En septiembre, los principales científicos del mundo dijeron que la influencia de los seres humanos en el clima era clara. El mes pasado, advirtieron sobre los mayores riesgos que el rápido calentamiento del planeta representa para nuestras economías, el medioambiente, el suministro de alimentos y la seguridad mundial. Hoy, el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), describe qué tenemos que hacer al respecto.
El documento, que se centra en la mitigación, señala que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero aumentaron más rápidamente en la última década que en cada uno de los tres decenios anteriores, a pesar de las medidas para reducirlas. Si no se realizan esfuerzos adicionales de mitigación, a fines del presente siglo la temperatura podría aumentar de 3,7°C a 4,8°C, por encima de los niveles preindustriales. El IPCC dice que todavía podemos limitar ese aumento a 2°C, pero eso demandará importantes medidas tecnológicas, económicas e institucionales, además de cambios de comportamientos.
Interpretemos los números. Cada grado de aumento equivale a un mayor riesgo, en especial para las personas pobres y más vulnerables.
El IPCC deja claro que el tiempo es esencial. Cuanto antes comencemos a enfrentar el problema, mejores serán nuestras posibilidades de resolverlo y, sobre todo, el costo será menor.
Ese sentido de urgencia fue compartido por los ministros de Hacienda que se reunieron el viernes con las autoridades del Grupo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las Naciones Unidas (ONU) en la sede del Banco Mundial. Los ministros no debatieron las cuestiones científicas; ellos hablaron de los riesgos para la estabilidad económica y financiera, los instrumentos de políticas que pueden usarse para intensificar el crecimiento con bajo nivel de emisiones de carbono, y la ayuda que necesitan para invertir en actividades de fortalecimiento de la capacidad de adaptación.
Hablaron del mensaje. Con frecuencia, las políticas que promueven la reducción de emisiones también aportan otros beneficios más tangibles. Enmarcar las políticas en ese sentido puede ampliar el apoyo. Consideremos, por ejemplo, el transporte: mejorar las normas para los vehículos, invertir en el transporte público y aumentar su uso son medidas que reducen la contaminación atmosférica -la que contribuye al asma, las enfermedades del corazón, el cáncer de pulmón, y a 3,7 millones de muertes al año-, y además disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero. Próximamente, se dará a conocer un informe que describe con más detalle algunos de estos “cobeneficios”.
A medida que se acerca la cumbre de la ONU sobre el clima en septiembre, los ministros de Hacienda saben que deben tomar medidas en sus países que garanticen un crecimiento con capacidad de adaptación, creen puestos de trabajo e impulsen el crecimiento con bajo nivel de emisiones de carbono.
Juntos, hablamos de varias decisiones que pueden tomarse en materia climática para enfrentar el desafío.
• Fijación del precio del carbono. Esto es fundamental para reducir el uso de la energía y dirigir las inversiones hacia un crecimiento con bajas emisiones de carbono. Estamos alentando a los países y las empresas a unirse a una creciente coalición de pioneros que respaldan la fijación del precio del carbono.
• Instamos a los funcionarios encargados de formular políticas y de los entes reguladores a impulsar la eficiencia energética en gran escala mediante normas para los edificios, la iluminación y los vehículos, y alentar a los mercados a crear soluciones de eficiencia energética. Esto puede favorecer la creación de empleos.
• Estamos abogando por una inversión en ciudades habitables con bajas emisiones de carbono y capacidad de adaptación. El IPCC señala que la mayoría de las zonas urbanas del mundo que existirán en 2030 no lo son hoy en día. Es importante que los Gobiernos de los países garanticen políticas fiscales que permitan que las ciudades tengan acceso a fondos de inversión, así como garantizar un flujo óptimo de las transferencias fiscales a los gobiernos municipales. Al mismo tiempo, podemos ayudar a que las ciudades tengan capacidad crediticia.
• Estamos pidiendo a los países que sigan el ejemplo de África y se unan a nosotros para trabajar en metas que permitirán avanzar en la agricultura inteligente en relación con el clima, tales como mejorar la productividad agrícola y la nutrición, fortalecer la capacidad de adaptación de los agricultores y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en las técnicas de cultivo.
• Estamos llamando a los Gobiernos y las compañías petroleras, nacionales e independientes, a unirse a los líderes de la industria y comprometerse a reducir a cero la quema de gas a nivel mundial para 2030.
Si las políticas públicas pueden enviar señales claras y predecibles como estas y dar certeza regulatoria, habrá inversores. Esto es esencial. Por ejemplo, el lanzamiento del mercado de bonos verdes es notable. En enero, el presidente Kim llamó a duplicar el mercado de bonos verdes a US$20 000 millones antes de la cumbre de septiembre y establecer objetivos más altos para las reuniones sobre el clima en Lima a fines de este año y en París en 2015. Ya estamos avanzando con rapidez en la dirección correcta, y el mérito corresponde especialmente a los emisores privados de bonos verdes que están ampliando la base de inversionistas de activos ecológicos.
Es solo el comienzo, pero puede tener un impacto real, y se puede hacer.
En el último informe del IPCC se señala también que cuanto más tarde se comience a abordar el cambio climático, más se deberá depender de tecnología que no ha sido probada, y los costos aumentarán.
Esta no es una decisión económica acertada.
Vicepresidenta y Enviada Especial del Grupo Cambio Climático
Twitter: @rkyte365
Foto: Los ministros se reúnen con los jefes del Grupo del Banco Mundial, el FMI y las Naciones Unidas para discutir los retos que el cambio climático está presentando para sus países y los instrumentos de política que podrían utilizar para responder. © Banco Mundial.
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