El nuevo coronavirus (COVID-19) ha desencadenado una emergencia sanitaria mundial y una crisis económica sin precedentes. Además de la pérdida de vidas e ingresos, la pandemia amenaza el capital humano, ya que muchas personas están desempleadas, los servicios esenciales se han interrumpido, los suministros de alimentos se han visto afectados y las escuelas se encuentran cerradas.
Sin una acción rápida, decidida y coordinada, la crisis puede representar un grave revés para los avances que tanto ha costado conseguir en materia de capital humano. Por ejemplo, si los servicios de salud básicos se reducen en alrededor de 45 % durante seis meses, algo proporcionalmente similar al impacto de la pandemia de ébola, podrían morir más de 1 millón de niños y una cantidad adicional de más de 50 000 madres en los países de ingreso bajo y mediano.
Un panorama sombrío también está emergiendo debido a los daños en el ámbito del aprendizaje. Las últimas investigaciones indican que el cierre de las escuelas durante cuatro meses debido a la COVID-19 podría significar una pérdida a largo plazo de medio año de escolarización, ajustada en función de la calidad. Esto hace que la educación promedio que los estudiantes en los países en desarrollo pueden conseguir en su vida sea de menos de 7,5 años, afectando la productividad en el futuro con consecuencias perdurables.
Además de la pérdida de vidas e ingresos, la pandemia amenaza el capital humano, ya que muchas personas están desempleadas, los servicios esenciales se han interrumpido, los suministros de alimentos se han visto afectados y las escuelas se encuentran cerradas.
En el caso de las mujeres y las niñas, que cargan con el peso de las labores de cuidado y las tareas domésticas, la pandemia podría agravar la violencia de género, así como la prevalencia del matrimonio infantil y el embarazo adolescente, que reducen aún más sus oportunidades de aprendizaje y empoderamiento económico.
Estos impactos profundos de la crisis ponen de relieve la urgencia de asegurar la continuidad y la cobertura universal de servicios y programas esenciales, como la salud, el abastecimiento de agua, la nutrición, el desarrollo de la primera infancia, la educación, las redes de protección social adaptativas y la participación comunitaria, por lo que los países tienen que mitigar rápida y eficazmente los efectos de la crisis y, al mismo tiempo, sentar las bases para la resiliencia futura.
De cara al futuro, en nuestro nuevo informe se plantea que la crisis (i) proporciona una oportunidad para reconstruir y establecer sistemas más sólidos para las personas y las economías, estableciendo nuevas prioridades en materia de políticas, fortaleciendo las instituciones y facilitando el cambio conductual para lograr respuestas más flexibles a las crisis, mayor resiliencia y calidad en la prestación de servicios, y mayor inclusión económica.
De cara al futuro, en nuestro nuevo informe se plantea que la crisis proporciona una oportunidad para reconstruir y establecer sistemas más sólidos para las personas y las economías.
Para enriquecer la comprensión de lo que funciona, nos propusimos explorar enfoques innovadores y eficaces en nuestro último foro (i). Líderes de Bangladesh, Estonia, Irlanda, Perú y Sierra Leona compartieron experiencias que parecen prometedoras en cuanto a la eficacia y la innovación para responder a los impactos multifacéticos de la crisis. Surgieron algunos temas evidentes:
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Contener la pandemia puede demandar medidas difíciles, pero la crisis ofrece también una oportunidad de promover servicios para proteger, crear y contratar capital humano, por ejemplo, a través de las siguientes medidas:
- Aumentar la inclusión financiera y digital. Algunos ejemplos son los pagos digitales para llegar a hogares en Perú, el enfoque «los móviles primero» en Sierra Leona, las cuentas de dinero móvil en Bangladesh y las bases para una sociedad digital en Estonia y otros lugares.
- Invertir en la próxima generación ampliando los programas y el apoyo para el desarrollo infantil, la educación, la salud, y los servicios sociales y psicológicos.
- Innovar mediante tecnologías nuevas y antiguas para mejorar la prestación de servicios, tales como el aprendizaje a distancia por internet y los programas de radio en Sierra Leona, bajo el principio de la inclusión de todos los estudiantes.
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Las medidas urgentes para proteger a las personas y las economías deben ajustarse a los objetivos de capital humano y de desarrollo a largo plazo.
- Proteger el capital humano en el largo plazo requiere medidas urgentes y países como Bangladesh, Perú y Sierra Leona están dando prioridad al aprendizaje permanente durante toda la crisis.
- Las políticas y los programas deben adaptarse para mejorar el acceso y la calidad de los servicios durante la crisis y en el futuro, como se observa también en la prestación de servicios comunitarios y de microfinanzas en Bangladesh.
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El liderazgo inclusivo y empático, la comunicación y la buena gobernanza pueden ayudar a gestionar la crisis y la recuperación.
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Adoptar un enfoque que abarque a toda la sociedad para generar confianza entre los ciudadanos y asegurar la prestación de servicios esenciales.
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Priorizar el gasto dentro de un margen fiscal limitado y emprender reformas con arreglo a los principios rectores fundamentales de transparencia, coherencia e inclusión amplia.
Los ejemplos anteriores son solo una muestra de las numerosas innovaciones que los países están implementando en todo el mundo como respuesta a la pandemia. Estas innovaciones suelen surgir a nivel local, a través de alianzas público-privadas y con la participación de los ciudadanos y las comunidades.
Los países necesitan sistemas más fuertes y resilientes, y el camino hacia la recuperación será largo y difícil. El espacio fiscal será limitado y el costo de la inacción será perjudicial para la prosperidad futura.
Las a menudo complejas reformas estructurales y de la gobernanza que los países han considerado por muchos años se han convertido ahora en algo imprescindible. También se han vuelto más factibles.
Cuando los Gobiernos se ganen la confianza de los ciudadanos a través de sus respuestas a la pandemia, los países tendrán una oportunidad única para llevar a cabo reformas. La comunidad internacional debe redoblar los esfuerzos para apoyar esas reformas y realizar inversiones inteligentes en capital humano.
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