Se espera que en 2030 más de 300 millones de chinos se hayan mudado a las ciudades. Para entonces, el 70 % vivirá en entornos urbanos. Dado el tamaño de China, significa que 1 de cada 6 habitantes urbanos en todo el mundo será de este país. Los desafíos que conlleva ese cambio demográfico ya son visibles y bien conocidos, en China y más allá.
La urbanización es una tendencia mundial. De manera que cuando pensamos en nuevos enfoques para la urbanización aquí en China, creemos que son válidos también para otros países que enfrentan problemas similares. En otras palabras, el éxito de China en esta área podría allanar el camino para un replanteamiento global sobre cómo se puede conseguir que las ciudades sean construidas de manera que sean saludables, eficientes y prósperas.
Una urbanización bien hecha, y en particular cuando también aborda el desarrollo urbano-rural de manera integral, tiene que ver esencialmente con compartir la prosperidad. Es fundamental para desplazarse de un modelo de desarrollo que se enfoca en la cantidad hacia uno centrado en la calidad. Se trata de garantizar que los beneficios del desarrollo y el crecimiento estén al alcance de todos los ciudadanos, ya sea si migran a megaciudades o a ciudades más pequeñas, o si viven en un entorno rural.
El proceso de urbanización puede ser un motor de crecimiento —si se maneja bien—, pero necesita de atención y políticas acertadas. De hecho, pocos países alcanzan el estatus de ingreso alto sin la presencia de elevados niveles de urbanización.
Un estudio (i) realizado por el Grupo del Banco Mundial y el Centro de Investigaciones sobre el Desarrollo del Consejo de Estado de China recomienda prioridades para establecer un nuevo modelo de urbanización que ponga énfasis en tres áreas de reforma: la propiedad y gestión de la tierra, el sistema de registros de los hogares, así como las finanzas del gobierno municipal y local.
China requiere ciudades más densas, no más grandes. La expansión urbana de baja densidad ha tenido un costo y la cantidad de tierras cultivables todavía disponibles está cerca del “límite” que se considera apropiado para garantizar la seguridad alimentaria. China debe centrarse en el uso eficiente de la tierra, en documentar los derechos sobre la tierra de los agricultores y en mejorar las compensaciones para la tierra rural que se ocupa para la construcción urbana. Hasta ahora, la mayoría de esa nueva tierra urbana fue tomada de agricultores a cambio de indemnizaciones muy bajas, a menudo no superiores al 20 % de los precios de mercado. Pagarles a los agricultores basándose en los precios de mercado habría prevenido la enorme brecha de inequidad urbano-rural, una fuente importante de malestar social actualmente en China. Habría dejado más tierras para la producción agrícola y la preservación del medioambiente.
Mientras tanto, China debería cambiar del hukou, el sistema de registro de los hogares basado en el origen, a uno basado en el lugar de residencia. Los 260 millones de migrantes que todavía son excluidos por el sistema actual deben tener acceso a los servicios públicos básicos. Los subsidios del gobierno central ayudarían a las ciudades que tienen el mayor número de migrantes a hacer la transición hacia un sistema basado en el lugar de residencia, con un estándar nacional para los servicios públicos. También sería importante que las ventajas de las pensiones se extendieran a través de China. Eso ayudará a asegurar que la población se pueda mover a través de China sin tener un impuesto de hecho a la migración.
Las reformas deberían cambiar la fuente de los ingresos de los gobiernos locales, que ahora dependen de manera excesiva del financiamiento basado en la transacción de tierras. Las ciudades pueden generar ingresos más estables a través de medidas, tales como los impuestos a la vivienda y a los automóviles. El gobierno central también debería establecer regulaciones de modo que las ciudades puedan recaudar fondos a través de mercados de bonos y de instituciones financieras de inversiones a largo plazo. Para desalentar los préstamos riesgosos y las operaciones bancarias informales, el gobierno central debe imponer duras restricciones presupuestarias y establecer un marco explícito para el endeudamiento del gobierno local.
Un elemento importante: los gobiernos locales deberían recibir incentivos en sus evaluaciones de desempeño por hacer cumplir las leyes ambientales existentes y tomar decisiones acertadas que fomenten una urbanización eficiente, inclusiva y sostenible. Todos sabemos que China ya tiene un impresionante conjunto de regulaciones ambientales, pero que es necesario que se respeten. También se debe alentar a los funcionarios locales a usar herramientas basadas en el mercado, tales como impuestos y sistemas que negocien la contaminación del carbono, del aire y del agua, para combatir el deterioro ambiental. Eso también tendría sentido económico: en China, los problemas de mortalidad y de salud causados por la contaminación atmosférica tienen un costo de US$300 000 millones anuales.
Esa es la razón por la cual la nueva urbanización debe ser asequible y así lo será. De acuerdo a las tendencias actuales, las ciudades chinas deberían gastar alrededor de US$5300 billones en infraestructura durante los próximos 15 años. Pero con ciudades más eficientes, más densas, China puede ahorrar unos US$1400 billones en gasto de infraestructura, o 15 % del producto interno bruto (PIB) del año pasado.
El programa de urbanización es indudablemente ambicioso, y requiere vigor, persistencia y visión. El Banco Mundial continuará apoyando las medidas de China en tal prometedora dirección y proseguirá su colaboración ya en curso en los temas del cambio climático, el fomento de la energía limpia, la reducción de la congestión vehicular y la contaminación atmosférica y el mejoramiento de la gestión de riesgos de inundaciones.
El trabajo futuro en esta área está conforme con las metas principales del Banco: acabar con la pobreza para 2030 y promover la prosperidad compartida. Para alcanzar esto último es decisivo mejorar las vidas de los ciudadanos chinos y ayudar al esfuerzo global de lograr el crecimiento sostenible y limpio.
Después de la hazaña notable de sacar de la pobreza a casi 500 millones de personas en los últimos 30 años, China está lista para repetir este éxito en un área clave del desarrollo: la urbanización.
La buena noticia es que el Gobierno chino ya está poniendo en práctica muchas de las recomendaciones de este estudio conjunto. Las personas están en el centro de las reformas en todos los planes. Esta es una señal muy fuerte de que los responsables de las políticas no solo están reconociendo los desafíos, sino también las oportunidades que ofrece una urbanización acertada para contribuir a un mayor y mejor crecimiento.
Si China tiene éxito, tanto sus habitantes como las personas de todo el mundo cosecharán los beneficios.
Vea el informe: (i) Ciudades de China: Hacia una urbanización eficiente, inclusiva y sostenible
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