Las actuales tensiones (i) en el sector financiero ponen una vez más de relieve la importancia de las prácticas adecuadas de gestión de riesgos en la actividad bancaria. Es fundamental comprender los posibles riesgos de los balances que conlleva la tenencia de activos específicos. Por ese motivo, al lanzar al mercado nuevos bonos sostenibles innovadores, el Banco Mundial actúa con transparencia y pone a disposición de los posibles inversionistas toda la información necesaria para evaluar el perfil de riesgo y de rentabilidad de un instrumento.
El mes pasado, el Banco Mundial emitió un bono directo por resultado a cinco años con el que se busca proporcionar agua potable (i) a alrededor de 2 millones de niños en edad escolar en Vietnam. Se estima que la falta de agua potable limpia causa unas 9000 muertes al año en ese país, y los niños son especialmente vulnerables a las enfermedades parasitarias transmitidas por el agua.
Los bonos por resultados como este combinan la calificación crediticia AAA del Banco Mundial con la exposición directa a los resultados de proyectos específicos. El Grupo Banco Mundial ha venido generando estos bonos para responder a las condiciones sumamente difíciles que enfrentan muchos países en desarrollo. La inflación, los conflictos (i) y las consiguientes crisis de refugiados y de desplazamiento interno, así como los impactos cada vez más visibles del cambio climático, están reduciendo el crecimiento económico y revirtiendo años de avances logrados con mucho esfuerzo en el ámbito del desarrollo. Al mismo tiempo, los países se enfrentan a una elevada deuda, ingresos presupuestarios reducidos y mecanismo fiscales de amortiguación desgastados que no pueden respaldar la inversión en crecimiento y desarrollo.
Los bonos por resultados ofrecen una vía para lograrlo. El Banco garantiza el capital a los inversionistas, pero estos acuerdan renunciar al cupón del bono a cambio de pagos contingentes futuros que están vinculados a resultados de proyectos de desarrollo. Los cupones que no se cobran se canalizan a proyectos.
En el caso de Vietnam, el fondo de USD 50 millones se utiliza para respaldar actividades de desarrollo sostenible del Banco en todo el mundo, y el Banco destina los cupones que habrían percibido los inversionistas al proyecto de purificación de agua en el país. Los inversionistas reciben pagos relacionados con la emisión de créditos de carbono verificados del proyecto que representan la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Cuanto mayor sea el número de créditos que se generen, mayor será el pago a los inversionistas, sujeto a un tope de aproximadamente el 5 % anual.
Se estima que, al disminuir la necesidad de quemar biomasa para hervir el agua, el proyecto contribuirá a reducir la deforestación, mejorar la calidad del aire y la salud, bajar los costos de los combustibles, y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en casi 3 millones de toneladas de dióxido de carbono durante la vigencia del bono. Mediante la transacción se financiará la fabricación de 300 000 purificadores de agua y su distribución a 8000 escuelas y otras instituciones.
La estructura de este bono se basa en el bono para la conservación de la vida silvestre (i) de USD 150 millones a cinco años (también conocido como “bono rinoceronte”) que emitió el Banco en marzo de 2022. Con ese bono por resultados se respaldan los esfuerzos destinados a proteger al rinoceronte negro, que se encuentra en grave peligro de extinción , y los cupones que no se perciben se utilizan para financiar actividades de conservación en dos parques de vida silvestre designados en Sudáfrica. Los pagos por resultados dependen del aumento de la población de rinocerontes, calculada y verificada por un agente independiente, y financiados a través de una donación condicional del Fondo para el Medio Ambiente Mundial.
El Banco también está sacando provecho del capital privado para beneficiar a países en desarrollo a través de bonos para catástrofes. Estos instrumentos aumentan la resiliencia financiera de los países frente a los desastres proporcionándoles fondos inmediatamente después de un evento.
Por ejemplo, el Banco emitió un bono para catástrofe (i) que proporciona a Jamaica USD 185 millones en cobertura de seguros contra huracanes de gran magnitud. Para financiar el seguro, se utilizaron fondos de donantes del Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. Los inversionistas obtienen un cupón que incluye un componente de prima de seguro y corren el riesgo de perder parte o la totalidad de su capital si se produce el desastre. (Esa suma se transferiría como pago de seguro al país asegurado). Hasta el momento, el Banco ha emitido 17 bonos para catástrofes, que cubren principalmente terremotos y huracanes, por un total de alrededor de USD 3000 millones.
A través de estas estructuras basadas en resultados, se pueden optimizar fondos de donantes escasos para atraer inversionistas privados en apoyo de iniciativas de desarrollo que normalmente están fuera del alcance de los mercados de capital. Si bien los resultados de los proyectos de desarrollo y los riesgos de desastres naturales pueden ser variables exóticas para los mercados de capital, un número cada vez mayor de inversionistas considera que vale la pena asumir este tipo de riesgos cuando se gestionan adecuadamente, se modelan y se comprenden de manera cabal.
Es fundamental que sigamos innovando en esta esfera y aportemos cantidades cada vez mayores de financiamiento de los mercados de capital y de los donantes para resolver los desafíos mundiales.
Este artículo de opinión se publicó originalmente en Barron el 18 de marzo de 2023.(i)
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