En la 111.a Reunión del Comité para el Desarrollo (i), celebrada recientemente en la ciudad de Washington, líderes mundiales de los ámbitos de las finanzas y el desarrollo reconocieron la existencia de una coyuntura crítica: el mundo se encuentra en un punto de inflexión. Las guerras, las conmociones meteorológicas, la inseguridad económica y la persistente desigualdad demandan algo más que medidas incrementales: exigen un cambio en las aspiraciones.
El Grupo Banco Mundial ha respondido a este llamado no solo aumentando el financiamiento e implementando nuevos instrumentos, sino también estableciendo metas transformadoras que impulsan un cambio sistémico y requieren resultados reales, como más y mejores empleos.
Así lo manifestó el presidente Ajay Banga, que hizo hincapié en que “debemos estar impacientes por lograr impacto”.
La atención debe centrarse en transformar vidas de manera sostenible, inclusiva y equitativa. Básicamente, no hay que limitarse solo a alcanzar resultados, sino que también se deben cambiar las estrategias.
Generar impulso a través de metas transformadoras
El concepto de una organización basada en el logro de objetivos está bien establecido, y se reconoce que la combinación de una misión clara con metas transformadoras puede reconfigurar las capacidades organizacionales.
Una misión es el elemento que afianza y orienta las estrategias, determina los comportamientos y sustenta la acción colectiva incluso en medio de la incertidumbre. Sin embargo, una misión por sí sola no es suficiente. Las metas cuidadosamente diseñadas transforman las aspiraciones en medidas mensurables, y crean un puente entre los objetivos y la acción y generan el impulso para un progreso continuo.
Las metas transformadoras, es decir, aquellas que amplían las aspiraciones más allá de lo que es fácilmente alcanzable, son particularmente poderosas. A diferencia de las métricas operativas o las cuotas de producción, alientan a las organizaciones a innovar, colaborar y adaptarse. Ayudan a los equipos que se encuentran dispersos a alinearse en torno a un objetivo compartido, eliminar los compartimentos estancos institucionales y concentrar los recursos donde puedan tener el mayor impacto. Con el tiempo, las metas transformadoras generan el impulso interno necesario para seguir avanzando, incluso cuando se enfrentan contratiempos o situaciones complejas.
Para el Grupo Banco Mundial, el resultado más significativo es la creación de buenos empleos y la ampliación de las oportunidades económicas (i). Nuestro Sistema de Calificación Institucional (i) es fundamental para dejar de lado el enfoque centrado en los productos e inclinarse por un compromiso con la orientación a los resultados. Sirve como una brújula que guía las metas transformadoras y un elemento que establece parámetros, y exige que cada proyecto, intervención y reforma de políticas se juzgue por los resultados que produce, no solo por las actividades finalizadas. El indicador de empleo se incorporará en el Sistema de Calificación este año.
Empujar los límites: Más allá de las metas tradicionales
El foco de atención del Grupo Banco Mundial en las metas no es algo nuevo. Hemos asumido compromisos claros y vinculantes, por ejemplo, durante las numerosas reposiciones de recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) para construir escuelas, conectar comunidades, vacunar a los niños y otras medidas. Estos objetivos constituyeron promesas de prestación de servicios, y la credibilidad de la institución se vinculó al cumplimiento de ellos.
Pero nuestro nuevo conjunto de metas es diferente. Son un llamamiento para que se cambie radicalmente la forma en que la institución trabaja y presta sus servicios, definiendo la creación de empleo como un resultado central de todos nuestros esfuerzos.
En este modelo, las metas sirven para ampliar las aspiraciones, catalizar la innovación e integrar los servicios en todos los sectores. Las enseñanzas extraídas de la AIF nos recuerdan que para tener éxito es preciso equilibrar la demanda de los países con las ambiciones institucionales, y garantizar que los audaces objetivos se basen en las realidades locales y no sean impuestos por los estamentos superiores. La verdadera transformación ocurre cuando ambos elementos se encuentran, y cuando las inversiones en energía, salud, acceso digital, agricultura y resiliencia se diseñan intencionalmente con el fin de generar empleos, ingresos y oportunidades empresariales para millones de personas.
Crear empleos: El camino definitivo a la prosperidad
Cada meta transformadora establecida por el Grupo Banco Mundial cumple un doble propósito: promover un tema de desarrollo clave y, al mismo tiempo, impulsar la creación de empleo como base para una prosperidad duradera.
He aquí un análisis más detallado de nuestro nuevo conjunto de metas, que conforman una estrategia integrada:
Misión 300: conectar a 250 millones de personas a la electricidad en África impulsa el crecimiento económico y posibilita la creación de empleo en todos los sectores. A través del enfoque “Un Solo Grupo Banco Mundial”, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y la AIF financian programas nacionales de electrificación, la Corporación Financiera Internacional (IFC) amplía las soluciones sin conexión a la red y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA) mitiga los riesgos de inversión, lo que muestra cómo los sistemas funcionan en conjunto para generar oportunidades.
Servicios de salud para 1500 millones de personas: los servicios de salud de calidad no solo salvan vidas, sino que también promueven la productividad de la fuerza de trabajo y la creación de empleo en el sector de la salud a nivel local. La AIF, el BIRF e IFC combinan sus fortalezas para apoyar los sistemas públicos y aumentar los proveedores privados, al tiempo que MIGA reduce los obstáculos a las inversiones en el sector sanitario.
Protección social para 500 millones de personas: las redes de protección social sólidas no solo protegen, sino que también ayudan a los hogares a invertir, asumir riesgos y participar en los mercados laborales. Esta meta refuerza las vías para pasar de la asistencia social a las oportunidades económicas.
Acceso a banda ancha para 300 millones de mujeres: la inclusión digital empodera a las mujeres otorgándoles acceso a la educación, el financiamiento y la actividad empresarial, motores que impulsan la creación de empleo local y el crecimiento económico.
Apoyo de capital para 80 millones de emprendedoras: ampliar el acceso al financiamiento de las empresas dirigidas por mujeres produce un poderoso efecto multiplicador en el empleo, impulsando el crecimiento de las pequeñas empresas y la prosperidad de las comunidades.
“AgriConnect”: la modernización de la agricultura aumenta los ingresos, la resiliencia y las oportunidades laborales en las zonas rurales, en particular para los jóvenes y las mujeres, y los sistemas alimentarios se convierten en motores del empleo.
Aumento del financiamiento climático al 45 % del financiamiento total: las inversiones en resiliencia climática crean puestos de trabajo inmediatos en los sectores de la construcción, la energía y la infraestructura, al tiempo que salvaguardan los medios de subsistencia frente a futuras crisis.
Cambiar las reglas del juego: Un esfuerzo colectivo
El Grupo Banco Mundial está estableciendo el rumbo correcto. Sin embargo, para cumplir plenamente la visión institucional de un mundo sin pobreza en un planeta habitable, esta transformación debe extenderse más allá de nosotros. El sistema multilateral de desarrollo también debe evolucionar.
Es alentador ver que ya están surgiendo señales de ese cambio, que permiten vislumbrar lo que es posible. Las instituciones están avanzando para armonizar sus enfoques de medición de los resultados, lo que queda en evidencia con la cada vez mayor alineación en torno a las definiciones de financiamiento climático y el seguimiento de la movilización de capital privado. También están estableciendo prioridades compartidas a través de nuevos memorandos de entendimiento, para mostrar su disposición a trabajar codo con codo en vez de hacerlo de manera paralela.
La oportunidad que tenemos ante nosotros es real. La responsabilidad también lo es. La próxima frontera no solo consiste en fijar metas ambiciosas individualmente, sino cambiar las reglas del juego de forma colectiva: trabajar como un solo sistema para lograr resultados en la escala que exige el mundo.
Como nos recordó Ajay Banga durante las recientes Reuniones de Primavera de 2025: “El mundo no esperará hasta que nos sintamos cómodos”. Nosotros tampoco deberíamos.
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