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A estas alturas, los países en desarrollo están exportando las piezas y los componentes que se usan en algunos de los productos más sofisticados del planeta. Con el aumento de las cadenas mundiales de valor (GVC, por sus siglas en inglés), los trabajadores ya no están simplemente ensamblando partes importadas para la venta en los mercados locales, como lo habían hecho por décadas. Ellos ahora participan en redes internacionales de manufactura, es decir en fábricas que atraviesan las fronteras.
Este cambio es importante para el desarrollo económico, como lo analizamos en nuestro próximo libro titulado “Making Global Value Chains Work for Development” (Hacer que las cadenas mundiales de valor contribuyan al desarrollo) (i). Las GVC también serán el tema del evento “Transformar el comercio mundial: Cadenas mundiales de valor y desarrollo”, en el que participarán el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim; el director general de la Organización Mundial de Comercio, Roberto Azevêdo, y el vicepresidente de General Electric, John G. Rice, que se realizará el viernes en el marco de las Reuniones Anuales del Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Muchas de las ventajas de las GVC tienen relación con la transferencia de habilidades y de conocimientos. Mientras los países de ingreso bajo participan en procesos de producción cada vez más complejos, ellos obtienen los conocimientos técnicos de las empresas extranjeras. Cuando Toyota fabrica piezas de automóviles en Tailandia, por ejemplo, este país importa la tecnología de Toyota, las prácticas de gestión y de negocios, los conocimientos de mercadeo y otros. Con el predominio de las GVC, los países en desarrollo se pueden industrializar uniéndose a una GVC ya establecida, en lugar de crear una desde cero, como lo hicieron Japón y la República de Corea en el siglo XX.
En consecuencia, las GVC son una materia de interés para los responsables de formular las políticas en los países en desarrollo. Y estos se preguntan: ¿cómo mi país puede entrar a una GVC?; ¿en qué momento en esta o esa industria especializada con una estructura vertical mi país estará listo para ingresar? Y, después: ¿cómo mi país puede mejorar su posición —añadir tareas más complejas, agregar más valor interno al producto, conseguir la participación de más empresas nacionales— en una GVC que ya existe?
Como era de esperar, debido a que las GVC son básicamente construidas y dirigidas por grandes empresas, las respuestas a estas preguntas se relacionan con cálculos financieros. Esencialmente, los países deben abordar dos preocupaciones fundamentales de estos directivos del sector privado, cuya influencia abarca complejas y amplias redes mundiales: cómo conectar sus fábricas y cómo proteger sus activos. Esto significa que una buena infraestructura y las fronteras eficientes son importantes, especialmente en la medida en que se relacionan con la previsibilidad, la confiabilidad y los plazos concretos de los flujos comerciales. El transporte terrestre lento e impredecible, por ejemplo, daña la participación de África al sur del Sahara en la cadena de valor de los productos electrónicos y en otras. También son esenciales derechos de propiedad fuertes y bien regulados para atraer y mantener a los inversionistas extranjeros. Las empresas exportan tecnologías específicas de cada empresa y de mucho valor. Es importante que los países receptores hagan cumplir los contratos entre las partes privadas.
Pero estas no son las únicas preocupaciones de los responsables de formular las políticas. Ellos quieren atraer y mantener la inversión de las GVC, pero también quisieran que estas ayudaran a mejorar el bienestar económico y social de sus naciones. Los temas clave para los responsables de formular las políticas son cerciorarse de que las GVC estén integradas en la economía como un todo (contratar a empresas locales, transferir conocimientos y tecnologías y permitirles a los trabajadores añadirles más valor a los productos que se fabrican) y asegurarse de que están beneficiando a la sociedad con más empleos (y mejor pagados), mejores condiciones de vida y mayor cohesión social. En pocas palabras, los responsables de las políticas quisieran que las GVC contribuyeran al desarrollo.
En “Hacer que las cadenas mundiales de valor contribuyan al desarrollo”, (i) ofrecemos a los responsables de formular políticas las herramientas analíticas y las opciones en materia de normativas para que se comprometan con un enfoque estratégico sobre las GVC. Sugerimos distintas maneras en las cuales los dirigentes de un país pueden pensar sistemáticamente en cómo ingresar a una GVC y después ampliar la participación en esta de modo que se avance en los objetivos de desarrollo.
Las GVC funcionan como redes complejas, multidimensionales —un modelo radial en distintas direcciones— que se prestan para el análisis matemático. Discutimos cómo los países pueden utilizar medidas cuantitativas de participación de las GVC para tomar decisiones normativas con conocimiento de causa. ¿La posición de un país en las GVC es central o periférica? ¿El país está especializado en las tareas más cercanas a la demanda final, o participa en las etapas iniciales de la cadena de valor? Estas distinciones son importantes para el éxito en la participación y la expansión de las GVC.
Un concepto clave para entender cómo las GVC pueden generar desarrollo económico es el de “valor agregado”. Para que una GVC ayude a un país a mejorar sus rentas, debe funcionar de manera que añada valor a los factores productivos del país, incluidos el capital y el trabajo. Esto se puede alcanzar por medio del mejoramiento funcional (los trabajos que realizan tareas con mayor valor agregado), pero también mediante la actualización de los procesos (especializándose en tareas en las cuales el país tiene ventajas comparativas y añadiendo más tecnología, conocimientos técnicos y servicios auxiliares en estas labores).
Un ejemplo al respecto es la historia de los aguacates (paltas) en Chile, tal como se mencionó en un estudio de caso de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) de 2009. En un nivel básico, estos productos son solamente frutas que se cosechan y se venden con muy poco margen de ganancias. Para lograr un mejor poder de negociación y mayores utilidades —y competir en los mercados internacionales—, los productores pueden incorporar procedimientos y tareas de producción que mejoren la calidad del producto. Como es difícil transportar los aguacates cuando están maduros, debieron controlar la maduración de la fruta de modo que esta se produzca en el lugar de destino.
Otro caso es la maduración de la industria de la aviación en Marruecos. Durante la última década, conforme a la estrategia del Gobierno de tener una manufactura más avanzada, las principales compañías del sector, tales como Boeing (de Estados Unidos) o Bombardier (de Canadá) han invertido en fábricas cada vez más sofisticadas en Marruecos. Esto comenzó en 2001 con una pequeña operación que preparaba cables para los aviones Boeing 737. En dos años, los trabajadores consiguieron altas tasas de eficiencia (70 %) comparadas con las normas de la industria, y las ofertas de empleo empezaron a atraer a postulantes de alto nivel. General Electric, Dassault Aviation y Airbus se unieron a Boeing en el uso de cables fabricados en Marruecos. Ahora, Safran —la empresa matriz— produce contenedores de motores a reacción y la industria de la aviación del país emplea a casi 9000 personas y los salarios que paga son un 15 % superior al sueldo mensual promedio del país.
En resumen, las GVC son al mismo tiempo una característica compleja e importante del comercio moderno, y sería conveniente que los países en desarrollo participaran estratégicamente en ellas, como una manera de promover el desarrollo. Los responsables de formular políticas deberían estar conscientes de las principales preocupaciones comerciales de las empresas que están en las GVC. Pero también deben aprovechar las oportunidades en términos de crecimiento económico y mejoras del bienestar que las GVC ofrecen a través de una gama de productos, que van desde los aguacates hasta los aviones.
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