Las personas se trasladan. Las estaciones de tren y los pasos fronterizos de gran parte de Europa están desbordados por una ola humana sin precedentes. Los líderes políticos van de cumbre en cumbre para tratar de articular una respuesta, pero los acontecimientos se desencadenan más rápido. Las personas están desesperadas, toman riesgos increíbles y padecen sufrimientos atroces para llegar a la Unión Europea (UE). Y el flujo parece no disminuir, incluso a pesar de que se aproxima el invierno.
¿Se trata de inmigrantes o refugiados? Ante tan trágicos sucesos, las definiciones y sutiles diferencias pueden parecer fuera de lugar. Sin embargo, las palabras importan, ya que definen en gran medida el entorno político y legal en el que las personas se van a establecer.
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un inmigrante económico y un refugiado? En principio, la respuesta es clara: los inmigrantes económicos son esencialmente personas que buscan mejores oportunidades económicas, mientras que los refugiados son personas que huyen porque sus vidas corren peligro. La situación específica de estos últimos quedó establecida en la Convención de Ginebra de 1951. En otras palabras, la inmigración económica responde a un “factor de atracción”, es decir los inmigrantes se dirigen a un país en el que creen que existe demanda de sus habilidades. Por el contrario, el desplazamiento forzado responde a un “factor de empuje”, o sea las personas van al primer lugar posible donde sienten que estarán seguras.
La migración económica tiene beneficios bien documentados que derivan de la complementariedad entre las habilidades de los migrantes y las necesidades del mercado laboral del país de acogida. Estos beneficios favorecen a la economía receptora, en la que los inmigrantes llenan un vacío; a los inmigrantes que obtienen un mayor ingreso, y al país de origen a través de las remesas y la transferencia de conocimientos. Los refugiados, por el contrario, a menudo llegan a un mercado laboral donde no hay demanda de sus habilidades, o sea el lugar “equivocado” desde una perspectiva económica, que no representa muchas ventajas económicas potenciales para ellos y sus anfitriones.
Por supuesto, la línea a veces puede ser borrosa. Algunas personas emigran de un país devastado por la guerra por razones económicas. Por ejemplo, una gran cantidad de somalíes que se habían quedado en Somalia durante las dos primeras décadas de conflicto, finalmente se marcharon después de una sequía en 2011. Incluso en esos casos, a menudo la miseria económica es en gran parte consecuencia del conflicto y el colapso de los canales comerciales, las instituciones, etc.
Algunos líderes políticos de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han puesto en duda el estatus de los refugiados que, tras huir a un país seguro, se vuelven a trasladar a otro país igualmente seguro, pero económicamente más atractivo. Es el caso de los refugiados sirios que abandonan los campamentos en Turquía para dirigirse a la UE. Sin embargo, la causa principal del desplazamiento sigue siendo la misma: la necesidad de huir. Por lo tanto, los refugiados siguen siendo refugiados, incluso si se trasladan. ¿No diríamos eso de una persona judía que escapó de Alemania hacia los Países Bajos en 1937 y luego continuó hacia Argentina en 1939?
¿Qué sucede con el cambio climático y los desastres naturales? ¿No están causando también desplazamientos? Lo están haciendo, pero deben diferenciarse de la situación de los refugiados: la fiebre puede deberse a muchas enfermedades, cada una de las cuales requiere un tratamiento específico. Los desastres naturales provocan desplazamientos, pero si la situación se gestiona razonablemente bien y se proporciona la ayuda adecuada, a menudo estos son temporales. La mayoría de las personas regresan a sus hogares una vez que se reconstruyen sus viviendas, y ellas siguen teniendo acceso a sus tierras, etc. Esto es muy diferente de la experiencia de un refugiado. Los desplazamientos ocasionados por el clima son en muchos aspectos similares a la migración económica: el cambio climático provoca pobreza lo que a su vez da lugar a las migraciones.
Hay una tercera categoría que surge ante nuestra vista y que puede exigirnos que actualicemos nuestra comprensión binaria de la movilidad humana en términos de inmigrantes y refugiados, y ellos son los inmigrantes económicos desesperados. Se trata de personas que no están huyendo de la violencia o la persecución y, por lo tanto, no califican como refugiados. Sin embargo, el tipo de riesgos que están dispuestas a asumir y la clase de sufrimientos que están dispuestas a padecer indican que no tienen más opción que migrar a otro país.
En esta categoría se encuentran los desesperados habitantes del Sahel que intentan cruzar el Mediterráneo en embarcaciones improvisadas, o los niños de Asia meridional a los que sus padres envían solos a través de Oriente Medio para que puedan tener una oportunidad de llegar finalmente a Europa. Son personas que sienten que su miseria y perspectivas económicas son tales que no tienen más salida que tomar riesgos enormes. Frente a tal desesperación, los mecanismos tradicionales para gestionar la migración económica simplemente no funcionan, mientras que la ley sobre los refugiados no se aplica. Este no es un fenómeno nuevo, pero ahora ha alcanzado tal magnitud que merece una reflexión seria.
Mientras tanto, es muy importante elegir las palabras con cuidado porque definen el entorno político y legal en el que serán asentadas las personas que están trasladándose de un país a otro. Los refugiados y los inmigrantes económicos tienen diferentes experiencias, perspectivas, necesidades y oportunidades.
Únase a la conversación