La educación superior se enorgullece de una promesa clara: la oportunidad de ofrecer un mejor empleo. Para muchos jóvenes, especialmente en los mercados emergentes, esto no es una realidad.
Según estimaciones, dos tercios (i) de la población en África tiene menos de 24 años, y muchos de esos jóvenes —incluidos graduados universitarios— carecen de trabajos decentes. En Asia meridional, más de la mitad (i) de los jóvenes se gradúan sin haber adquirido las habilidades necesarias para conseguir un empleo de aquí a 2030. Sin embargo, a medida que aumenta este segmento de la población en todo el mundo, siguen surgiendo importantes preguntas: ¿Cómo mejoramos la educación superior para que cumpla su promesa? ¿De qué manera pueden las vías alternativas potenciar el talento del futuro?
Las perspectivas de obtener un título universitario convencional están evolucionando en el mundo. Aunque la matrícula en la educación superior se ha duplicado con creces en las últimas dos décadas, muchos graduados aún tienen dificultades en la transición del aula al lugar de trabajo. Para responder a este desafío, debemos repensar la educación y adoptar innovaciones que ayuden a los jóvenes a desarrollarse. La incorporación de modelos de aprendizaje alternativos, como los programas que permiten “ganar un ingreso y aprender”, puede ayudar a que la educación se adapte y aborde mejor los retos que enfrentan las organizaciones hoy en día.
Los modelos que permiten “ganar un ingreso y aprender” ayudan a los estudiantes y los empleadores
Básicamente, los programas de “ganar y aprender” ayudan a los estudiantes a adquirir habilidades relevantes y, al mismo tiempo, percibir un ingreso. Estas iniciativas, a menudo administradas como una asociación entre un empleador y una institución educativa, proporcionan la flexibilidad que los estudiantes necesitan para equilibrar el estudio y el empleo. En comparación con la capacitación práctica, que se centra en el desarrollo de los empleados en el lugar de trabajo, los programas de “ganar y aprender” permiten a los estudiantes adquirir experiencia y habilidades laborales y obtener un ingreso.
Esto es importante desde dos puntos de vista.
En primer lugar, los programas de aprendizaje alternativos pueden atraer a más estudiantes de bajos ingresos y mantenerlos en la escuela. Cada vez hay más datos empíricos (i) que sugieren que los estudiantes de entornos de bajos ingresos corren un mayor riesgo de abandonar la escuela. En América Latina, a pesar del crecimiento de las tasas brutas de matrícula en la educación superior, el acceso sigue siendo predominante entre los grupos de niveles de ingresos más altos (i). Lo mismo sucede en África, donde —pese a que la demanda de enseñanza superior crece un 15 %— solo el 9 % (i) de los jóvenes de entre 18 y 23 años están matriculados en una institución de educación terciaria. En la región, más de la mitad (i) de los adultos están preocupados por el pago de las matrículas escolares.
En segundo lugar, los programas de “ganar y aprender” fortalecen las reservas de talentos, un aspecto esencial del crecimiento y la eficiencia en las organizaciones. Al asociarse con las universidades, los diversos sectores pueden abordar los déficits de habilidades existentes y previstos, reducir sus propios costos de capacitación e inspirar la innovación. La nueva fuerza de trabajo global hace que esto sea aún más urgente. Casi un tercio (i) de los empleos en todo el mundo se verán alterados por los avances tecnológicos para 2030. Alrededor del 50 % (i) de los gerentes de personal reconocen esta crisis, de acuerdo con un informe de LinkedIn. Tal vez no es sorprendente que el 77 % de los directivos empresariales (i) creen que las organizaciones necesitan apoyar a sus trabajadores para que perfeccionen sus habilidades. Al adoptar el modelo de “ganar y aprender”, las organizaciones pueden fomentar un ecosistema de talentos más sólido, mejorar las habilidades e impulsar la productividad económica. Este modelo podría ser un cambio transformador, facilitando la transición a la fuerza laboral a muchos jóvenes.
Tomemos como ejemplo el Maharishi Invincibility Institute (i) (MII), que promueve iniciativas de educación terciaria gratuitas en Brasil, Sudáfrica, México, Zimbabwe y Zambia. Su programa de “ganar y aprender” garantiza que los estudiantes obtengan un estipendio mensual que los mantiene en el aula, al tiempo que adquieren una valiosa experiencia laboral, y su iniciativa de “cadena de favores” permite a los beneficiarios financiar a otros estudiantes que participan en el programa. Los resultados son sorprendentes: se tiene previsto que los graduados de Maharishi ganen alrededor de USD 3000 millones en ingresos laborales en conjunto a lo largo de sus carreras profesionales, superando el círculo de la pobreza. Solo en Sudáfrica, el programa Nelson Mandela Extranet, una certificación práctica entre pares, ha beneficiado a más de 600 000 jóvenes y está en camino de llegar a otros 2 millones de personas en los próximos cinco años.
Las alianzas pueden multiplicar el impacto
Podemos multiplicar estos impactos a través de la colaboración estratégica. En primer lugar, necesitamos asociaciones más sólidas entre las universidades y los empleadores. Para ello, debemos lograr que tanto las instituciones como las organizaciones de educación superior vean que es urgente implementar nuevos modelos de aprendizaje. Diversas universidades con visión de futuro ya están adoptando el Programa para la Digitalización de la Educación Terciaria (i) (D4TEP) de IFC con el fin de mejorar la experiencia de aprendizaje, aumentar el éxito de los estudiantes y seguir siendo competitivas. El D4TEP se ha implementado en 25 instituciones de educación terciaria y ha llegado a más de 950 000 estudiantes en Asia, África, y América Latina y el Caribe.
Esta urgencia afecta a todas las regiones. Un año después de terminar sus estudios, más de la mitad (i) de los recién graduados de programas universitarios de cuatro años en Estados Unidos están subempleados. En África, más del 40 % (i) de las empresas de ocho países consideran que la falta de habilidades relevantes para el mercado laboral es una traba importante para sus operaciones. De aquí a 2030, más de 85 millones de puestos de trabajo podrían estar vacantes debido a la escasez de personas calificadas para desempeñar dichas funciones. Esto representa el mayor obstáculo para la transformación de las empresas, según el Informe sobre el futuro del empleo 2025 (i) del Foro Económico Mundial.
Hay un papel claro para el Gobierno. Las políticas educativas podrían adaptarse para catalizar la adopción de programas de “ganar y aprender”. Los créditos fiscales podrían alentar a más empleadores a implementar iniciativas de este tipo, y los esquemas de donaciones podrían ayudar a los participantes a cubrir sus costos de educación mientras trabajan y adquieren experiencia esencial durante el proceso. Los Gobiernos también pueden promover reformas de los planes de estudio y ofrecer vías para reconocer habilidades que cumplan con los estándares de los diversos sectores.
Necesitamos la participación del sector privado. Las organizaciones privadas deben trabajar con los Gobiernos y los círculos académicos para crear conjuntamente soluciones de aprendizaje alternativo que beneficien a una gran cantidad de jóvenes.
Con innovaciones audaces podemos garantizar que nadie quede rezagado.
Únase a la conversación