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???????COVID-19?? 研究人员手中的COVID-19疫苗

Desde el inicio de la pandemia mundial de COVID-19, estas preguntas se han mantenido en la mente de las personas: ¿Puede el mundo detener la transmisión de esta enfermedad mortal, salvar vidas y permitir que la vida algún día vuelva a la normalidad? ¿Podría surgir algo bueno, o incluso mejor, de esto?

Y, ¿existe la oportunidad de combatir el virus y al mismo tiempo abordar otra prioridad urgente de nuestro tiempo: el cambio climático?

Estos son tiempos sin precedentes, como no se habían visto en más de un siglo. En respuesta, el mundo se ha unido en un esfuerzo concertado para derrotar esta enfermedad. A este fin ha sido fundamental enfocarse en el desarrollo de las vacunas contra la COVID-19 y en su aplicación a las personas. Esta es la prioridad número uno. Para ello, se necesitan cadenas de frío confiables y eficaces. El Banco Mundial puede ayudar a los países a poner fin a la pandemia y fortalecer la infraestructura sanitaria, garantizando al mismo tiempo la resiliencia climática y reduciendo la huella de carbono.  


"El Banco Mundial puede ayudar a los países a poner fin a la pandemia y fortalecer la infraestructura sanitaria, garantizando al mismo tiempo la resiliencia climática y reduciendo la huella de carbono".


  

Asegurar la resiliencia en la distribución de las vacunas

Muchos países enfrentan riesgos relacionados con el clima, incluidos los peligros del calor extremo y fenómenos meteorológicos más frecuentes e intensos. Crear cadenas de frío y sistemas sanitarios sólidos es fundamental para proteger vidas y estimular la recuperación económica.

Los sistemas de distribución de las vacunas deben ser resilientes para garantizar la eficacia a lo largo de la cadena de suministro.  Incorporar consideraciones climáticas en las evaluaciones de preparación y en la planificación del reparto de las vacunas es un primer paso esencial, y debería cubrir la exposición de las cadenas de frío a los peligros relacionados con el clima. Contar con servicios de energía confiables es clave para combatir la pandemia.

Para ser seguras y eficaces −y evitar el desperdicio− las vacunas deben almacenarse en condiciones de temperatura muy específicas.  Los países que enfrentan riesgos climáticos, que también pueden afectar la confiabilidad de su suministro de energía, deben tener en cuenta las vulnerabilidades que enfrenta su infraestructura. Mantener y monitorear de forma continua las temperaturas específicas de los equipos es fundamental para detectar rápidamente cualquier variación de temperatura.

El Salvador es un país que enfrenta un alto riesgo de amenaza térmica, y también enfrenta sequías que afectan la confiabilidad de su sistema de energía hidroeléctrica. Junto con el Banco Mundial, está explorando cómo crear resiliencia y limitar las necesidades de energía para el enfriamiento, de particular importancia durante los periodos frecuentes en los que el acceso a la red eléctrica puede ser limitado. Los refrigeradores revestidos con hielo son una solución eficaz para el almacenamiento seguro de vacunas y otros productos farmacéuticos (excepto los que requieren temperaturas ultrafrías), ya que brindan una capacidad de enfriamiento de larga duración. Los refrigeradores certificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han sido probados para funcionar a temperaturas ambiente de hasta 43 °C, lo que permite confiar en su capacidad de resistencia a las olas de calor.

Ghana también está expuesta a altas temperaturas, así como a inundaciones y cortes de energía. El Banco Mundial ha apoyado la remodelación de centros de salud públicos, incluida la instalación de energía solar fuera de la red en establecimientos sanitarios rurales y periurbanos para mejorar la resiliencia de los planes de distribución de las vacunas. Además, se está capacitando a los trabajadores de la primera línea en la gestión del riesgo de desastres para garantizar la continuidad de la entrega de vacunas.


"Incorporar consideraciones climáticas en las evaluaciones de preparación y planificación del reparto de las vacunas es un primer paso esencial, y debería cubrir la exposición de las cadenas de frío a los peligros relacionados con el clima".


  

Reducir la huella de carbono del almacenamiento y la distribución de vacunas

A medida que los países amplían sus cadenas de frío, que permanecerán vigentes durante una década o más, esto ofrece una oportunidad para incluir opciones inocuas para el clima que eviten el uso de energía procedente de combustibles fósiles (es decir, a través de la eficiencia energética, las energías renovables, así como una mejor logística) y usen refrigerantes menos dañinos.

Muchos países necesitan ampliar su capacidad nacional de almacenamiento de vacunas en frío, el primer paso para la distribución de las vacunas contra la COVID-19.  Es posible considerar: i) medidas de enfriamiento pasivo, es decir, tecnología no mecánica y elementos de diseño que brinden confort térmico sin usar energía (por ejemplo, techos reflectantes y paredes aisladas), ii) equipos energéticamente eficientes (incluidos el enfriamiento, el calentamiento y la iluminación) y iii) energía solar fotovoltaica en los techos para reducir la huella de carbono del almacenamiento de las vacunas.

En Mongolia, el Banco Mundial a través de Unicef apoya la construcción de un nuevo depósito central para el almacenamiento de vacunas.  Esto puede incluir diseños de edificios energéticamente eficientes y la evaluación de opciones para instalar energía solar fotovoltaica y bombas de calor de bajo consumo energético. También se están considerando otras características como cámaras frigoríficas que ahorran energía, sensores que controlan la iluminación y cortinas de aire que minimizan la pérdida de calor.

En Somalia, con un calor extremo y una energía cara y poco fiable, los planes se centran en garantizar el almacenamiento energéticamente eficiente de vacunas, la instalación de energía solar distribuida y la adquisición de refrigeradores solares de accionamiento directo para zonas remotas.

En Comoras, se está explorando el transporte innovador y respetuoso con el clima, como los drones y botes eléctricos, para llegar a los habitantes en lugares de difícil acceso.

 

Maximizar los beneficios para reconstruir mejor

Las inversiones en sistemas eficientes de distribución de vacunas, infraestructura con bajas emisiones de carbono y otras medidas pueden contribuir notablemente a la entrega exitosa y sostenible de las vacunas.  Estas medidas tienen otros beneficios, que incluyen menores requisitos de energía y costos operativos, energía más confiable, menor vulnerabilidad de los sistemas de energía y mejor calidad del aire.


"Las inversiones en sistemas eficientes de distribución de vacunas, infraestructura con bajas emisiones de carbono y otras medidas pueden contribuir notablemente a la entrega exitosa y sostenible de las vacunas".


  

Es poco probable que combatir el virus y, al mismo tiempo, abordar el cambio climático ocurra de manera espontánea debido a los mayores costos iniciales en la mayoría de los casos. Se necesita apoyo técnico sostenido y mecanismos de financiamiento sólidos. Por ejemplo, el Programa de Asistencia para la Gestión en el Sector de la Energía (ESMAP) (i) del Banco Mundial ha iniciado la movilización de donaciones por valor de más de USD 20 millones. Estos fondos se destinarán a respaldar proyectos en Haití, Liberia y Afganistán, además de otros que se encuentran en preparación. Se están realizando esfuerzos en paralelo para movilizar más financiamiento climático en condiciones concesionarias. Sin duda, se necesitarán más acciones.

Las asociaciones continuas dentro y fuera del Banco Mundial son indispensables y, en última instancia, harán que el trabajo futuro en que confluyan la energía y la salud tenga mayor impacto. Esos esfuerzos son importantes para garantizar que no perdamos la oportunidad de ayudar a los países a abordar las dos crisis más importantes de nuestro tiempo: la COVID-19 y el cambio climático.

Este artículo forma parte de una serie que destaca cómo las inversiones en el cambio climático y el capital humano pueden generar buenos resultados en ambos ámbitos y ayudar a dar forma a una recuperación sostenible de la COVID-19.

Autores

Tamer Samah Rabie

Especialista principal en salud

Stephen Dorey

Consultor, Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población, Banco Mundial

Martina Bosi

Economista superior especializada en energía, ESMAP

Rahul Srinivasan

Especialista en energía, Banco Mundial

Carolina Monsalve

Especialista principal en Cambio Climático, Grupo de Cambio Climático, Banco Mundial

Sarah Bashford Lynagh

Consultora con contrato a largo plazo, Unidad de Asesoramiento y Operaciones del Grupo de Cambio Climático, Banco Mundial

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