El domingo celebraremos el Día Internacional de la Mujer y el tema de este año es #GenerationEquality (Generación Igualdad), una campaña que aprovecha el impulso de una nueva generación de activistas que trabajan para eliminar las brechas entre los hombres y las mujeres. Me enorgullece formar parte de este movimiento poniendo de relieve los datos que muestran dónde se está avanzando y dónde aún existen diferencias.
Al reflexionar sobre los avances para promover la igualdad de género, observamos más de cerca la capacidad empresarial de las mujeres. Consultamos el Portal de datos sobre género del Banco Mundial (i) para encontrar indicadores generales desagregados por sexo y armonizados a lo largo del tiempo y entre países.
¿Por qué debería importarnos la capacidad empresarial de las mujeres? En los países de ingreso bajo, trabajar como empleado es la excepción, no la norma para los hombres y las mujeres. Solo el 7 % de las mujeres mayores de 15 años son trabajadoras asalariadas en los países de ingreso bajo, en comparación con el 18 % de los hombres (esto incluye trabajos como empleados en los sectores público y privado, tanto formales como informales). La capacidad empresarial de las mujeres (y el empleo autónomo, en general) —trabajar sin un jefe, ya sea en un emprendimiento micro, pequeño, mediano o grande— se convierte, por consiguiente, en un medio importante para el empoderamiento de las mujeres.
Aquí examinamos más detenidamente el segmento "ser dueño de una empresa" sin incluir la propiedad de microempresas —la mayor categoría de dueños de empresas en el mundo en desarrollo tanto para hombres como para mujeres— debido a la falta de datos sistemáticos sobre este grupo.
En el mundo, solo 1 de cada 3 empresas pequeñas, medianas y grandes es de propiedad de mujeres. Este porcentaje varía entre y dentro de las regiones, desde un mínimo de 18 % en Asia meridional a un máximo de 50 % en América Latina y el Caribe. En Asia oriental y el Pacífico, Corea del Sur registra la tasa más baja de mujeres dueñas de empresas, con apenas el 19 % de las empresas, y los Estados Federados de Micronesia tienen la tasa más alta, con el 87 % de negocios de propiedad de mujeres. De manera similar, en Oriente Medio, oscila entre un mínimo de 7 % en la República del Yemen y un máximo de 49 % en Túnez.
La participación femenina en la propiedad de empresas se correlaciona de manera positiva con el nivel de ingreso de los países, aunque solo en pequeña medida. En los países de ingreso bajo, solamente 1 de cada 4 empresas es de propiedad de mujeres. En los países de ingreso mediano y alto, las tasas son de 36 % y 37 %, respectivamente.
Si bien puede ser más difícil para las mujeres convertirse en propietarias de empresas establecidas, mediante esfuerzos e iniciativas mundiales para aumentarla capacidad empresarial de las mujeres se podría lograr una mayor participación de las mujeres en la propiedad de las nuevas empresas.
Al analizar las últimas sociedades de responsabilidad limitada (SRL) inscritas entre 2014 y 2018, encontramos que la participación femenina en la propiedad es sistemáticamente mayor entre las empresas recientemente registradas. En 44 países de los que se disponen datos, la participación femenina en la propiedad es mayor entre las nuevas empresas que entre las empresas existentes en solo 12 países. El aumento más grande se produce en Nigeria, donde las empresas recientemente registradas tienen 17 puntos porcentuales más de probabilidades de tener una propietaria que el total de las empresas existentes. En Samoa se observa la mayor disminución dado que, si bien el 80 % de las empresas existentes tiene una propietaria, entre 2014 y 2018 solo el 36 % de las empresas nuevas tenía una propietaria.
Muchas cosas subyacen a estos hechos y una de ellas es el acceso al financiamiento. Ahora damos un vistazo a esta área, aunque prestarle atención es solo un punto de partida para comprender las brechas de género relacionadas con la actividad empresarial.
La base de datos Global Findex (i) muestra que en 2017 era más probable que los hombres pidiesen préstamos y ahorraran para iniciar, operar y ampliar una empresa que las mujeres. A nivel mundial, los hombres tienen un 3 % y un 6 % más de probabilidades de pedir préstamos y ahorrar para fines comerciales que las mujeres.
En los países de ingreso bajo tanto los hombres como las mujeres tienen más probabilidades de ahorrar que de pedir préstamos. La importancia relativa de ahorrar en comparación con pedir prestado disminuye con los niveles de ingreso y cambia en los países de ingreso alto, donde se prefiere pedir préstamos que ahorrar. Pero la diferencia entre hombres y mujeres se mantiene en todos los niveles de ingreso, ya que los hombres tienen mayores tasas de solicitud de préstamos y de ahorro para fines comerciales que las mujeres.
En todas las regiones, salvo en América del Norte, la proporción de mujeres con acceso a una cuenta financiera es menor que la de los hombres. En Europa y Asia central, los hombres tienen un 4 % más de probabilidades de tener una cuenta financiera que las mujeres. Esta brecha es mayor en Oriente Medio y Norte de África, donde los hombres tienen un 19 % más de posibilidades de tener una cuenta financiera que las mujeres.
Sin embargo, continúa existiendo una diferencia más grande para una plena inclusión financiera. En África al sur del Sahara y en Oriente Medio y Norte de África, menos del 40 % de las mujeres posee una cuenta financiera.
La exclusión financiera plantea un gran desafío, especialmente para las mujeres emprendedoras que tratan de acceder al capital para iniciar, operar o ampliar sus negocios. Según estimaciones recientes (PDF, en inglés), las emprendedoras enfrentan déficits de financiamiento por un monto de USD 1,5 billones.
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