Los Gobiernos están comenzando a reconocer que las economías solo pueden alcanzar su máximo potencial si cuentan con la participación plena de mujeres y hombres. Para ayudar a los países a lograr este objetivo, el Grupo Banco Mundial se está centrando en cuatro áreas principales.
La cantidad de niñas que asisten a la escuela es mayor que nunca, y son cada vez más las mujeres que se incorporan a la fuerza laboral y dirigen empresas. Si bien debemos celebrar estos avances, aún queda mucho por hacer para que una niña que nace hoy tenga las mismas oportunidades que un varón.
Las investigaciones realizadas por el Banco Mundial (i) y otras instituciones (PDF, en inglés) muestran que si se libera el poder económico de las mujeres, se puede contribuir al crecimiento mundial. Además, es lo que se debe hacer. Afortunadamente, cada vez más países reconocen que las economías solo pueden alcanzar su máximo potencial si cuentan con la participación plena de mujeres y hombres.
El Grupo Banco Mundial ayuda a los países a lograr este objetivo en áreas importantes, entre las que figuran la derogación de leyes discriminatorias, la inversión dirigida a eliminar las diferencias de género, la ampliación del acceso al financiamiento y la intensificación de los esfuerzos para prevenir la violencia de género.
Resulta alentador observar que en la edición de 2020 de nuestro informe Mujer, empresa y el derecho (PDF) —en el que se mide el modo en que las leyes y las regulaciones afectan las oportunidades económicas de las mujeres en 190 economías— se ponen de relieve los logros alcanzados. Desde 2017, por ejemplo, Nepal, Santo Tomé y Príncipe y Sudán del Sur han dado grandes pasos para eliminar las barreras de género establecidas en el sistema legal. De modo similar, Arabia Saudita modificó su legislación para proteger a las mujeres de la discriminación laboral y prohibir que los empleadores despidan a una mujer durante el embarazo o la licencia por maternidad. Asimismo, Emiratos Árabes Unidos introdujo cambios en sus leyes para incorporar la igualdad salarial e incrementar la representación femenina en los directorios de las empresas.
Diversos Gobiernos también han comenzado a tomar medidas para garantizar que las mujeres y los hombres puedan equilibrar el cuidado de los niños con el trabajo. En los últimos dos años, Fiji prolongó la licencia paga por maternidad y, junto con Chipre, incorporó la licencia paga por paternidad. Además, Estados Unidos aprobó recientemente una ley que introduce la licencia familiar paga para los empleados del Gobierno federal.
Las políticas y los programas centrados en el tema del género pueden ayudar a las niñas y a las mujeres a desplegar todo su potencial económico. Entre estas se incluyen las inversiones dirigidas específicamente a alentar a las niñas a permanecer más tiempo en las escuelas, de modo que puedan empoderarse adquiriendo la educación y las habilidades que necesitarán para participar en la fuerza laboral cuando sean adultas. Con el apoyo del Banco Mundial, el Gobierno de Bangladesh brinda a las niñas subsidios para que asistan a la escuela secundaria y ha incorporado un programa académico que incluye habilidades para la vida. Gracias a estas medidas, se ha invertido (i) la diferencia de género en la educación secundaria: ahora hay más niñas que varones en las aulas.
Cabe destacar asimismo que si se reduce el acoso en el transporte público, si se tienen en cuenta las necesidades de las mujeres que trabajan al establecer los horarios de los autobuses y los trenes, y si se garantiza que los trayectos sean seguros, estén bien iluminados y sean accesibles, se puede mejorar la movilidad de las mujeres y alentarlas a buscar un empleo pago. En Líbano, por ejemplo, el Banco Mundial busca contribuir a incrementar el uso del transporte público entre las mujeres respaldando los esfuerzos dirigidos a modernizar el sector de transporte teniendo en cuenta sus necesidades.
También es fundamental ampliar el acceso de las mujeres al financiamiento. La Corporación Financiera Internacional (IFC), entidad miembro del Grupo Banco Mundial que se ocupa del sector privado, estima (PDF, en inglés) que las empresas dirigidas por mujeres deben hacer frente a un déficit crediticio total de USD 1,5 billones.
La Iniciativa de Financiamiento para Mujeres Emprendedoras (We-Fi), con sede en el Banco Mundial, fue diseñada para ayudar a subsanar esta falta de financiamiento y eliminar otras barreras a las que se enfrentan las mujeres empresarias. Esta iniciativa, que cuenta con el apoyo de los Gobiernos de Estados Unidos, Alemania, Japón, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, entre otros, tiene el objetivo de brindar apoyo a 115 000 pymes propiedad de mujeres en más de 50 países, y atraer más de USD 2600 millones en financiamiento público y privado. Junto con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva (i), e Ivanka Trump, participé en la Cumbre de We-Fi celebrada recientemente en Dubai, donde analizamos con diversos ministros de la región de Oriente Medio y Norte de África las formas de destrabar oportunidades para las mujeres, incluso a través de un mayor acceso al financiamiento.
Si se saca provecho de la tecnología, por ejemplo, pasando un mayor número de transacciones en efectivo a canales digitales, se puede dar a las mujeres mayor control sobre sus propios recursos. Estas innovaciones pueden generar también otros beneficios: un estudio reciente (i) realizado en Kenya mostró que, al brindar a las mujeres acceso a servicios de dinero móvil, se incrementaba el ahorro de los hogares en más de un quinto y se contribuía a reducir en un 22 % la pobreza extrema en los hogares encabezados por mujeres.
El sector privado se ha ubicado a la vanguardia en la incorporación de los servicios financieros digitales. En Egipto, la empresa Fawry, prestadora de servicios financieros y cliente de IFC, permite concretar más de 2,5 millones de transacciones al día y recientemente puso en marcha la primera red de agentes femeninos de pago electrónico, con el objeto de ampliar el acceso de las mujeres a estas formas de pago.
Pero, además de las leyes discriminatorias y de la falta de acceso al capital y los activos, las niñas y las mujeres de muchas partes del mundo también se ven limitadas por normas sociales que sugieren que una niña es menos valiosa que un varón. La violencia de género es una de las manifestaciones más funestas de este sesgo profundamente arraigado. En la actualidad, increíblemente, una de cada tres mujeres (PDF, en inglés) de todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual.
Lo bueno es que los países están avanzando en la prevención y la respuesta frente a la violencia de género. Un trabajo (PDF, en inglés) financiado por el Banco Mundial y la Iniciativa de Investigación sobre Violencia Sexual (SVRI) en las Islas Salomón, por ejemplo, muestra que, una vez que las comunidades alzan la voz contra estos actos, con el apoyo de los líderes religiosos y los prestadores de servicios del Gobierno, este tipo de violencia deja de ser aceptado. Y a medida que surgen mejores prácticas respecto de cómo ayudar a los sobrevivientes de la violencia, los profesionales deben unir fuerzas para difundir lo que se ha aprendido. También puede resultar útil brindar a las redes de mujeres apoyo social, capacitación sobre los riesgos de violencia y programas para generar confianza.
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