Con solo un poco más de 10 años para llegar a 2030, los países en desarrollo encaran desafíos importantes y complejos en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entre ellos no menos importante es cómo financiar las inversiones necesarias para lograr dichos objetivos.
Según estimaciones, los países en desarrollo enfrentan un déficit anual de financiamiento de USD 2,5 billones (i) para alcanzar los ODS. Otras investigaciones concluyen (i) que subsanar este déficit de financiamiento anual es una tarea trascendental en los países de ingreso bajo, y requerirá un gasto adicional por año de 15,5 puntos porcentuales del PIB en 2030, que se centre de manera relativamente equitativa en la infraestructura, y la educación y la salud.
Una de las maneras en que los países pueden aumentar estas inversiones es a través de financiamiento en forma de deuda. Cuando se usa de modo inteligente, la deuda puede ayudar a impulsar un crecimiento inclusivo y sostenido. La Asociación Internacional de Fomento (AIF), la entidad del Grupo Banco Mundial que se dedica a los países más pobres, aporta conocimientos, convoca a los asociados y financia proyectos y reformas que ayudan a los países de ingreso bajo a lograr sus objetivos de desarrollo. Hacemos esto principalmente a través del otorgamiento de préstamos a largo plazo en condiciones concesionarias a los países, sin intereses o con muy bajos intereses, así como de donaciones. La AIF también ayuda a los países a gestionar mejor sus deudas, mediante apoyo destinado a crear capacidad institucional e implementar reformas para mejorar la gestión de las finanzas públicas.
En las últimas Reuniones de Primavera del Grupo Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) se habló mucho sobre la deuda. Los asistentes expresaron su preocupación acerca de las vulnerabilidades derivadas de la deuda, examinaron maneras de mejorar el seguimiento y la preparación de informes sobre la deuda, analizaron cómo los países pueden manejar sus niveles de deuda de forma más sostenible, e intercambiaron puntos de vista acerca de cómo los países acreedores pueden apoyar ese esfuerzo.
Estas inquietudes han aumentado al reconocerse que muchos países han incrementado considerablemente sus niveles de deuda en los últimos años. Según algunos indicadores, hemos alcanzado un punto en que las vulnerabilidades relacionadas con el riesgo de endeudamiento de los países tienen que ser abordadas de manera urgente. De acuerdo con el Marco de Sostenibilidad de la Deuda (MSD) elaborado conjuntamente por el FMI y el Banco Mundial, (i) la mitad de los países que reúnen las condiciones para recibir fondos de la AIF e incluidos en el MSD se clasifican como países con alto riesgo de sobreendeudamiento externo o sobreendeudamiento.
Ahora, sabemos que los países contraen y acumulan deuda de diferentes maneras y debido a razones legítimas, que reflejan diversas políticas y diferencias estructurales, así como estrategias de inversión. No obstante, vale la pena resaltar las últimas tendencias relativas a la magnitud y la estructura de la deuda de los países. Después de una disminución importante a lo largo de 2013, los niveles de la deuda pública en los países de la AIF han aumentado considerablemente en los últimos años, y el coeficiente de endeudamiento promedio llegó al 49 % del PIB en 2018. La composición de la deuda pública ha cambiado también durante la última década, llegando a ser cada vez menos concesionaria, en particular en los países de la AIF más desarrollados. Esto ha originado aumentos en los costos del servicio de la deuda, lo que reduce el gasto en necesidades de desarrollo.
Estas recientes tendencias indican que muchos países de la AIF tienen mayores —y más costosas— cargas de deuda. Cuando los países acumulan deuda más allá de niveles sostenibles, los resultados de desarrollo están en juego. El aumento de la deuda y de las vulnerabilidades por causa del endeudamiento podría limitar el acceso a financiamiento, y con ello también desacelerar el crecimiento y los futuros avances en la consecución de los ODS. Además de esto, las fuentes de deuda menos concesionarias y no tradicionales son a menudo más complejas y menos transparentes, haciendo más complicada la evaluación cabal del riesgo de endeudamiento de un país y posiblemente haciendo que el sobreendeudamiento futuro sea más disruptivo y más difícil de resolver.
El aumento de los riesgos relacionados con la deuda nos ha llevado a intensificar los esfuerzos de coordinación de la AIF con sus asociados y las partes interesadas para analizar de qué manera estamos abordando estas cuestiones.
En el último año, el Grupo Banco Mundial ha trabajado de manera conjunta con el FMI a fin de aumentar el apoyo general disponible para los países con alto riesgo de endeudamiento. Este enfoque conjunto concentra los esfuerzos del Grupo Banco Mundial y el FMI en: mejorar el análisis de la deuda y los sistemas de alerta temprana para ayudar a los países a entender mejor las vulnerabilidades relacionadas con la deuda; aumentar la transparencia de la deuda para ayudar a los países a tener un panorama más completo de su deuda, y fortalecer la capacidad de gestión del riesgo fiscal y del riesgo de endeudamiento para ayudar a los países a abordar la deuda existente de manera más eficaz. Además, el FMI y el Banco Mundial se encuentran revisando sus propias políticas de deuda con miras a mejorar su asistencia a los países en el seguimiento y la gestión de cuestiones relacionadas con la deuda.
Seguimos promoviendo acciones que los países de la AIF pueden realizar para protegerse mejor de los riesgos asociados con el alto endeudamiento. Dichas medidas podrían incluir la movilización de mayores recursos internos, algo crucial para la creación de espacio fiscal y financiar gastos prioritarios, evitando al mismo tiempo problemas de endeudamiento. Solo alrededor de la mitad de los países de la AIF superan el umbral del coeficiente impuestos/PIB de 15 %, lo que indica que existe un margen significativo para aumentar los recursos públicos destinados al desarrollo.
Otras reformas importantes incluyen aumentar la eficiencia y la selectividad del gasto público y mejorar las prácticas de gestión de la deuda, poniendo especial hincapié en una mejor recopilación de datos. Reformas como estas pueden reducir la posibilidad de costosos incumplimientos, aumentar la transparencia de la deuda, apoyar el desarrollo del sector financiero sostenible y disminuir la volatilidad económica. Reducir la vulnerabilidad a los riesgos de endeudamiento también dependerá de marcos de políticas macroeconómicas sólidas y la adopción de reformas que propicien el crecimiento económico.
Estamos también trabajando con nuestros asociados para coordinar mejor nuestras respuestas a este desafío. Junto con el Banco Africano de Desarrollo, hemos convocado a encargados de la formulación de políticas y a expertos a participar en un encuentro que se realizará el 16 de mayo en Abiyán, Côte d’Ivoire. El objetivo es analizar cómo los bancos multilaterales de desarrollo, entre ellos el Banco Mundial, pueden respaldar mejor a los países en sus esfuerzos por aumentar la sostenibilidad y la transparencia de la gestión de la deuda pública.
Este diálogo ayudará a orientar la labor futura de la AIF, a medida que trabajamos con las partes interesadas para asegurar que la sostenibilidad y la transparencia de la deuda se incorporen como un tema transversal en el programa de la AIF de los próximos tres años y para determinar de qué manera podemos utilizar mejor las herramientas de la AIF para aumentar el financiamiento sostenible.
De esta forma, procuraremos que la asistencia de la AIF siga ayudando a los países a gestionar mejor sus deudas y a asegurar que el financiamiento necesario para alcanzar sus objetivos de desarrollo se encuentre disponible y sea sostenible en 2030, y posteriormente.
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