Por primera vez en la historia, la cantidad de personas que viven en extrema pobreza ha bajado a menos del 10 %. El mundo nunca ha tenido metas tan ambiciosas en materia de desarrollo como sucede hoy. Luego de la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático a fines de 2015, la comunidad mundial está ahora evaluando las mejores y más eficaces vías de alcanzar estos hitos. En esta serie de cinco partes, me referiré a lo que el Grupo Banco Mundial está haciendo y lo que estamos planeando realizar en áreas clave que son cruciales para poner fin a la pobreza a más tardar en 2030: buen gobierno, igualdad de género, conflicto y fragilidad, prevención y adaptación al cambio climático y, por último, creación de empleos.
Los buenos empleos son la vía más eficaz para salir de la pobreza. Investigaciones señalan (i) que el aumento de los salarios representa del 30 % al 50 % de la caída en los niveles de pobreza (i) durante la última década. Pero, en la actualidad, más de 200 millones de personas en el mundo están desempleadas y buscan trabajo, y muchas de ellas son mujeres y jóvenes. Una impresionante cantidad de 2000 millones de adultos, en su mayoría mujeres, permanecen fuera de la fuerza laboral en general. Además, demasiadas personas trabajan en empleos mal renumerados y poco calificados, y que aportan poco al crecimiento económico. Por lo tanto, para poner fin a la pobreza y promover la prosperidad compartida, necesitaremos no solo más puestos de trabajo, sino también mejores empleos a los cuales puedan acceder trabajadores de todos los estratos de la sociedad.
¿Por dónde empezar? El crecimiento liderado por el sector privado y basado en la productividad es la piedra angular de la creación de empleos (i) en todos los países, pero es especialmente difícil lograrlo en los países más pobres del mundo. (i) Tres factores son esenciales para que el sector privado cree empleos más productivos para los pobres.
En primer lugar, las personas y las empresas necesitan estar conectadas a las oportunidades que ofrece el mercado, a través de infraestructura, como caminos y luz eléctrica.
Un reciente estudio en India (PDF, en inglés) indica que la cantidad de personas que se cambiaron de trabajos agrícolas a empleos mejor remunerados aumentó en un 10 % como consecuencia de la construcción de caminos en los pueblos. Las inversiones a gran escala en transporte, (i) electricidad y telecomunicaciones sientan las bases de empresas competitivas y que generan empleos, y también impulsan la productividad y la transformación económica.
La infraestructura es especialmente crucial en los países frágiles y afectados por conflictos. (i) Por ejemplo, en Myanmar (i) —donde el 84 % de los hogares en las zonas rurales no tiene acceso a electricidad—, el Grupo Banco Mundial está ayudando (i) a duplicar la capacidad de generación de electricidad de una planta a gas natural. El proyecto, una vez finalizado, movilizará USD 300 millones en financiamiento privado y dará lugar al primer productor independiente de energía eléctrica del país. Pero lo que es aún más importante, permitirá brindar mejores servicios a 1,5 millones de personas, ayudándolas a iniciar o ampliar sus negocios, o a conseguir empleos.
En segundo lugar, los países necesitan preparar a su fuerza laboral y aprovechar dichos conocimientos y activos para aumentar la productividad y los ingresos.
Conectar a las empresas con los mercados y a las personas con las oportunidades de empleo es un buen inicio, pero no basta. Para que la gente salga de la pobreza, es necesario que las personas sean capaces de cambiarse a trabajos productivos. Invertir en educación (i) y salud (i) es importante para desarrollar las aptitudes que los individuos requieren para ser flexibles y poder adaptarse a los entornos laborales cada vez más tecnológicamente avanzados.
En Afganistán, (i) el mejoramiento de la calidad del sistema de educación profesional y técnica del país ayudará a aumentar el número de estudiantes graduados de institutos certificados (PDF, en inglés) de un poco más de 1000 a alrededor de 9000 en el transcurso del próximo año. Hasta 2015, cerca de 26 000 personas se habían beneficiado con este proyecto financiado por el Banco Mundial, cuyo objetivo es desarrollar aptitudes laborales y aumentar los ingresos en un contexto muy difícil.
Asimismo, las pequeñas y medianas empresas deben mejorar su productividad. Ellas tienen que acceder a financiamiento para ampliar y desarrollar su fuerza de trabajo. Un reciente estudio señala que los pequeños negocios que cuentan con acceso a financiamiento crearon hasta 4 % más empleos que las firmas que no tenían acceso. En Etiopía, (i) el mejoramiento de la capacidad de instituciones clave que apoyan al sector del turismo ayudó a capacitar a más de 1600 profesionales, generó más de 5000 trabajos en la industria turística, y condujo a que el gasto de los turistas internacionales aumentara en un 30 %. (PDF, en inglés)
Las empresas también necesitan fortalecer su capacidad para aprovechar las nuevas tecnologías e innovaciones, incluidas aquellas que fortifican los nexos con las cadenas de valor. Una empresa de mujeres en la provincia de Bamyan (Afganistán), (i) tuvo éxito en el negocio de las papitas fritas con la ayuda de un programa de fortalecimiento de los vínculos del mercado con las cadenas de valor en las empresas rurales de todo el país. La iniciativa ha entregado asistencia técnica a 500 pymes y a más de 1400 grupos de empresas —dos tercios de ellos dirigidos por mujeres— y ha creado oportunidades de empleo para 12 000 personas.
Finalmente, para prosperar los países necesitan un entorno económico que fomente la productividad, el crecimiento y la generación de empleo.
Lo anterior incluye políticas macroeconómicas acertadas, imperio de la ley, protección de los derechos de propiedad, cumplimiento de los contratos y regulaciones bien diseñadas para apoyar a las grandes y pequeñas empresas en sus esfuerzos encaminados a crecer y crear puestos de trabajo.
La asistencia para el desarrollo seguirá siendo esencial para promover el entorno que permita salir de la pobreza a las personas y las sociedades enteras. Sin embargo, no bastará que logremos los ambiciosos objetivos de desarrollo que nos hemos fijado. Será fundamental que exista un sector privado productivo que pueda operar en igualdad de condiciones parar poder crear la cantidad de empleos productivos y bien remunerados que se necesitan para poner fin a la pobreza.
Este artículo fue publicado por primera vez en Huffington Post (i).
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