de oportunidades económicas. Sin embargo, la migración es costosa y no todos pueden costear el viaje. Por lo tanto, en estos países, los migrantes provienen de las regiones más pobres, pero no de los hogares más pobres.
- El papel de las amenazas naturales, que habitualmente se relacionan con el cambio climático. El estudio muestra que las amenazas naturales vinculadas con el cambio climático se relacionan con la migración en Guatemala y Honduras. Específicamente, la probabilidad de tener un integrante que haya migrado está débilmente correlacionada con la incidencia de deslizamientos de tierra en Honduras, mientras que tiene una escasa correlación con el riesgo de exposición a tales eventos en Guatemala.
- La violencia, medida como tasas de homicidios y protestas, asociada con la migración. Si bien nuestros resultados no encontraron ningún nexo, otros estudios han establecido una relación causal, por lo que se requiere más investigación al respecto.
¿Qué atrae a los migrantes?
Los principales factores que motivan a los migrantes a trasladarse a Estados Unidos son las mejores oportunidades de empleo y las expectativas de un mayor nivel de calidad de vida, y esas perspectivas parecen cumplirse. Los migrantes centroamericanos que residen en Estados Unidos tienen más probabilidades de estar empleados en sectores de mayor productividad , en comparación con sus compatriotas que viven en los países de origen.
Además, los migrantes de los cuatro países estudiados ganaron más del triple de lo que habrían recibido de no haber emigrado (tomando en cuenta la diferencia en el poder adquisitivo entre las distintas monedas). Asimismo, los migrantes disfrutan de mejores condiciones de vida que las personas que viven en sus países de origen en términos de vivienda, acceso a servicios básicos y conectividad digital.
¿Qué hacer?
Las disparidades en las condiciones de vida y las oportunidades económicas sugieren que la migración procedente del norte de Centroamérica probablemente no disminuirá en el corto plazo. Por consiguiente, es fundamental fomentar una migración regular, segura e institucionalizada desde estos países. Esto puede lograrse a través de iniciativas como programas de migración temporal (circular), que requieren sistemas de emigración robustos y marcos jurídicos y normativos sólidos. Un buen ejemplo es el modelo de Filipinas (i), en que se gestiona de manera proactiva un movimiento legal, sistemático y en gran escala de trabajadores migrantes temporales.
Mejorar las condiciones de vida en general y brindar oportunidades económicas inclusivas en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, así como aplicar políticas de adaptación y mitigación para abordar el cambio climático, aumenta el abanico de opciones para la población de estos países. Si bien el desarrollo económico puede proporcionar los recursos financieros para migrar, también aumenta los ingresos en el país de origen y hace que la emigración sea menos atractiva. Por ende, brindar mejores oportunidades en los países de origen puede contribuir a reducir la migración en situaciones difíciles.
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