Publicado en Blog de Datos

Medir los sesgos de género para acelerar la igualdad de las mujeres y las niñas

Letrero para el nombre de una calle en azul sobre una pared naranja con el nombre de Stephanstrasse en Wurzburg, Bavaria, Alemania.
Letrero de la calle Stephanstrasse en Würzburg, Baviera (Alemania). Fotografía: © phaustov/Shutterstock.

La mayoría de las calles en Europa llevan nombres de personas, a diferencia de las ciudades en Estados Unidos “donde las calles no tienen nombre”, al menos según una canción pop que se titula de esa manera (i). Pero en Europa las calles, de manera abrumadora, poseen nombres de varones, y esto refleja la existencia de sesgos de género profundamente arraigados en las sociedades europeas a lo largo de siglos (i). ¿Estos prejuicios contra la igualdad de género son generalizados también en otras regiones? ¿Y es posible medirlos y ver cómo evolucionan?

Para abordar estas preguntas, en el Informe sobre Desarrollo Humano 2019 (PDF) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se presentó el Índice de Normas Sociales de Género (i) (GSNI), cuyas últimas estimaciones (i) se publicaron a principios de este verano. El GSNI se basa en datos representativos de la Encuesta Mundial sobre Valores (i), que revelan creencias sesgadas basadas en el género, por ejemplo responder “sí” a preguntas como “¿los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres?”. En el GSNI se miden cuatro dimensiones: política, educación, economía e integridad física (gráfico 1).

Gráfico 1. Dimensiones e indicadores del Índice de Normas Sociales de Género

Dimensiones e indicadores del Índice de Normas Sociales de Género

Fuente: PNUD (2023), Breaking Down Gender Biases: Shifting Social Norms Towards Gender Equality (Derribar los sesgos de género: Cambio de las normas sociales para lograr la igualdad de género), Nueva York, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

 

¿Qué revelan los últimos resultados? Sorprendentemente, en 80 países y territorios que representan el 85 % de la población mundial alrededor del 90 % de los encuestados señala tener al menos un sesgo contra la igualdad de género  (gráfico 2). Y no hay una diferencia sustancial en estos prejuicios entre las mujeres y los hombres, lo que refleja cuán profundamente arraigados están dichos sesgos en la sociedad.

Gráfico 2. Alrededor del 90 % de la población tiene al menos un sesgo basado en los indicadores que se utilizan para elaborar el Índice de Normas Sociales de Género

Sobre la base de 80 países y territorios que tienen datos procedentes de la ola 6 (2010-14) o la ola 7 (2017-2022) de la Encuesta Mundial sobre Valores, que representan el 85 % de la población mundial.

Nota: Sobre la base de 80 países y territorios que tienen datos procedentes de la ola 6 (2010-14) o la ola 7 (2017-2022) de la Encuesta Mundial sobre Valores, que representan el 85 % de la población mundial.
Fuente: PNUD (2023), Breaking Down Gender Biases: Shifting Social Norms Towards Gender Equality (Derribar los sesgos de género: Cambio de las normas sociales para lograr la igualdad de género), Nueva York, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

 

Las normas sociales de género son importantes porque pueden impulsar la persistencia de prácticas discriminatorias contra las mujeres, incluso cuando existen protecciones legales que las prohíben.  Por ejemplo, un caso extensamente estudiado fue el impacto limitado al inicio de la aplicación de dos leyes emblemáticas sobre igualdad de género en Estados Unidos (la Ley de igualdad salarial de 1963 y el Título VII de la Ley de derechos civiles de 1964). Después de la promulgación de estas leyes, las disparidades salariales promedio entre hombres y mujeres no se redujeron de inmediato, en parte porque las empresas, al menos al comienzo, optaron por contratar menos mujeres (i).

Junto con las protecciones legales, las medidas destinadas a reducir las desigualdades de género incluyen permitir a las mujeres tener un mayor control sobre los activos o disminuir las brechas en la educación. De hecho, históricamente existió un vínculo entre las brechas de género en la educación y las brechas de ingresos, pero esa conexión se ha debilitado (gráfico 3): aunque las mujeres a menudo tienen el mismo o un mayor nivel de educación que los hombres hoy, las brechas de ingresos por razón de género persisten.

Gráfico 3. La relación entre las brechas de género en la educación y las brechas de género en los ingresos se ha debilitado

La relación entre las brechas de género en la educación y las brechas de género en los ingresos se ha debilitado

Notas: Cada punto muestra el coeficiente estimado en un modelo de regresión lineal de las brechas de género en los ingresos en función de las brechas de género en la educación entre distintos países. Las líneas verticales por encima y por debajo de los puntos representan un intervalo de confianza del 95 %.
Fuente: PNUD (2023), Breaking Down Gender Biases: Shifting Social Norms Towards Gender Equality (Derribar los sesgos de género: Cambio de las normas sociales para lograr la igualdad de género), Nueva York, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (i).

 

Mientras que la regresión de las disparidades de género en los ingresos en función de las desigualdades de género en la educación es ahora cercana a cero, la regresión de las brechas de género en función de los ingresos sobre la base del GSNI muestra un coeficiente positivo estadísticamente importante (gráfico 4).

Gráfico 4. Las normas sociales sesgadas aún explican las brechas de género en los ingresos

Las normas sociales sesgadas aún explican las brechas de género en los ingresos

Notas: En el gráfico se muestran los coeficientes estimados de un modelo de regresión de las disparidades de género en los ingresos en función de las desigualdades de género en la educación y en función de los valores del Índice de Normas Sociales de Género (GSNI) utilizando los datos del año más reciente de los cuadros A1 y A4. Las líneas verticales por encima y por debajo de los puntos representan un intervalo de confianza del 95 %.
Fuente: PNUD (2023), Breaking Down Gender Biases: Shifting Social Norms Towards Gender Equality (Derribar los sesgos de género: Cambio de las normas sociales para lograr la igualdad de género), Nueva York, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (i).

 

Las normas sociales sesgadas afectan los derechos de las mujeres, con consecuencias que van desde un peor rendimiento académico que el de los hombres (en ocasiones porque en los exámenes no se utiliza un lenguaje neutral con respecto al género [i]) hasta condiciones de salud mental y bienestar peores (con desigualdades de género estructurales que pueden llegar a arraigarse biológicamente [i] como resultado de procesos acumulativos e iterativos de experiencias adversas [i]). Esta injusticia manifiesta es sin duda la razón principal por la que necesitamos eliminar las normas sociales sesgadas, pero también es importante que se reconozca que las desigualdades de género empeoran la situación de todos. Por ejemplo, evidencias recientes muestran que los equipos con diversidad de género producen ideas científicas más novedosas y de mayor impacto (i). Y el GSNI sirvió para mostrar un vínculo entre las normas sociales por razón de género y las tasas más altas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares a nivel de toda la población (i).

Por lo tanto, el esfuerzo por medir las normas sociales sesgadas es crucial para reparar la injusticia que sufren las mujeres y las niñas, así como para mejorar nuestras sociedades en su conjunto.  Resulta sorprendente que, de acuerdo con el GSNI, alrededor del 90 % de las personas en todo el mundo alberguen tales prejuicios. Esto nos lleva de vuelta a los nombres de las calles en Europa. Una organización (i) se tomó la molestia de analizar los nombres de 146 000 calles en 30 ciudades importantes de 17 países europeos. ¿Qué descubrió? Coincidentemente, alrededor del 90 % de las calles que se nombran en honor de personas tienen nombres de varones. Y un dato más: las parejas que declaran impuestos de manera conjunta en Estados Unidos ponen el nombre masculino primero en casi el 90 % de los casos (i).

Develar los sesgos de género —ya sea en los nombres de las calles, la presentación de formularios fiscales, la propiedad de activos o la composición de los organismos de toma de decisiones en todo el mundo— es solo el primer paso, si bien crucial, para combatir las disparidades. Posteriormente debemos asegurarnos de utilizar esta información para derribar los sesgos de género y cambiar las normas sociales a fin de lograr la igualdad de género.


Autores

Pedro Conceição

Director, Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD

Únase a la conversación

Este contenido no se mostrará públicamente
Caracteres restantes: 1000