Durante décadas, el número de conflictos activos en el mundo disminuyó continuamente (i). Sin embargo, en los últimos 10 años, los conflictos se han triplicado, especialmente en Oriente Medio y África al sur del Sahara (i). Esta tendencia ha coincidido con la década más cálida de toda la historia, según los registros, y con el aumento de las condiciones de sequía en estas regiones, lo que ha llevado a los investigadores a analizar si el calentamiento podría estar relacionado con los conflictos.
En la actualidad, cada vez se reconoce más que el clima y los conflictos están vinculados. En un metaanálisis (i) de 2015 se observó que un incremento de medio grado centígrado en las temperaturas locales se asocia con un aumento del 10 % al 20 % (PDF, en inglés) en el riesgo de conflictos mortales. Los análisis que se basan en este trabajo indican que ciertas zonas del mundo y determinadas poblaciones están en mayor riesgo, incluidas las sociedades agrícolas que exhiben altos niveles de exclusión política (i).
En la región del Sahel, el aumento de las sequías en las últimas décadas ha disminuido la capacidad productiva de la tierra, lo que obliga a los pastores a trasladar sus rebaños más allá de las fronteras de su tierra natal tradicional. Esta práctica ha dado lugar a violentos enfrentamientos con los agricultores, que también están ampliando las tierras cultivadas para alimentar a una población que sigue creciendo. En un estudio reciente se observó un aumento del 54 % en la probabilidad de conflicto (i) entre agricultores y pastores en áreas de uso mixto por cada grado centígrado de calentamiento (en comparación con el 17 % en áreas de uso no mixto).
"En un metaanálisis de 2015 se observó que un aumento de medio grado centígrado en las temperaturas locales se asocia con un aumento del 10 % al 20 % en el riesgo de conflictos mortales".
Para abordar este y otros problemas similares, es más importante que nunca reducir el riesgo climático y, al mismo tiempo, abordar las cuestiones subyacentes de la exclusión social y económica, que no solo hacen que ciertos grupos sean más vulnerables a las conmociones y los conflictos relacionados con el clima, sino que también pueden, por sí mismas, impulsar los conflictos.
Cuatro ideas clave para la innovación
El Banco Mundial promueve esta agenda intentando mejorar la comprensión de los conflictos exacerbados por el clima y abordando factores subyacentes, como la exclusión social y económica. Con este fin, está innovando a partir de décadas de experiencia con programas de desarrollo impulsados por la comunidad para ayudar a garantizar que en las estrategias de mitigación y adaptación en materia de cambio climático se tengan en cuenta las necesidades de todos. Ya se han invertido más de USD 1000 millones en proyectos centrados específicamente en los factores relacionados con el clima que impulsan la fragilidad, el conflicto y la violencia (FCV), por ejemplo, en la región del lago Chad (i) y a lo largo del Cuerno de África (i).
Cuatro ideas clave de estos y otros proyectos ofrecen modelos de lo que puede funcionar y una mirada a las posibles vías de innovación:
- Aprovechar la tecnología para coordinar las medidas y compartir información. Al crear vínculos entre los niveles local, nacional y regional, un enfoque de desarrollo impulsado por la comunidad puede servir como plataforma para reforzar la resiliencia de las comunidades, al tiempo que fortalece la coordinación regional. Este, por ejemplo, es el objetivo del Proyecto Regional del Lago Chad, que se ejecuta de acuerdo con el mantra de “pensar regionalmente y actuar localmente” (i). Las tecnologías de la información y las comunicaciones se pueden utilizar para crear canales de comunicación bidireccionales entre las comunidades, los Gobiernos nacionales y las organizaciones regionales. Por ejemplo, las aplicaciones móviles pueden contribuir a la planificación local aportando información meteorológica regional, proyecciones climáticas y precios de mercado, de modo de ayudar a los agricultores a monitorear el clima a nivel local y los impactos en lo que respecta a FCV. En términos más generales, mejorar la accesibilidad y la transparencia de los análisis sobre los impactos del cambio climático y las políticas de mitigación es especialmente importante en contextos con polarización social e instituciones débiles, donde la distribución de costos y beneficios plantea riesgos reales de malestar social y conflicto.
- Crear un espacio para el diálogo en torno a la gestión de los recursos naturales. Reunir a las comunidades para hablar de la planificación de escenarios climáticos y la gestión de los recursos naturales puede contribuir a un doble propósito. Puede establecer las reglas del juego y crear condiciones más igualitarias para los miembros de la comunidad que habitualmente se ven excluidos de tales foros, como las mujeres y los jóvenes. Este enfoque más inclusivo puede ayudar a aliviar la competencia por los recursos naturales —en particular, el acceso a la tierra o el control de ella, las pasturas y el agua—, que en un análisis reciente del Banco Mundial se han planteado como factores clave de conflicto en Kenya. Una mayor identificación local con las estrategias de gestión mejora las posibilidades de lograr buenos resultados y promueve la biodiversidad y la seguridad de los recursos hídricos.
- Aprovechar el conocimiento local. Al canalizar los fondos directamente a las comunidades e involucrar a estas en las decisiones sobre cómo se gasta ese dinero, los proyectos de desarrollo impulsado por la comunidad ponen a quienes están más cerca de los desafíos a cargo de su resolución. Mediante el Proyecto de Apoyo a la Gobernanza Local en Guinea (i), por ejemplo, se creó una herramienta para aprovechar el conocimiento local sobre los riesgos más directos entre clima y FCV, e integrar esta información en los ciclos de planificación plurianuales. El uso de este conocimiento ayuda a garantizar que las inversiones en infraestructura sean más resilientes ante los desastres y permite que las personas salgan de la trampa de los conflictos (i).
- Apoyar la diversificación de los medios de subsistencia y fortalecer la participación. Las donaciones y la capacitación pueden ayudar a los hogares a diversificarse hacia otros medios de subsistencia que sean menos sensibles a las conmociones del sector agrícola relacionadas con el clima, pero estas medidas deben estar conectadas con la planificación económica local para garantizar la sostenibilidad y la posibilidad de ampliación. La igualdad de oportunidades para que todos los miembros de la comunidad participen en esa planificación puede desempeñar un papel pequeño pero importante en la lucha contra la exclusión social y, por ende, en la reducción de los riesgos de conflicto.
Estos puntos de partida constituyen un primer paso para traducir las preocupaciones climáticas y de FCV en medidas de respuesta. Para promover esta agenda práctica, necesitaremos fundamentos analíticos más específicos, centrados en información procesable sobre cuáles son los riesgos más evidentes, dónde se encuentran los riesgos más altos y cómo se pueden llegar a mezclar estos riesgos y empeorar los resultados en términos de FCV. Pero la pregunta más importante continuará siendo la siguiente: ¿qué hacemos para abordar estos riesgos a fin de evitar que estallen o empeoren los conflictos relacionados con el clima? Al centrar el enfoque en las comunidades más expuestas y crear asociaciones entre regiones, el Banco Mundial tendrá más posibilidades de comenzar a proporcionar algunas respuestas.
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