La pandemia de la COVID-19 ha sumido al mundo en la peor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial, situando a los países ante el desafío de recuperase. Para que este crecimiento sea sostenible, la reactivación económica post COVID debe tener como objetivo la transformación estructural de las economías, avanzando hacia un crecimiento más limpio, verde y resiliente.
Lo anterior requiere inversiones y cambios de comportamiento que contribuyan a la reducción de las emisiones. Durante el 2015, el consumo de energía en la región produjo 1.208 millones de toneladas de dióxido de carbono (IEA, 2020), de los cuales el 36,15% provenían del sector de transporte, 22,44% de la industria y el 20,46% de la producción de electricidad y calefacción.
El informe del Banco Mundial “Lecciones de la experiencia chilena con la electromovilidad” entrega una visión de los modelos de negocio innovadores y las estrategias que los gobiernos pueden impulsar para apoyar el cambio hacia la movilidad eléctrica.
Chile ostenta actualmente una de las flotas de buses eléctricos más grandes del mundo, con casi 800 buses en operación. Hace pocos años esta realidad se veía muy lejana, pues la meta consistía en incorporar 90 buses de características especiales al sistema de transporte público de la ciudad de Santiago, entre las cuales opcionalmente estaba la propulsión eléctrica.
Para alcanzar y superar este desafío, el gobierno rediseñó la forma de renovar el sistema con nuevas flotas eléctricas, siendo garante de las adquisiciones y utilizando las bases existentes, pero sin encarecer el sistema. Para ello se potenciaron las alianzas público-privadas con empresas de energía, proveedores de buses eléctricos y empresas operadoras.
Movilidad eléctrica como solución de transporte sostenible
El informe del Banco Mundial examinó cómo los autobuses eléctricos pueden contribuir a los ambiciosos objetivos de Chile de convertirse en un país neutro en carbono para 2050. La modelización y pronósticos de las emisiones pusieron de manifiesto que el cambio tecnológico y la sustitución de la flota, pueden reducir significativamente las emisiones de carbono. Durante el 2018, las emisiones totales de Chile fueron 112 millones de toneladas de dióxido de carbono (UNFCCC, 2020), de los cuales el 25,77% provenían del sector de transporte, 14,12% de las industrias manufactureras y construcción, y el 30,39% de la producción de las industrias de la energía.
Además de la introducción de tecnologías más limpias, el cambio estructural en las costumbres y formas de uso del transporte es crucial para descarbonizar el sector. Una encuesta a los usuarios de transporte público de Santiago, incluida en el informe, reveló que las personas no solo valoran la comodidad y equipamiento del nuevo estándar en los buses de Red Metropolitana, sino también la reducción de ruido y emisiones contaminantes.
Como consecuencia de esta buena experiencia, Chile se ha animado a ir por más. Es así como en el marco de su estrategia de electromovilidad, el país ha asumido el compromiso de lograr que el 100% de los vehículos de transporte público mayor, es decir casi 18 mil buses en todo el país, sean cero emisiones al año 2040. Nuevamente este es un tremendo desafío, el cual requiere electrificar en promedio 900 buses anualmente por los próximos 19 años.
¿Cómo alcanzar esta meta?
La integración entre el Ministerio del Medio Ambiente, el Ministerio de Energía y el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones de Chile ha sido clave para generar las condiciones de escalabilidad en un ecosistema público de electromovilidad.
Algunas de las lecciones aprendidas en estos primeros años de operación con las flotas de buses eléctricos son:
- Las exigentes normas de emisión para buses convencionales -Euro VI- hacen que la tecnología eléctrica sea más competitiva.
- La normativa para la instalación y estándares de los sistemas de recarga, así como la homologación técnica de los buses eléctricos, permiten asegurar su calidad, seguridad y eficiencia energética.
- El refuerzo de las redes de distribución eléctrica y la construcción de electro terminales para satisfacer las crecientes necesidades de las nuevas flotas eléctricas, permite una visión de largo plazo para el desarrollo de este negocio.
- El establecimiento de modelos regulatorios que den mayores garantías para las inversiones privadas permite respaldar el financiamiento de los buses.
Avanzar hacia un transporte público cero-emisión es una condición para que Chile pueda alcanzar su meta de convertirse en un país carbono neutral para el año 2050. Además, un sistema de transporte más eficiente, sostenible y limpio mejorará la calidad de vida de los ciudadanos y contribuirá al desafío de alcanzar una recuperación económica sostenible.
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