En todas partes existen historias y anécdotas de cómo los migrantes contribuyen a nuestras economías. En un informe del McKinsey Global Institute, (i) publicado recientemente, se dieron a conocer algunas cifras. Los migrantes representan solo el 3,4 % de la población en el mundo, pero generan el 9,4 % de la producción mundial, o unos USD 6,7 billones. Esto es casi tanto como el volumen de los PIB combinados de Francia, Alemania y Suiza. Al compararse con lo que habrían producido si se hubieran quedado en sus países de origen, ellos aportarían USD 3 billones, es decir, aproximadamente la producción económica combinada de India e Indonesia.
La movilidad de las personas no es algo nuevo. Quizás nada sea más importante en la historia humana que la búsqueda de una vida mejor, ya sea por factores económicos, sociales o relacionados con los conflictos. La migración podría ser descrita, de hecho, como la forma más antigua de protección social (i) y de diversificación de los riesgos para las personas y las familias. El nexo profundo entre la protección social, la fuerza laboral, los empleos, la salud y la educación nunca se ha visto con más claridad que hoy, desde la perspectiva de la movilidad humana.
Lo novedoso ahora, sin embargo, es que podríamos estar en la antesala del inicio de una era de mayor movilidad. Existen fuerzas demográficas —como el envejecimiento en algunas partes y el aumento de la población de jóvenes en otras—, y se registra escasez de mano de obra en algunos lugares y falta de empleo en otros. Aquellas economías de mayor productividad y salarios más altos en los polos económicos generarán factores que impulsarán grandes movimientos de personas a nivel nacional e internacional. Las diferencias salariales promedio son 4,1 veces más altas para un trabajador evidentemente idéntico en Estados Unidos en comparación con 42 países en desarrollo, (PDF, en inglés) lo que seguirá siendo un importante factor de estímulo para la migración hacia los países de ingreso alto. En la actualidad, existen estudios que demuestran que el lugar es un mejor indicador de prosperidad que casi cualquier otra característica intrínseca de los trabajadores. Además, las investigaciones también muestran que el desarrollo económico en realidad estimula en mayor medida, y no en menor medida la migración (PDF, en inglés) hasta que los países alcanzan la categoría de ingreso mediano alto.
Los impactos de la movilidad en el desarrollo humano son considerables y abarcan desde el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral (PDF, en inglés) hasta la posibilidad de que las familias inmigrantes inviertan en la salud y la educación de sus hijos. (i) Y una vez que planteamos el desarrollo teniendo en cuenta a las personas y no solo a los lugares, entonces comprender y apoyar la movilidad se convierte en un aspecto natural del programa de desarrollo. Por lo tanto, es hora de crear la base de datos y las estructuras y los sistemas de gestión que aumenten los beneficios que ofrece la movilidad, intentando al mismo tiempo reducir algunos de los riesgos que esta conlleva.
Ha llegado el momento que los países y las regiones de origen preparen a los trabajadores para estas nuevas oportunidades de empleo y reconozcan que cuando la fuerza laboral se desplaza también deben hacerlo las destrezas, los mecanismos y beneficios de protección social (i) y los servicios que apoyan esa movilidad de las personas. Facilitar la movilidad de estos distintos sistemas equilibrando al mismo tiempo la movilidad con la protección —especialmente para los trabajadores migrantes vulnerables, como los jóvenes o las mujeres— adquiere especial importancia cuando el alto costo y la explotación en el proceso de traslado prevalecen ampliamente.
Los países y las regiones que reciben a los inmigrantes también tienen trabajo por hacer. Las políticas y los sistemas para absorber a los nuevos migrantes tendrán que estar bien estructurados, ser flexibles, basarse en datos y estar al tanto de los valores que aporta un emigrante, fomentando la integración tanto en términos económicos como sociales. Será necesario expandir la experimentación más decidida y las buenas prácticas.
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