Pobreza y empleo en Ecuador: dos caras de una misma realidad

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Street vendors in Ecuador Quito, 02 junio de 2020. Vendedoras ambulantes caminando por las calles de la ciudad. Fotógrafo: Paul Salazar / Banco Mundial.

¿Sabías que la clave para reducir la pobreza en Ecuador está en las condiciones del empleo?

Según el reporte “Impulsando la Prosperidad: Evaluación de la Pobreza y la Desigualdad en Ecuador” del Banco Mundial, cerca del 75% de los cambios en la pobreza en las últimas décadas se explican por los ingresos laborales. Incluso durante eventos históricos clave para el país, como el auge y posterior declive petrolero o la pandemia del COVID-19, Ecuador fue capaz de mantener tasas de pobreza estables gracias al sustento que los ecuatorianos han generado con su trabajo.

Sin embargo, la pobreza en Ecuador persiste y su reducción parece haberse estancado. De acuerdo con estadísticas del 2024, cerca de tres de cada cuatro ecuatorianos es pobre. Esto se contrapone a los datos de empleo, que nos presentan un mercado laboral aparentemente saludable, con bajo desempleo y un creciente dinamismo en varios sectores. Entonces, ¿qué pieza del rompecabezas nos estamos perdiendo?

El deterioro de la calidad del empleo

Las estadísticas oficiales muestran una tasa de desempleo relativamente baja, promediando 3,9% en la última década (exceptuando el pico de 6,2% durante la pandemia). Sin embargo, este dato no cuenta la historia completa, el  deterioro en la calidad de los empleos es un factor importante. Según el Índice de Calidad de Empleo (JQI), Ecuador ha experimentado una caída de casi el 20% en la calidad laboral entre 2012 y 2024, pasando de 0,84 a 0,68 en la escala.

Este declive es resultado de una transformación estructural del mercado laboral: mientras los sectores menos productivos (comercio, agricultura, tecnologías de la información) han absorbido más trabajadores, los sectores más productivos y mejor remunerados (servicios públicos, construcción, inmobiliario y finanzas) han reducido su participación. La consecuencia es la proliferación de trabajos precarios: empleos de tiempo parcial, informales y de baja calificación, que no generan ingresos suficientes para que las familias superen la línea de pobreza, atrapándolas en un ciclo del que es extremadamente difícil escapar.

 

El autoempleo: ¿una trampa?

El autoempleo —cuando una persona trabaja por cuenta propia sin depender de un empleador— se ha convertido en la principal forma de subsistencia para millones de ecuatorianos. Ecuador tiene una de las tasas de autoempleo más altas de América Latina (50,8% del total de empleo en 2023). Para ciertos grupos tradicionalmente marginalizados, como las mujeres, la población rural, y los indígenas, esta no es una elección emprendedora sino la única opción disponible, la cual les proporciona una seguridad económica mínima.

De acuerdo con los datos examinados, tanto la población urbana como la rural se ven afectadas por el empleo precario, aunque enfrentan desafíos diferentes. En las áreas urbanas, la tasa de desempleo alcanza el 12%, triplicando el promedio nacional.

Además, 9 de cada 10 personas pobres en las ciudades trabajan en condiciones de informalidad. En las zonas rurales, la realidad es compleja: casi 5 de cada 10 trabaja sin recibir ningún ingreso. Muchos se desempeñan en sectores como la agricultura y la minería, donde el esfuerzo diario no siempre se traduce en una mejora económica.

Por lo general, quienes dependen de estos “empleos de supervivencia” permanecen en un círculo vicioso: trabajan sin protección social, con horarios inestables y salarios insuficientes. El resultado es una trampa de pobreza de la que pocos logran escapar.

La brecha entre la educación y el mercado laboral

En las últimas décadas, Ecuador ha evidenciado avances significativos en su objetivo de mejorar el sistema educativo. Sin embargo, los datos indican una desconexión entre lo que aprenden los estudiantes y lo que demandan los empleadores. Este desajuste impide que muchos graduados, especialmente aquellos de hogares pobres, accedan a empleos formales bien remunerados que podrían mejorar su situación económica.

Cuatro caminos hacia el cambio

La transformación del mercado laboral ecuatoriano para la reducción de la pobreza es una tarea compleja y requiere acciones coordinadas entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Cuatro medidas concretas que podrían generar impacto positivo son:

  1. Simplificar la formalización: Reducir trámites y costos para que más empresas ofrezcan empleos con beneficios sociales.
  2. Promover el desarrollo rural integral: Invertir en infraestructura, tecnologías agrícolas y acceso a mercados para comunidades rurales.
  3. Generar oportunidades económicas para  las mujeres: Proporcionar acceso a cuidado infantil asequible y promover emprendimientos dirigidos por mujeres.
  4. Alinear educación y empleo: Asegurar que las escuelas enseñen habilidades que el mercado laboral realmente demanda.

En Ecuador, hablar de pobreza es hablar de empleo. No podemos separar estos dos fenómenos si buscamos un desarrollo genuino y sostenible. Las decisiones que se tomen hoy determinarán si millones de ecuatorianos podrán acceder a trabajos dignos que les permitan construir un futuro próspero.


Carlos Rodríguez Castelán

Gerente de la Práctica Global de Pobreza y Equidad para América Latina y el Caribe

Gustavo Canavire-Bacarreza

Economista sénior en la Práctica Global de Pobreza y Equidad

Luis Recalde-Ramírez

Consultor en la Práctica Global de Pobreza y Equidad

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