La creciente deuda y los precios sin precedentes de los productos básicos están tentando a muchos países en desarrollo a ofrecer sus recursos naturales para asegurar el financiamiento que necesitan con urgencia. Deberían abordar la situación con cuidado: reanudar la adopción de préstamos respaldados por recursos podría ser contraproducente para ellos.
Tomemos como ejemplo, Sudán del Sur, que ya está pagando el precio (i) de un préstamo respaldado por petróleo mal diseñado y que se contrajo cuando la capacidad de producción del país aún era sólida. Por su parte, Chad (i) tiene dificultades para reestructurar su deuda, porque los acreedores comerciales que otorgaron préstamos respaldados por petróleo tienen pocos incentivos para dar un respiro al Gobierno. Zimbabwe (i) inició recientemente conversaciones con un comerciante de productos básicos para entregar ingresos provenientes de sus lucrativas minas de oro y níquel y así pagar sus deudas a la empresa.
Los préstamos respaldados por recursos implican un gran endeudamiento del Gobierno —por lo general en el sector de infraestructura— que se garantiza con flujos de ingresos futuros provenientes de las riquezas naturales. Estos tipos de préstamos suelen ser poco transparentes: se revelan poco las condiciones contractuales, lo que significa que la responsabilidad pública puede ser difícil de asegurar. Además, no son nuevos: se conocen desde hace al menos un siglo. Sin embargo, se utilizaron ampliamente en los países en desarrollo ricos en recursos naturales durante el auge de los productos básicos registrado a principios de la década de 2000. En África subsahariana, por ejemplo, estos préstamos representaron casi el 10 % del total de nuevos empréstitos entre 2004 y 2018.
Transacciones turbias y poca transparencia
Estos préstamos no son intrínsecamente negativos: bajo ciertas circunstancias, pueden resultar beneficiosos para los países pobres ricos en recursos naturales. Sin embargo, se requiere realizar un análisis cuidadoso de costos y riesgos y de sostenibilidad de la deuda, y de la transparencia con respecto a los términos contractuales. Eso rara vez ocurre. Como resultado, es más probable que los préstamos respaldados por recursos exacerben las vulnerabilidades derivadas de la deuda (PDF, en inglés) en vez de aliviarlas.
Recientemente analizamos una muestra de 30 préstamos respaldados por recursos otorgados a Gobiernos centrales y empresas estatales en África subsahariana entre 2004 y 2018, por un total de USD 46 500 millones (PDF, en inglés), o casi una décima parte de los nuevos préstamos contraídos por el continente durante este período. A pesar del volumen de los empréstitos, se disponía de poca información sobre sus condiciones.
Ello se debe a varias razones. En primer lugar, los países que dependen de estos métodos de endeudamiento suelen tener prácticas menos sólidas en materia de información sobre la deuda. En segundo lugar, tales préstamos a menudo son asumidos por empresas estatales o mecanismos con fines específicos que no publican estados financieros auditados o no proporcionan datos a las oficinas nacionales de la deuda. En tercer lugar, los contratos suelen incluir cláusulas de confidencialidad estrictas (i).
Los préstamos respaldados por recursos no son necesariamente más baratos que los préstamos no garantizados. Chad, por ejemplo, reestructuró su préstamo con Glencore en 2015, pero aún estaba pagando (i) un costo total de más del 8 % sobre su préstamo totalmente garantizado, antes de reestructurarlo de nuevo en 2018. Las razones de ello sugieren que se trataría de préstamos hasta el día de cobro (i). Primero, el prestatario que contrae un préstamo respaldado por recursos suele tener un acceso restringido a los mercados o a fuentes de financiamiento limitadas. Segundo, dada la complejidad de estas transacciones, es posible que los prestatarios no comprendan a cabalidad las consecuencias de las condiciones contractuales al momento de negociarlas. Estos riesgos se ven agravados por la falta de transparencia y de rendición de cuentas del Gobierno.
La situación está mejorando, pero se necesita hacer más
Al menos en el ámbito de la transparencia, la situación está mejorando. Los ministerios de Finanzas de los países en desarrollo están perfeccionando cada vez más sus informes sobre la deuda pública (i). Los Gobiernos han comenzado a divulgar las principales condiciones y los flujos de pagos asociados con dichas transacciones a través de la Iniciativa sobre Transparencia en las Industrias Extractivas. Las organizaciones de la sociedad civil (i) están examinando más detenidamente estas transacciones y exigen a los Gobiernos ser más transparentes. Por su parte, el Banco Mundial trabaja para incluir información sobre la garantía de la deuda en nuestra base de datos del Sistema de Notificación de la Deuda (DRS) (i).
Como resultado, estamos aprendiendo más sobre estos acuerdos, pero aún no lo suficiente como para eliminar el peligro. Es imperativo que los detalles de estos préstamos (PDF, en inglés) se hagan públicos. Algunos Gobiernos han comenzado a tomar medidas importantes en esa dirección. La República Democrática del Congo, por ejemplo, ha publicado contratos relacionados con préstamos respaldados por recursos entre sus empresas mineras estatales y un consorcio de empresas chinas y con un importante comerciante de productos básicos. Para promover mayores avances, los países deberían establecer requisitos legales para la divulgación de los contratos de préstamo.
Sin embargo, por el momento, las economías en desarrollo con crecientes necesidades de financiamiento deberían seguir siendo cautelosas con respecto a los préstamos respaldados por recursos . En una época de incertidumbre económica extraordinaria, deberían buscar las fuentes de financiamiento de menor costo y bajo riesgo, en lugar de poner su futuro en manos de comerciantes de productos básicos.
Únase a la conversación