Una escuela es como un organismo vivo. Para prosperar, necesita estar sana y preparada para enfrentar inundaciones, olas de calor o incendios. Por ejemplo, una escuela que sufre estos fenómenos y tiene una infraestructura inadecuada puede tener dificultades para motivar a sus educadores y estudiantes a estar presentes y cuidar del lugar.
La frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos han aumentado en un 50% en las últimas tres décadas. En 2024, al menos 242 millones de estudiantes en 85 países vieron interrumpidos sus estudios debido a estos eventos. Tales interrupciones tienen consecuencias graves. Se estima que las pérdidas de aprendizaje pueden resultar en hasta 1,5 años menos de escolaridad en las regiones más afectadas.
Debido a las inundaciones en Rio Grande do Sul en 2024, se estima que más de un millón de estudiantes quedaron sin clases. La profesora Rosane Kjellin, de la escuela Antônio Giúdice, recuerda cómo llovía ese 29 de abril de 2024 y las previsiones no eran buenas para los días siguientes. Tuvieron que suspender las clases el día 30 debido al anegamiento de la calle de la escuela y sus alrededores.
Un conjunto de nuevos estudios, desarrollado en colaboración entre el Banco Mundial, el gobierno de Japón y las secretarías estatales de Educación de Rio Grande do Sul y Mato Grosso, presenta caminos concretos para enfrentar este desafío.
¿Cómo identificar las escuelas más vulnerables en todo el territorio nacional?
Primero, desarrollamos un índice que mide si las escuelas son sostenibles, resilientes, inclusivas y orientadas al aprendizaje, con el objetivo de evaluar las condiciones para crear entornos escolares capaces de promover un aprendizaje adecuado y enfrentar desafíos ambientales y sociales. Alrededor de 12.000 escuelas están ubicadas en áreas vulnerables a sequías severas o aumentos significativos de temperatura. Entre ellas, casi 2.500 presentan condiciones muy por debajo del estándar del índice, lo que compromete aún más su capacidad de adaptación a las nuevas realidades climáticas.
El análisis del índice revela que estados del Sur y Sudeste, como Santa Catarina y Río de Janeiro, obtienen mejores resultados, reflejando años de mayor inversión en infraestructura. En contraste, estados del Norte y Nordeste, como Pará y Maranhão, enfrentan desafíos históricos de subfinanciamiento. Además, las escuelas municipales, especialmente las rurales, presentan índices significativamente más bajos en comparación con las escuelas estatales. Estas escuelas a menudo carecen de recursos básicos, como agua potable y materiales pedagógicos, lo que perjudica tanto la resiliencia climática como la calidad del aprendizaje.
Mapeo de Riesgos Climáticos en Rio Grande do Sul y Mato Grosso
El Mapeo de Riesgos en Rio Grande do Sul analizó 8.629 registros históricos de desastres de la Defensa Civil entre 1991 y 2023 e identificó que los desastres naturales como vendavales, granizadas e inundaciones se han intensificado, impactando miles de escuelas y causando interrupciones educativas y pérdidas económicas significativas. Las inundaciones de 2024, que provocaron el cierre de 1.148 escuelas, pérdidas de alrededor de 3,04 mil millones de reales y efectos sobre el aprendizaje, fueron especialmente analizadas debido a la significativa magnitud de los impactos.
La secretaria de Educación, Raquel Teixeira, comentó que nunca imaginó vivir algo similar. Durante la pandemia de Covid-19, los alumnos no estaban en la escuela, pero sabía dónde estaban: en casa. En la inundación, no estaban en la escuela y no sabía dónde estaban. Recuerda cómo cientos de sus alumnos ‘desaparecieron’. Abandonaron sus hogares, invadidos y destruidos, y fueron a refugios, haciendo que los instrumentos clásicos de Búsqueda Activa fueran incapaces de localizarlos. Tuvieron que cruzar los datos de los refugiados con los de nuestros alumnos para saber dónde estaban.
Para Raquel, el impacto de un evento climático extremo es desafiante porque es diferente en cada lugar y las acciones de mitigación y adaptación, tanto en el aprendizaje como en los aspectos emocionales y mentales, requieren medidas personalizadas. Por eso, destacó, están trabajando en planes de contingencia para cada escuela, elaborados con la comunidad, para que todos sepan cómo actuar antes, durante y después de los eventos extremos.
El estudio clasificó el riesgo de 730 escuelas en regiones más susceptibles a estos dos tipos de desastres, utilizando indicadores basados en variables como ubicación, infraestructura y exposición a eventos climáticos extremos. Municipios como Canoas, Rio Grande y Santa Maria fueron identificados como particularmente vulnerables.
La metodología de diagnóstico rápido (estudio aún en curso) también fue aplicada en las escuelas de Rio Grande do Sul como respuesta a los impactos devastadores de las inundaciones de 2024, que afectaron a 476 ciudades, desplazaron a más de medio millón de personas y causaron 183 muertes. El estudio tuvo como objetivo ayudar a la Secretaría de Educación del estado (SEDUC-RS) a identificar escuelas vulnerables y proponer soluciones prácticas para hacerlas más preparadas para los cambios climáticos. Se mapearon 9.994 escuelas, de las cuales 730 fueron priorizadas por SEDUC y 99 evaluadas detalladamente, con planes de contingencia en desarrollo para 97 de ellas.
Los resultados muestran que muchas escuelas enfrentan riesgos significativos. Por ejemplo, 73 escuelas tienen alta exposición a inundaciones fluviales y 438 están en áreas con temperaturas extremas. Además, 2.020 escuelas están en zonas con alto riesgo de sequía y 196 en áreas susceptibles a deslizamientos. El análisis también reveló la falta de datos estructurales esenciales, como la condición de los edificios y los materiales utilizados, lo que dificulta la planificación de acciones eficaces.
La Evaluación de Riesgos de las Escuelas de Mato Grosso muestra riesgos variados, incluyendo inundaciones, vendavales, olas de calor e incendios forestales. El levantamiento analizó 1.484 ocurrencias entre 1991 y 2022 registradas por la Defensa Civil. Las inundaciones y torrentes representan el 55% de los eventos en el estado, mientras que los incendios forestales, sequías y olas de calor corresponden al 31%. Los vendavales, aunque menos frecuentes, causaron el 41% de los daños a las unidades escolares.
A partir de un análisis detallado de 75 escuelas estatales consideradas vulnerables, se verificó la importancia de mejoras en el drenaje pluvial y en la resistencia estructural de las cubiertas.
El estudio también identificó la estacionalidad de los principales riesgos para ayudar en la planificación de medidas de mitigación: las lluvias intensas y torrentes se concentran entre diciembre y abril, los vendavales entre septiembre y noviembre, y los incendios forestales alrededor de septiembre. Finalmente, el estudio categorizó las escuelas en tres niveles de prioridad con base en factores como el número de alumnos matriculados y el historial de daños relacionados con eventos climáticos.
¿Cómo mejorar la resiliencia de las escuelas?
En colaboración con la Secretaría de Educación de Rio Grande do Sul, se elaboraron Directrices para la Incorporación de Acciones de Preparación, Monitoreo y Alertas en los Entornos Escolares con el objetivo de garantizar entornos de aprendizaje seguros frente a eventos climáticos. El proceso propuesto tiene cuatro pasos principales:
- Mapear los riesgos de eventos climáticos de las escuelas y las condiciones de los entornos de aprendizaje
- Combinar los riesgos con las condiciones de infraestructura de las escuelas para priorizar las inversiones en mejoras
- Según la priorización, realizar intervenciones para mejorar la resiliencia y los entornos de aprendizaje
- Desarrollar planes de contingencia y realizar capacitaciones involucrando a todas las comunidades escolares en un compromiso continuo de mejora
Además, la Secretaría de Educación de Mato Grosso está desarrollando con apoyo técnico del Banco Mundial un Sistema de Gestión del Mantenimiento de la Infraestructura Escolar (estudio en curso) con el objetivo de garantizar que las escuelas públicas pasen de un enfoque reactivo de mantenimiento a una gestión preventiva y predictiva.
Para ello, se recomienda la creación de un inventario detallado de los activos escolares, el uso de un sistema informatizado para registrar y monitorear mantenimientos, la adopción de indicadores de desempeño para evaluar costos, riesgos y eficiencia, y la integración de datos sobre riesgos climáticos y sostenibilidad.
Para que las escuelas brasileñas sean verdaderamente saludables, es indispensable que reciban cuidados continuos e inversiones consistentes, tanto en su infraestructura física como en los equipos que las mantienen vivas y funcionales. Los estudios desarrollados con apoyo del Banco Mundial ofrecen orientaciones prácticas y accesibles para que gestores y secretarías de educación fortalezcan estos pilares.
Poniendo en práctica estas recomendaciones, construiremos un futuro educativo más resiliente a los impactos del cambio climático, inclusivo y eficaz en la promoción del aprendizaje.
Únase a la conversación