Dos caras de la misma moneda: reactivar la economía de Brasil y frenar la deforestación de la Amazonía

Community living on the banks of the Amazon. Photo by Marcelo Camargo/Agência Brasil Community living on the banks of the Amazon. Photo by Marcelo Camargo/Agência Brasil

Brasil no solo es uno de los países más desiguales del mundo, sino que se ha vuelto más pobre durante la última década, pues el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita se redujo en un 0,4 %. En comparación, en China creció un 6,2 % y en India un 4,3 % durante el mismo periodo.

El crecimiento no sólo fue lento. También se produjo a expensas de la deforestación implacable en su frontera agrícola, los nueve estados de la “Amazonía legal”: Acre, Amapá, Amazonas, Mato Grosso, Pará, Rondônia, Roraima, Tocantins y partes de Maranhão. Solo en 2021, Brasil perdió el equivalente a 1,6 millones de campos de fútbol en esos estados.

Podría decirse que la deforestación no es un problema reciente ni exclusivo de Brasil. Pero Brasil es uno de los principales focos de deforestación tropical, ya que su frontera agrícola se adentra cada vez más en el Amazonas y los riesgos de que el Amazonas llegue a un punto de inflexión son enormes.

En nuestro Memorándum Económico de la Amazonía, argumentamos que el lento crecimiento económico y la deforestación de Brasil son dos caras de la misma moneda.

La cara ambiental de la moneda

En la década de 2000, Brasil realizó un esfuerzo concertado para proteger los “pulmones del mundo”, por ejemplo, con el Programa de Áreas Protegidas de la Región Amazónica (2002), el Plan de Acción para la Prevención y el Control de la Deforestación en la Amazonía Legal (2004) , inclusión de municipios en listas negras (2008), un Código Forestal actualizado (2012) y compromisos del sector privado (como la Moratoria de la Soja Amazónica de 2006 y el Acuerdo Ganadero de Deforestación Cero de 2009). Estos programas ayudaron a que la deforestación se redujera drásticamente de 27.772 km2 en 2004 a 4.471 km2 en 2012. Pero desde entonces, ha habido una aceleración en la destrucción de ecosistemas antiguos, los “ríos voladores” de la evaporación amazónica que sustentan la agricultura sudamericana y el hogar de la mayoría de los publos indígenas de Brasil.

La cara económica de la moneda

El crecimiento de las exportaciones de Brasil depende cada vez más de las materias primas, en particular de la agricultura y la minería. Las exportaciones manufactureras disminuyeron. El país simplemente ya no era competitivo debido a que la productividad en los sectores no relacionados con las materias primas, incluidas la manufactura y los servicios, que representan el 87 % del PIB de Brasil, se tambaleó y redujo el crecimiento general. Los sectores no relacionados con las materias primas están muy concentrados en las ciudades. Las favelas azotadas por la pobreza de Brasil son un poderoso recordatorio de que sus ciudades no han podido brindar oportunidades para todos.

¿Cuál es la conexión?

Nuestra investigación sugiere que el débil crecimiento de la productividad en los sectores urbanos de Brasil, en particular la manufactura y ciertos servicios, socavan el progreso económico y aceleran la deforestación. Aunque es una simplificación, esto es evidente en los datos básicos: cuando la productividad total de los factores aumentó en Brasil, la cubierta forestal aumentó. El final del último superciclo de precios de las materias primas redujo aún más la productividad y la deforestación volvió a aumentar. La creciente deforestación es consistente no solo con una aplicación más laxa de las leyes de protección forestal, sino también está impulsada por factores económicos. De hecho, los dos pueden reforzarse mutuamente: a medida que aumenten los beneficios económicos de la deforestación, es probable que aumente el cabildeo a favor de controles más laxos para proteger las selvas.

Productividad total de los factores (índice, lado izquierdo) y cambio neto anual en la cobertura forestal de la Amazonía Legal ('000km2, lado derecho)

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Gráfica sobre productividad total de los factores

Es probable que el crecimiento de la productividad en sectores urbanos como la manufactura, que domina la economía pero utiliza muy poca tierra, a diferencia de la agricultura (que analizamos por separado), reduzca la presión sobre las selvas. De hecho, las ciudades se vuelven más productivas si construyen hacia arriba en lugar de hacia afuera.

Los modelos económicos, calibrados para el contexto brasileño, muestran que es probable que una mayor productividad en las ciudades reduzca la demanda de tierra, al reducir la demanda externa de exportaciones brasileñas y abaratar otros insumos. Una mayor productividad en las ciudades fortalecerá el tipo de cambio real de Brasil, afectando la competitividad de los exportadores si su productividad individual permanece sin cambios. Sin embargo, se espera que los salarios aumenten en toda la economía, aumentando los costos de producción. Tanto los precios agrícolas locales más bajos (en moneda nacional) como los salarios más altos significan que los agricultores producirán menos para exportar y, por lo tanto, demandarán menos tierra, por lo que talarán menos selvas para la agricultura.

Además, las ganancias de productividad en la fabricación reducirán el costo de los bienes manufacturados, como tractores, corrales de engorde y fertilizantes. Si Brasil no produce esos bienes por sí mismo, una moneda más fuerte le permitirá importarlos más baratos. Por lo tanto, los agricultores gastarán más en bienes manufacturados más baratos y menos en los otros factores de producción, tierra y mano de obra. Si cae la demanda general de tierra, la deforestación también disminuirá.

La productividad urbana y la deforestación están claramente conectadas, y algunos de sus problemas son diferentes caras de la misma moneda. También es un recordatorio de que, aunque la Amazonía es remota, está conectada con el resto de Brasil y, de hecho, con el mundo, a través de los mercados. Los estados de la Amazonía Legal pueden representar solo alrededor del 10 % del PIB, pero los desarrollos económicos en São Paulo y Río de Janeiro afectarán las opciones económicas en áreas remotas.

Las buenas noticias

La buena noticia es que los legisladores nacionales tienen el poder de aumentar la productividad. Aunque los efectos no serán inmediatos. Las medidas activas de comando y control para detener la deforestación siguen siendo urgentes: una mayor productividad no puede salvar las selvas de la Amazonía por sí sola, y menos a corto plazo. Pero a largo plazo no serán suficientes para la economía, las personas que viven en situación de pobreza y el medio ambiente.

 

 

 

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Autores

Marek Hanusch

Economista principal y líder de programa del Grupo de Prácticas de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial

Joaquim Bento de Souza Ferreira Filho

Senior Professor, University of São Paulo

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